21.8.05

 

El Discurso Económico

1. El lugar del discurso económico.

Bien sabido es que la sociedad capitalista no se halla libre de conflictos, y que la forma en la que se articulan las relaciones de producción entre las clases, sectores, naciones, en diferentes momentos y lugares, países y períodos, regiones y etapas, implican avances de unos y retrocesos de otros, pérdidas ruinosas y ganancias extraordinarias, liberaciones o dependencias.
Y podemos afirmar también, que en paralelo con la aparición de esta sociedad plagada de intereses contradictorios -contemporánea a su vez de la emergencia de la modernidad y la ciencia como forma legítima del saber- ha surgido el discurso económico, cuya centralidad analizaremos en dos planos. Por un lado todo discurso económico surge en un marco histórico concreto, más allá del cual no puede elevarse para establecer su lectura del fenómeno del que pretende dar cuenta1. Es decir, las distintas formas que adquiere el discurso económico resultan de la necesidad de intervenir a partir del conocimiento científico sobre realidades diversas que se transforman de un lugar a otro y a lo largo de la historia. Es por esto que la verdad contenida en un discurso solo puede juzgarse de acuerdo a la concordancia que presenta el saber del objeto en análisis con el objeto mismo, y no sobre patrones metodológicos descontextualizados espacial y temporalmente.

En segundo término no puede dejarse sin cuestionamiento el carácter de neutralidad objetiva pretendido por el discurso económico del siglo XX a partir del encorsetamiento de las formas de aproximación a su objeto2 -que por esta práctica finalmente termina seriamente desdibujado-. Desde sus primeras manifestaciones el discurso económico detrás de invocaciones más o menos enérgicas al bienestar general primero y al equilibrio general después, ha intentado anular el lugar de enunciación de ese discurso. Sin embargo difícil resultaría refutar que los escritos mercantilistas sostenían las políticas mas favorables a los mercaderes, los Pricipios de Ricardo encarnaron el argumento de la burguesía industrial frente a nobleza terrateniente, el discurso neoliberal los intereses de las finanzas y corporaciones trasnacionales en detrimento de los capitales nacionales y la fuerza de trabajo. Lo que queremos sostener aquí es que los discursos económicos no solo reflejan una realidad dada históricamente, sino que además la constituyen, tienen un lugar central en su reproducción y legitimación. Y que la reproducción y legitimación de ciertas relaciones de producción establecidas implican necesariamente resultados simétricos para actores antagónicos.

2. La formación del economista en los 90 en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.

Sosteniendo que el discurso económico ocupa un lugar central en la reproducción de determinadas relaciones sociales, nos dedicaremos ahora a analizar el discurso que se viene imponiendo en la carrera de economía de la FCE y sus consecuencias, para lo que, en primer término, será necesario presentar brevemente el contexto en el que tuvo lugar su gestación.

La hegemonía neoliberal

El proceso que se corona durante la década del 90 y que comienza en 1976 con la dictadura militar más sangrienta de la historia argentina tuvo como ejes la desarticulación del entramado industrial que se había ido consolidando durante 40 años, la apertura de la economía a flujos de mercancías y capitales sin controles, la disolución de las formas de intervención del Estado en materia empresarial a través de las privatizaciones, y el disciplinamiento de la clase obrera –que luego de décadas de pleno empleo había logrado una fuerza de negociación muy importante-. Estas transformaciones, que corrieron en paralelo a lo largo y ancho de América Latina, en Argentina se destacaron por su crudeza y profundidad, llevando al país de la cúspide de las naciones en desarrollo latinoamericanas a la crisis más grande de su historia, con el corolario del 60% de la población sumida en la pobreza, más del 20% de desocupados y una deuda externa que superaba su producto bruto anual.

La potencia de la hegemonía lograda por los sectores del capital y la banca trasnacional, las privatizadas, y los grandes grupos económicos locales –todos ellos sujetos de este proceso-, se refleja en que su discurso legitimante fue catalogado como pensamiento único, siendo sus principales voceros los funcionarios del ministerio de economía, los gurúes de la city, y periodistas afines. Dicha retórica, caracterizada por un alto grado de soberbia y desprecio por sus críticos, se constituyó a partir de la vieja idea de que el mercado es el mejor asignador de los recursos y que por tanto hay que eliminar todas las distorsiones (excepto la del tipo de cambio que permitió barrer con lo que quedaba de la industria nacional). Ahora, mientras estos predicadores del mercado realizaban su fina tarea, en la FCE, ¿qué sucedía?

La reforma del plan de estudios de 1997.

Según las Bases del Estatuto de la Universidad de Buenos Aires de 1966 dicha institución se sienta sobre los siguientes principios –que compartimos enérgicamente-:
1.- La Universidad de Buenos Aires es una entidad de derecho público que tiene como fines la promoción, la difusión y la preservación de la cultura. Cumple con este propósito en contacto directo permanente con el pensamiento universal y presta particular atención a los problemas argentinos.
IIL- La Universidad (...) forma investigadores originales, profesionales idóneos y profesores de carrera socialmente eficaces y dispuestos a servir a su país. Encauza a los graduados en la enseñanza y en las tareas de la investigación; y a través de ellos estrecha su relación con la sociedad.
La pregunta que deberíamos hacernos entonces es si, en el marco de un avance drástico en el plano político y económico de las fuerzas identificadas con sectores del capital trasnacional, cuyas consecuencias sobre la gran masa del pueblo están a la vista, la FCE de la UBA tuvo alguna intervención en la preservación de la cultura, en la solución de los problemas argentinos, en la formación de profesionales dispuestos a servir a su país o acaso en el acercamiento de los intelectuales de la facultad a la sociedad. Puede resultar significativo en este sentido el análisis de la reforma del plan de estudios de 1997 y la subsiguiente constitución de la carrera de economía, que sigue intacta por estos días.

La configuración imaginaria del economista de la FCE.

Comenzaremos nuestra lectura de la reforma a partir de un elemento que nos parece fundamental: el ideal de economista que se configura en el marco de la facultad y que funcionará como patrón de referencia para los estudiantes en cuanto a sus proyectos y ambiciones. Es cierto que en este sentido no podemos ignorar que estos tipos ideales se gestan no solo en el ámbito universitario, sino que están sujetos a la acción de los medios, a las necesidades del mercado laboral, a los estereotipos importados; pero lo que es innegable es que todo ámbito académico que se precie de tal debe lidiar con los determinantes del sentido común y ejercer una influencia cultural sobre sus miembros que les permita mantener una actitud crítica respecto de esos patrones.

El por entonces Director del Departamento de Economía sostuvo en una charla pública frente a las quejas de los estudiantes por el contenido curricular, que esos mismos estudiantes estarían agradecidos porque el paso por la facultad les permitiría en el futuro ingresar al MIT u otra universidad del extranjero. Este alegato, que puede parecer irrelevante, da cuenta de que el graduado en el que pensaban las autoridades a al hora de establecer cuales serían los planes de estudio poco tenía que ver con aquel en el que pensaban quienes elaboraron el estatuto de la UBA. Lejos de acercar a los economistas a las necesidades de su pueblo, lejos de formarlos para dar soluciones a los problemas nacionales, se optó por fabricar tecnócratas que tuvieran la cabeza en su futuro internacional, lejos de las miserias argentinas.

La formación teórica.

La licenciatura de economía que heredamos de la reforma del 97 y su antecesoras cuenta con un cuerpo principal conformado por micro y macroeconomía I y II, crecimiento, desarrollo, dinero, organización industrial, finanzas públicas, economía internacional y las materias de formación matemática. En la periferia de la carrera, entre otras, encontramos signaturas como estructura económica argentina, estructura social argentina (ambas de 2 horas semanales) e historia argentina (al principio de la carrera y dictada en las sedes). Podría desprenderse de esta estructura que a lo largo del tronco de la carrera se desarrolla la formación teórica del economista que luego encontrará su realización en el estudio concreto de la problemática nacional. Sin embargo el estudiante se encuentra que a la hora de cursar las estructuras argentinas tiene que descartar la pesada mochila que viene cargando con curvas de indiferencia, ecuaciones diferenciales y mercados de competencia perfecta3. Llegados a este punto cabe preguntarse el por qué de este extraño fenómeno.

El programa de las materias que constituyen el cuerpo principal de la licenciatura en economía, exceptuando honrosas excepciones4, resulta ser un calco de los índices de los manuales anglosajones de raigambre unilateralmente neoclásica -pretendida fuente de verdad de la que abreva el resto de la academia a lo largo y ancho del mundo-. El estudiante de economía comienza su formación con Mochón y Beker, sigue con Varian y Blanchard, luego le tocarán Krugman, Stiglitz y la versión avanzada de Varian, concluyendo su derrotero con una pila gigantesca de papers producidos por la academia primermundista. La teoría neoclásica contenida en estos manuales y papers pretende dar cuenta por medio de sus formulaciones analíticas y sus supuestos simplificadores del funcionamiento de la economía capitalista –mal que les pese-. Como toda teoría, en su búsqueda de la generalidad va dejando atrás cuestiones particulares o contingentes –toda superación de lo inmediato implica una pérdida de ser5-.

Ahora, lo que resulta de una lectura sintomática de la estructura del plan de estudios -en el que como dijimos las materias que se dedican a estudiar la economía Argentina prescinden del herramental impartido en las otras asignaturas- es que la universalización o generalización realizada por los análisis neoclásicos no logran subsumir en su explicación al fenómeno tal como se presenta en Argentina. Para convencerse basta con hacer la prueba de intentar comprender algún problema de nuestra economía a partir de dicha teoría: aumentos de productividad con baja de salarios, desempleo con flexibilidad laboral, escasez de ahorro con fuga del mismo a los países en que abunda, inflación sin emisión y con baja de los salarios, incrementos del "endeudamiento" externo y de las "inversiones" desde el exterior en paralelo al superávit de la cuenta corriente; casos contradictorios en términos de los modelos que deglutimos acríticamente a lo largo de la carrera.

De este modo podemos concluir que aquello que apenas se traslucía de las palabras del Director del Departamento acerca de los planes de estudio se confirma en lo que es en núcleo de la vida académica de la facultad, es decir, la cursada con su bibliografía, sus objetivos mínimos, sus programas. El economista de la FCE es formado a partir de una doctrina que o no puede, o no apunta, a dar cuenta científicamente de la realidad nacional, siendo que a la hora de contrastar su saber del objeto con el objeto mismo –la economía argentina- recurre a un acto de escapismo y deja el escenario vacío de conceptos.

Abrimos nuestra reflexión sobre la intervención de la FCE como formadora de discursos económicos preguntándonos -en un contexto de avance abrumador de fuerzas que dejaron a la gran masa de la población en condiciones de pobreza, desempleo, miseria, y al país en la peor crisis de su historia- si pudo desarrollar en su seno un pensamiento que apuntara a la preservación de la cultura, la solución de los problemas argentinos, la formación de profesionales dispuestos a servir a su país. La respuesta parece concluyente. La FCE a través de los contenidos de la licenciatura en economía no hizo más que aportar –ya sea por omisión o por intención- a la reproducción de un modelo que dejó al país en ruinas. Es así que para aquellos que piensan en una Universidad comprometida con el destino de su pueblo resulta urgente reflexionar e intentar dar respuestas al aparente dilema que plantea la ortodoxia entre el abandono de la teoría como forma de comprender la realidad en pos de un empirismo descriptivo a-científico, o la continuidad de patrones científicos falsamente universales incapaces de dar cuenta de lo que ocurre en nuestro país.

Breve comentario sobre el aporte de las corrientes alternativas y los movimientos de resistencia académica en la FCE.

Ahora, es imprescindible si nuestro objetivo es repensar la situación de la facultad y las alternativas que se presentan de cara al futuro, no solo poner el foco sobre lo ocurrido en el terreno institucional, sino considerar los avances que significaron los proyectos surgidos desde el estudiantado y los profesores heterodoxos, quienes no fueron observadores pasivos del triste espectáculo que brindaba el mainstreem y por lo tanto se constituyen en una referencia obligada.

El problema principal que remarcaron y remarcan espacios como la Escuela de Economía Política es el de la unilateralidad teórica –neoclásica- de la licenciatura. De esta manera la ESEP ha enarbolado como bandera la necesidad de una plan de estudios pluralista. El aporte de la ESEP en este sentido ha sido invaluable, dado que ha instalado en el sentido común del estudiantado el rechazo del dogmatismo ortodoxo, ha puesto la lupa sobre las grandes ausencias teóricas de la licenciatura –Keynes, Sraffa, etc.-, ha estimulado el interés por una formación crítica y plural.

La necesidad de una nueva articulación entre la teoría y lo real. El aporte de la Cátedra de Economía Nacional.

A la luz de los distintos aspectos que hacen a la vida académica de la carrera de economía sobre los que hemos reflexionado es que consideramos fundamental el aporte que introdujo el enfoque de la Cátedra de Economía Nacional Arturo Jauretche, razón por la cual nuestro análisis final se asienta sobre alguno de los lineamientos planteados desde ese espacio.
Hemos llegado hasta aquí con numerosos interrogantes: ¿Qué hacer para superar el dilema con el que nos enfrentamos? ¿Cómo contribuir al desarrollo de un pensamiento científico que apunte preservación de la cultura, la solución de los problemas argentinos, la formación de profesionales dispuestos a servir a su país? ¿Qué lugar debemos darle al fenómeno y cuál a las discusiones teóricas en función de crear un terreno fértil para la conformación de una comunidad académica dinámica y crítica?

Los estudiantes de la carrera de economía, y en particular aquellos que participaron de los espacios de formación alternativa, disponemos de numerosos modelos y teorías de distintas vertientes –en su mayoría pertenecientes al paradigma neoclásico- sobre gran diversidad de problemáticas económicas. Ahora bien, la inexistencia de espacios en los que dichas teorías y modelos se pongan en juego al contrastarse con los fenómenos tal como se presentan en nuestro país convierte todo ese potencial conocimiento en un rejunte de teorizaciones abstractas.
Es por esto que sostenemos la necesidad de que en un marco de pluralidad teórica, las distintas doctrinas económicas contrasten su saber sobre el fenómeno con el fenómeno mismo. Es decir, cada una de las materias que se dictan en la FCE desde nuestra perspectiva, debería contrastar lo que sostienen los papers y manuales que conforman los contenidos del curso con lo que efectivamente ocurre en este país. Ningún economista con pretensiones de cientificidad puede contentarse con las regresiones sobre el caso norteamericano que presentan los manuales para corroborar la validez de las teorías que exponen.

La formación no debería estar orientada a que los estudiantes de la facultad estén informados de las discusiones que sostiene la academia norteamericana o europea, sin cuestionar el estatuto de esos saberes en relación a la situación de nuestro país. De esta manera es que consideramos que la problematización sobre la realidad nacional desde las distintas corrientes teóricas es la única forma de activar la construcción de un pensamiento crítico y científico, entendiendo por esto aquellas elaboraciones teóricas que reconocen las especificidades espaciales e históricas y tratan de dar cuenta de ellas por medio de conceptos. Solo si acordamos que la pauta por medio de la cual juzgar nuestro conocimiento del objeto debe ser la realidad con la que nos enfrentamos –el objeto mismo-, y no las reglas epistemológicas que nos impone la academia anglosajona, puede cobrar sentido y dar frutos la formación que recibimos. Es decir, en la medida en que sigamos evaluando los saberes según pautas metodológicas, la confrontación de teorías no pasará de ser un juego de ingenio de gran sofisticación. Solo el fenómeno puede ponernos de manifiesto los límites y alcances de nuestras formulaciones conceptuales, la necesidad de cuestionar o profundizar una línea de análisis, la relevancia o intrascendencia de una teoría. Y paralelamente, solo la discusión sobre el fenómeno puede hacer comparables teorías que se asientan sobre patrones epistemológicos completamente diversos.

Sostenemos entonces, como resultado de nuestra reflexión, la necesidad de construir un espacio en el que los distintos enfoques que se desarrollan en las materias que conforman el plan de estudios de la licenciatura en economía converjan en la discusión de la problemática nacional, dando lugar así a la constitución de una comunidad académica que discuta, que piense, que elabore teoría y de esta manera que contribuya desde su especificidad a superar la aguda crisis que atraviesa Argentina y la miseria en la que se haya sumida gran parte de su población.

1 "El búho de Minerva solo levanta su vuelo al atardecer." G.F.W. Hegel, Filosofía del Derecho.
2 Modelización matemática, econométrica, etc.
3 En Estructura económica argentina preponderan los textos de vertientes estructuralistas, institucionalistas, historicistas, etc. Es contada la bibliografía que encara la realidad nacional desde la perspectiva teórica que se imparte en la licenciatura de economía.
4 Cursos como el de los profesores Crovetto o Cetrángolo pueden tomarse como algunas de las excepciones, dado que en la bibliografía de los mismos articulan las controversias teóricas internacionales con las discusiones que se dan en el ámbito local sobre los problemas argentinos.
5 G.F.W.Hegel, Ciencia de la Lógica.


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