26.4.04

 

Editorial

Las últimas elecciones de Centro y Consejo fueron la más burda expresión de la
peor faceta que tiene la política de la facultad, haciendo evidentes el patoterismo y la violencia reinantes. El escrutinio dejó en claro que la lucha por el poder, dentro de esta institución, se resuelve en términos del potencial de los aparatos partidarios por dominar el proceso y modificar los resultados según sus intereses. Como grupo autoconvocado de estudiantes habíamos decidido ayudar a fiscalizar las elecciones; la inutilidad del intento resultó evidente. El asco que sentimos todos los presentes, y la impotencia frente a lo sucedido, nos impulsaron a reunirnos y reflexionar sobre lo que habÌa pasado. Dicha reflexión devino en una serie de acuerdos básicos, sobre los cuales surgimos como el grupo que hoy somos, El Germen. La presente editorial es la base de nuestros lineamientos, y esta revista una materialización de los mismos.

La política de la facultad está patas para arriba. La experiencia de los dos últimos años demuestra que las formas de procurar un cambio en la facultad se chocan con obstáculos insalvables. Se partió de la concepción errónea de que una vez recuperado el centro de estudiantes sería posible construir un movimiento estudiantil vasto y combativo, participativo. Tras esta quimera, y con un ímpetu tan admirable como quijotesco, se luchó contra molinos de viento cada vez más grandes. Bajo el objetivo único de echar a la franja morada, la fuerza militante jugó todas sus fichas a una apuesta que lamentablemente no podía ganar; el proceso condujo a la principal agrupación opositora a un total aislamiento, al punto de que los golpes recibidos no generaron ningún tipo de reacción entre el estudiantado, reflejo del grado de indiferencia alcanzado. Considerando que la crisis política de la facultad no puede ser entendida
sólo como un producto de la brutalidad morada, es necesario encarar un proceso de reflexión
acerca de la absoluta inexistencia de una necesidad concreta, efectiva, por parte de los estudiantes, de tener un espacio de participación y representación. El centro de estudiantes, como institución formal, tiene que ser la expresión de un movimiento, la manifestación de un espíritu colectivo. Ha de ser la forma institucional y necesaria que adopta un contenido político e
intelectual. La forma como reflejo de un contenido.

La consecuencia que se desprende de nuestro diagnóstico es sencilla: es necesario conformar un espacio específicamente estudiantil de índole cultural y político. Apostamos a construir una usina
de ideas y debates, de proyectos y posibilidades. Cuando este espacio esté maduro, sólidamente afianzado, arraigado entre los estudiantes, su propia lógica interna lo llevará a demandar el espacio de poder que llamamos centro de estudiantes. (A este respecto, quede claro que
no renunciamos a dar una lucha por la recuperación de un centro institucionalmente
reconocido y de carácter democrático.)

Como hemos dicho, nuestra lectura de la realidad nos lleva a replantear las formas convencionales de construcción política. Así, proponemos constituir un espacio cimentado
en actividades concretas donde la discusión sea parte de una praxis cotidiana, de modo que
acción y reflexión sean una totalidad que no reconozca un determinismo en ningún polo. Si, como creemos, las condiciones de existencia de un movimiento estudiantil dentro de la carrera de economía no pueden ser otras que el movimiento mismo, la praxis (es decir la relación entre ambos polos) ha de ser el punto de partida. En este marco, nos hemos propuesto la realización
de una serie de actividades, algunas de las cuales ya han tomado formas concretas, que comiencen a dar vida a un verdadero espacio participativo. Dichas actividades, al día de hoy, son: el lanzamiento de esta revista, la organización de charlas, un ciclo de presentación de tesinas, grupos de estudio, seminarios, ciclo de cine... Cada proyecto pensado y llevado a cabo, autónomamente, por aquellos directamente interesados, y paralelamente, una reunión -digamos mensual- de puesta en común de cada una de las actividades. Un espacio abierto de debate,
con vistas a devenir en un movimiento político-estudiantil de vasto alcance. Queremos destacar que nuestros medios son, al mismo tiempo, un fin en sí mismo, puesto que nos indigna la falta de una actitud crítica frente a los conocimientos que recibimos. La apuesta es doble: generar un espacio cultural y académico que mejore el nivel de nuestra casa de estudios y articular dicho
espacio con objetivos políticos concretos. En definitiva, constituir una identidad colectiva en torno a la cual se erija una comunidad estudiantil que reconozca sus inquietudes y necesidades,
y se disponga a comprometerse por ellas. En este marco, la presente revista apunta a llenar la, hasta hoy, vergonzosa falta de un espacio de debate estudiantil, tanto académico como político. Una carrera que no se piensa a sí misma es, sin más, una carrera que no piensa, que no crea, que no cuestiona. Un ámbito de pensamiento que no reflexiona es la negación de su razón de ser, un muerto caminando. Habiendo escrito esta revista embarramos la cancha, pateamos la pelota y preguntamos ¿hay alguien del otro lado?

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