26.4.04

 

Diálogos: Daniel Heymann

¿Por qué esta sección?

Se avecina una reforma en el plan de estudios de las carreras de esta facultad y no queremos quedar afuera de la discusión. En las reformas del pasado, los estudiantes tuvimos nula o escasa participación y cuando la hubo no fue escuchada. Actualmente, el espacio de debate es inexistente y más aún entre docentes y alumnos. Creemos que el diálogo puede ser enriquecedor –sobre todo cuando es abierto a la diferencia- y servir como base para que no vuelva a ocurrir lo mismo en el futuro. Por eso, a través de esta sección buscamos instaurar un espacio -hasta ahora vacío- e intervenir en el debate. El profesor Daniel Heymann, titular de Macroeconomía II y Tópicos de Macroeconomía en nuestra facultad*, será quien exponga sus ideas en esta primera entrega.


-Actualmente se está discutiendo sobre una posible reforma de la carrera de economía. ¿Impulsaría algún cambio en la currícula?

Esa es una discusión sempiterna. Yo honestamente creo que el diseño de la currícula es un tema en el cual se discute mucho y produce poco. La carrera es lo que ustedes tienen en las clases. Poner Historia del Pensamiento Económico al final o al principio es una discusión eterna. Me acuerdo de un curso de historia que yo tuve; era una de esas perlas que había por ahí. Lo ponías al principio o al final y era buenísimo.


- Pero la carrera de economía está estructurada en base a una lógica neoclásica: micro, macro, crecimiento, dinero, etc. ¿Eso no relega a otras escuelas de pensamiento a una estructura ajena a su metodología y/o a las unidades finales de cada materia, en el mejor de los casos?

Yo honestamente no tengo un drama particular con la currícula. Sé que hay un a discusión sobre si dar los cursos por fenómeno o por escuela. Yo la currícula por escuela no la veo, por varias razones.

En primer lugar, es un tema de adaptación sobre el lenguaje. Yo entiendo que es fundamental leer a Smith, Ricardo, Marx, Marshall, Jevons, Joh Stuart Mill, Keynes... En algún momento. Pero si yo tengo que invertir en adaptarme a la terminología de un profesor escocés de filosofía moral del siglo XVIII, luego al lenguaje de un profesor de la universidad de Cambridge de los años 20 y 30 y después a un tipo que hace teoría del equilibrio general en los años 50, me parece que tenés que pedalear mucho para llegar al mismo lugar. Es equivalente a decir que no hay físico que no deba haber leído a Galileo en el original. Lo leés cuando tenés ganas y es divertidísimo, pero te va a costar entenderlo. Es cierto que no es lo mismo en economía. Pero los originales son pesados. Son raros, porque el tipo todavía no tiene el pensamiento esquematizado; aunque reconozco que en algún momento hay que independizarse de los libros de texto.

En segundo lugar, hay una cuestión un poco más filosófica. Para mí, la enseñanza de economía es tratar de entender fenómenos, no la enseñanza de doctrinas. Es decir, es una manera de entender, analizar, comprender, actuar sobre, modificar…Todo lo que vos quieras… Cosas, hechos, fenómenos, procesos. Las doctrinas son cosas que se arman para hacer eso. Me parece que en el enfoque por escuela vas a tener que armar el rompecabezas, después de haber estudiado doctrinas que se refieren a los mismos hechos. No es la manera en la cual hacés más eficazmente la comprensión del fenómeno.

En tercer lugar, el riesgo de terminar y decir: che, ¿cuál te gustó más? Neoclásicos II. ¿Y vos qué sos? Neoclásico II (risas). Eso de definirse como ricardiano, sraffiano, nuevo clásico, etc. Es llevarlo a un terreno donde uno simplemente dice, yo soy esto o aquello. Y el tema básico que es entender cómo funciona la cosa se pierde.

Además, cada profesor tiene una cultura limitada... Si le preguntás, ¿che qué dice fulanito? Te dice yo hablo de neoricardianos o de expectativas racionales, no me pregunten de otros o te tira una vulgata, que es peor. En un cierto punto, cuando la cosa se plantea como debate entre escuelas, corre el riesgo de transformarse en un pensamiento dogmático, por más que se presente como crítico.

De todos modos, yo reconozco que si hablamos de teoría del capital, por ejemplo, hay que hablar de Sraffa, de transformación de valores en precios, de los austriacos, de la función de producción agregada, de la teoría del equilibrio general. Punto. Pero en cuanto a la currícula, los cambios pueden ser más a nivel micro que macro: “Think globally, act locally”. Hay mucho interés en el alumnado, surgen preguntas... desde allí pueden darse los cambios. Los que estudian economía en Argentina, son tipos con motivación, si no estudiarían administración.


- El resultado de la ausencia de un espacio que explique los problemas de la realidad latinoamericana, nos lleva a sentir que lo que estudiamos no nos permite entender nuestro contexto.

¡Hablen! ¡Pregunten!

¡Stop! Cuando estoy hablando de entender estoy hablando de un proceso que lleva hacia plantearte las preguntas pertinentes para poder empezar a investigar las respuestas. Yo empecé a estudiar economía con esa hipótesis absolutamente simplista. Todo el mundo hablaba de economía. Entonces vamos a la facultad de económicas a que me lo expliquen. Todavía ahora, yo sigo remando tratando de entender. Que me digas “no entiendo bien a la economía argentina”, te digo: ¡bienvenido al club! (risas) ¡Somos muchos!

Más problemático que eso es decir: “yo me ubico desde la perspectiva fulanita”. ¡No me importa la perspectiva que te mueve! Aportame un cachito de conocimiento. No te digo que me expliques cómo son las cosas. Me preocupa que la educación doctrinaria corra el riesgo de cristalizar opiniones.

La postura que tienen ustedes es la posición de un economista en su vida profesional, si tiene un poquito de apertura mental. El riesgo de cualquier tipo es cerrarse. Es legítimo preguntarse, dentro del abanico de teorías que andan dando vueltas por ahí, qué es lo que me están diciendo sobre éste tema que me preocupa. Y ver qué es lo que funciona mejor. El diálogo potencial compatible con las restricciones humanas (que son de uno y del tipo que está adelante) se da en el momento en el cual vos discutís algo. Después, es cierto que en algún momento hay alguna especie de marco general. Que alguien te enseñe teoría marxista en serio. Pero la verdad, cuando llega el momento de los papeles queremos saber cómo se da el crecimiento económico, el desarrollo económico, por qué se dan las fluctuaciones, por qué las empresas hacen esto o aquello. Eso es el núcleo básico.


- El tema es que prácticamente todas las materias se basan en el mainstream...

El mainstream es el mainstream y por algo lo es. Me cuesta ver la enseñanza de economía alternativa, que no tenga el núcleo de esto. No para criticarlo solamente. Hay que saberlo, porque es lo que se hace. Hay mucha producción, razonablemente útil, dentro de muchas cosas malas. Pero uno se alimenta de esto. Tenés que tener la mente abierta cualquiera sea lo que tengas delante, incluso el pensamiento crítico, porque hay mucha crítica vulgar también.

No creo que esto pueda reducirse a un debate doctrinario. Hay mucho de interacción en el aula. Buena parte de la enseñanza está allí. Cuando funciona, es una actividad cooperativa, incluso cuando implica la crítica. En general, cuando te hacen una pregunta en clase te sirve, te esfuerzan a pensar.


- Dado que no existen canales para difundir esa crítica ¿Estarías de acuerdo con algún tipo de evaluación institucionalizada de los alumnos hacia los docentes?

En las universidades más calificadas del mundo existen. Son públicas, pero no taxativas porque ojo con el tipo que se saca la mala nota…


-Muchos licenciados deciden seguir estudiando afuera. ¿Qué significa esto?

Es un proceso muy regular. Mucha gente muy capaz se va a estudiar. Ojalá vuelvan. Que no suceda es un problema muy grave. Una de nuestras funciones en las facultades es ayudar a esa gente a que pueda estudiar afuera, que hagan su carrera académica y empiecen a producir conocimiento en serio, con la idea de que a la larga se pueda tener una profesión más calificada aquí.


- ¿Qué ventajas tiene realizar un posgrado en el exterior?

Esa experiencia es importante. Hay que reconocer las cosas como son. Hacer el doctorado acá tiene características bastante distintas que allá. Allá estás cinco años full time, tenés a los tipos que escriben los papers con acceso directo -sin intermediarios- y podés interactuar con ellos. Que ellos estudien afuera te dice que todavía hay gente de mucho nivel en la UBA (dentro de la diversidad). Aunque no creo que sea el único criterio, si no podés mandar a nadie, es un problema.


-¿Por qué en la facultad no se recomiendan trabajos producidos en la Argentina?

Sobre la Argentina no vayas a buscar lo que dice el maestro. Faltan interpretaciones generales. En los 60 y 70, hubo producciones muy ricas, como las de Díaz Alejandro, Canitrott, Diéguez, etc. Pero ya es literatura de esa época. Actualmente, no hay trabajos de ese calibre. En parte es algo sociológico. No hay suficiente gente trabajando con dedicación exclusiva. Y el problema está en la Argentina, no es sólo de la Universidad. Hace falta gente para poder charlar cara a cara; en los pasillos se aprende mucho. Esa es la gran diferencia con las universidades del exterior. Además, realizar un trabajo de investigación de largo aliento se hace difícil en nuestro país.


- Nosotros sentimos que en la facultad hay una falta de interacción con la realidad. No encontramos el nexo entre los contenidos que se estudian en clase y la economía argentina...

Es importante estudiar aquello que se puede aprender en una clase y también, observar por la ventana y ver qué pasa en el mundo. La riqueza de las observaciones es fenomenal; gran parte del trabajo que uno hace, parte de allí. Hay que abstraer una parte de la realidad y estudiar, parte por parte. Es importante aprender el uso de la abstracción y de modelos. Hay que suspender la credulidad, pero también el escepticismo. Al utilizar un modelo debemos saber hasta qué punto es capaz de representar hechos. Hay gente que se cree todo, aunque las contradicciones se observen cotidianamente...


- ¿Cual es la inserción laboral de los nuevos economistas?

Es difícil la inserción en el mercado laboral para cualquier profesional y no profesional. Con respecto a los economistas, depende cuál sea el objetivo de cada uno. Para quienes quieran escribir artículos generales sobre el sistema económico, no tienen espacio. Quienes tuvieron un modo de razonamiento económico, han tenido un lugar razonablemente amplio. Igualmente hay que encontrarse el lugar, un poco es la “ley de Say”.

UN POCO DE MACRO

- El país parece estar encarando cambios significativos en varios frentes. ¿Cree que verdaderamente estamos viviendo una transformación del modelo económico?

Todo está asociado con enormes cambios de comportamiento. Una de las cosas más impresionantes que ha pasado la Argentina es la crisis de un sistema, de un modo de comportamiento, y de un régimen contractual: el tipo de cambio fijo, asociado con contratos en dólares. Todos los sectores (público, privado, bancario) prometían que iban a “devolver dólares”, lo cual exigía que el nivel de ingreso en dólares fuera más o menos constante. Eso no ocurrió y ese conjunto de promesas se fue al demonio. Era un sistema que en su forma de organización más elemental estaba en problemas. Recordemos que llegó a fallar hasta el mecanismo de transacciones básico.

Es como si vos hubieras abierto la tapa de una economía y dicho: mirá este aparatito que funciona en todos lados, acá resulta que puede no funcionar. Estás en un sistema en el cual directamente te cortan el acceso al medio de pago y después mágicamente se recompone.

La recomposición tiene que ver con la restricción intertemporal de presupuesto. La economía pasó de 9000 dólares per cápita a 3000. Cuando se pasó a 3000 dólares per cápita se hizo bolsa el sistema contractual, lo que contrajo aun más la economía y perjudicó inmensamente a los grupos de menores ingresos. Este es uno de los aprendizajes que deja la crisis: son muy jorobadas para los que están más abajo, porque son los que menos tienen para protegerse.

Creo que lo que pasó fue que el sistema se las arregló para evitar la terminal explosión de la hiperinflación por varias razones. En parte, por un cambio en el comportamiento privado: en la “híper” cuando aumentaban los precios uno iba a comprar más y ahora donde había un aumento se compraba menos. Eso creo que dio un margen unos meses. Fue fundamental.


-¿Qué fue lo que determinó ese cambio de comportamiento?

La experiencia de la estabilidad de precios fue un elemento, no te quepa la menor duda. Además, está la memoria de la “híper”, y todos sabemos lo destructivo que fue. De alguna manera el sistema político tenía claro que si venía la “híper” era el final, por eso uno de los objetivos del gobierno era evitarla.

Fenómenos como la generación de superávit primario del gobierno en medio de la profundísima crisis, y la restricción de la oferta monetaria fueron cruciales. La política económica fue dirigida a evitar la“híper” sea como sea.

Por último, el enorme superávit de la balanza comercial. De faltar dólares te empezaron a sobrar, porque la recesión había reducido las importaciones. Eso generó que el tipo de cambio en algún momento se achatara.

Por otro lado, el consumo había caído tanto que el poder de compra de la exportaciones, o de los dólares que estaban por ahí, en términos de bienes internos era enorme. Entonces en el momento en que aquellos tipos que sacaban los recursos al 10 % del producto perdieron un cachito de miedo (porque el tipo de cambio dejó de subir) y dijeron “gastemos un poquito” la economía rebotó. En algún sentido hubo un mecanismo de rebote implícito en la gran caída y ahora lo que tuvimos fue una afirmación de eso. De una economía que viene de muy abajo y que tiene un potencial de recuperación. Pero esto tiene un límite si no se piensa en el mediano plazo, en términos de demandas fiscales, pobreza, modelo productivo e inserción de la economía en el mundo.


- Y deuda...

No te quepa la menor duda. La deuda te limita, la pregunta es “hasta donde puede y debe uno pagar, mucho, poquito, nada”. Y ahí uno tiene que pensar en términos de costo- beneficio. Tener una economía donde uno paga, cumple y no lo embroman y transmitir certidumbre sobre el sendero fiscal en que uno está, ayuda a la inversión. O sea, que tener un esquema razonablemente específico que te deje tu deuda atrás, vale.

Creo que es un error decir que los pesos que se pagan no se destinan a gasto social, porque presupone que el mismo peso gastado lo tendrías para gasto social si no pagaras. Es más difícil que una economía en default crezca, porque te podés encontrar con que lo que no pagás tampoco lo tenés.


-¿Cual es la magnitud del esfuerzo fiscal que supone el pago de la deuda?

El 3% del producto es 15% de la recaudación, lo que en cualquier lugar del mundo es mucha plata. La Argentina recauda 20 % del producto. Algunos comparan con el superávit de 4,5% de Brasil, pero éste recauda más del 30% del PBI. El 4,5 de Brasil es 15 % de la recaudación. En realidad, el ingreso del sector público no es el producto, sino la recaudación.

Si uno va más allá de lo factible, volvemos al jueguito ese de que se promete lo que no se puede. Si se promete lo que no se puede hay dos posibilidades. O te creen lo que prometiste, y en ese caso te caes en el futuro y es otro planchazo más, que difícilmente tolere la Argentina. O no te creen desde el principio y ahí tampoco va a haber inversión de nuevo.

También una idea es ponerse una cuota factible y pagar todos los meses para que te dejen tranquilo. No fijarse más en el riesgo país, no salir a pedir prestado afuera, y pagar igualmente. Tener la plata reservada, y tomártelo como que estás pagando la cuota a este club internacional, creo que es lo mejor.

Por eso creo que vale la pena apoyarme sobre un esquema que parece factible de alguna manera, no prometas mucho más allá y no te metas en un callejón sin salida.


- ¿Por qué decís que parece factible?

Porque el superávit del 5% está siendo factible, aunque sin dudas es una meta dificultosa. Hay dos cuestiones que tienen que ver con los derechos de exportación, el precio de la soja y el tipo de cambio real. Por un lado, aumenta la recaudación en términos de derechos de exportación, pero en dólares significa un monto menor. Hay siempre un trade-off. Tenemos un superávit primario costoso.

El compromiso debe ser contingente en términos del producto, es difícil decir la cuantía. No tenemos el modelo preciso de crecimiento, hay que reconocer la incertidumbre. Por eso, el compromiso debe ser consistente con la capacidad de pago.

Entrevista:
Leandro Cacioni
Lorena Drewes
Evelin Goldstein


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