21.8.05

 

Plan H - Año 2 Nro 3

Editorial
El Discurso Económico
Las Agrupaciones Universitarias Independientes: Historia, Razón de Ser y Perspectivas
Los Estudiantes y la Política
Diálogos: Crecimiento Económico
La Degradación de una Profesión: El caso de los Docentes Ad-Honorem de Ciencias Económicas
Desempleo y Degradación Social en el Conurbano Bonaerense


 

Editorial

Un año atrás hacíamos referencia, desde estas mismas páginas, a la asunción de las nuevas autoridades del Departamento y la Carrera de Economía. Este suceso –cuya difusión, vale decir, omitió casi por completo al estudiantado- fue entendido por nosotros en ese entonces como un paso adelante respecto de la situación de acefalía previa, que impusiera como norma el autismo, la inactividad y la disociación de la conducción respecto de los diferentes sectores que le dan vida concreta a nuestra carrera.

A su vez, reiterábamos una proposición que desde hace ya más de un año y medio sostenemos; esto es, la necesidad de constituir una comunidad académica propiamente dicha como vía para la formación de intelectuales críticos –valga la redundancia- y, por ende, comprometidos con su contexto histórico y social. Llamamos, consecuentemente, a las autoridades a presentar su proyecto y sus ideas frente a los estudiantes: este encuentro tuvo lugar a principios de este año, si bien finalmente por iniciativa de nuestra agrupación y no de dichas autoridades.

Hoy nos proponemos realizar un balance de la gestión iniciada entonces, a partir de los elementos que consideramos centrales para identificar su lógica de intervención. Creemos que este balance se justifica tanto por el tiempo transcurrido desde la asunción como a partir de la necesidad, en tanto estudiantes, de participar activamente en la discusión de la que depende el futuro de nuestra carrera. Por lo demás, los criterios con los que este balance se realiza son conocidos para todo aquel que formó parte en uno u otro modo de nuestras actividades: sus horizontes incluyen la ya mencionada conformación de una comunidad académica, la institucionalización de una carrera plural en sus perspectivas teóricas, y la coherente canalización de ambos procesos hacia la reflexión sobre los problemas fundamentales de la economía nacional, en tanto intelectuales de una determinada sociedad a la cual nos debemos y en la que desenvolvemos nuestra propia actividad profesional.

En cuanto a sus contribuciones a la conformación efectiva de una comunidad que incluya a estudiantes, docentes, auxiliares docentes e investigadores, consideramos que esta gestión ha mostrado ciertos rasgos progresivos. Los mismos pueden hallarse en las reuniones realizadas con el claustro docente; en su presentación al estudiantado rompiendo una tradición arraigada; en la realización de una encuesta académica que aparentemente pretende sistematizarse y de los seminarios internos en los que investigadores reconocidos presentaron sus trabajos en curso.

Sin embargo, la propia mención de estos puntos nos lleva a plantear nuestros reparos: las reuniones realizadas con el claustro docente fueron realizadas sin ánimos de construcción conjunta; la presentación al estudiantado requirió la iniciativa de una agrupación; los seminarios realizados –amén de su escasa o nula difusión- carecieron de un eje articulador que promoviera el debate y sustentara el espacio creado. Por otra parte tanto estudiantes como docentes y auxiliares se hallan aún excluidos de la toma de decisiones, siendo que no se ha conformado ningún ámbito en el que ésta pueda darse a través de un consenso colectivo: ya en otras oportunidades hemos sugerido la necesidad de una Junta Departamental que absorba y dé lugar a las experiencias de todos los integrantes de nuestra comunidad académica.

Celebramos asimismo la incorporación de cursos como los de R. Astarita (Desarrollo Económico); M. Schorr, M. Kulfas y K. Forcinito (Estructura Económica Argentina); B. Kosacoff; R. Bisang; D. Maceira; A. Ramos e I. Apella (Organización Industrial); u Oscar Cetrángolo (Finanzas Públicas). Consideramos que esta incorporación va en el sentido de requerimientos insatisfechos durante años, de los que se hicieran eco iniciativas como la Escuela de Economía Política y la Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche: de un lado la posibilidad tanto para el estudiante como para el docente de elegir bajo qué perspectiva analítica procurará abocarse a su objeto de estudio; y, de otro lado, la necesidad de que el contenido de los cursos dé cuenta de la problemática nacional y no de modelos diseñados para explicar fenómenos que nos son ajenos en sus términos. En este sentido, resulta relevante que tanto el nuevo curso de Organización Industrial como el de Estructura Económica sean conducidos por grupos de investigadores que se han dedicado al estudio de la economía local desde hace tiempo desde instituciones como CEPAL y FLACSO, respectivamente.

El grado de institucionalidad que estos y otros cursos detentan, sin embargo, es pobre de toda pobreza: su existencia es producto de una decisión tan unilateral como cualquier otra, revocable hasta tanto no sea convalidada por un concurso legítimo, y en más de un caso condicionada por la existencia de programas que preconizan ciertos enfoques de forma exclusiva. La altísima proporción de cursos no concursados ha sido destacada en repetidas oportunidades por la gremial docente y el movimiento de auxiliares; y a ella hay que sumar la también elevada proporción de cursos en blanco o a cargo del Departamento de Economía. Resulta claro que en este marco, si bien se han sentado las bases para un progresivo avance hacia una carrera consistente con sus propósitos, algo tan banal como un cambio de autoridades podría tronchar inmediatamente cualquier evolución.

Lo antedicho también es válido si hablamos de los criterios establecidos para la designación de nuevos docentes: en tanto y en cuanto ésta sea producto de una decisión unilateral y no surja como fruto del consenso con los representantes docentes y estudiantiles, existirá un vacío institucional que permitirá la imposición de la arbitrariedad por sobre cualquier concurso.

Por último, y en cuanto a la proyección de la FCE hacia la sociedad que la circunda, observamos aún las mismas falencias que mencionáramos en otras oportunidades: el Plan Fénix, único espacio orgánico sostenido al día de hoy, presenta una existencia a todas luces más concreta puertas afuera de nuestra facultad que en su interior. El contraste entre la proyección de este Plan en los medios de comunicación y su presencia en los claustros continúa siendo abrumador, vista y considerada la virtual inexistencia de ámbitos para la participación activa del estudiantado -así como del conjunto del claustro docente- en el desarrollo de su producción teórica. Cabe asimismo destacar la forma concreta que esta producción toma para el estudiante, esto es, la periódica publicación de investigaciones concluidas de cuyo proceso de elaboración no se tuvieron noticias.

En suma, debemos admitir que las autoridades de la Carrera y el Departamento de Economía han impreso una cuota propia de dinamismo al desarrollo de la vida académica, de la que se hallaban hasta ahora ausentes las Direcciones respectivas. A la luz de aspectos que ya hemos mencionado arriba debemos reafirmar que a nuestro entender el fin de la acefalía ha resultado un paso adelante; sin dejar por esto de recalcar las significativas objeciones que emergen frente al proceso en marcha. No puede decirse que existan esfuerzos por parte de las Direcciones en pos de crear un marco institucional que disponga la participación efectiva de estudiantes, docentes y auxiliares en la definición del futuro de la carrera; ni aún de uno que disponga la perdurabilidad de las transformaciones impresas por las propias autoridades actuales.

Asimismo, continúa ausente el ámbito desde el que se impulse la problematización de la realidad económica argentina por parte de los actores ya mencionados de nuestra comunidad académica. De más está decir que este aspecto resulta, por acción u omisión, crucial en la configuración de la identidad del egresado de la Carrera de Economía (Política) de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

 

El Discurso Económico

1. El lugar del discurso económico.

Bien sabido es que la sociedad capitalista no se halla libre de conflictos, y que la forma en la que se articulan las relaciones de producción entre las clases, sectores, naciones, en diferentes momentos y lugares, países y períodos, regiones y etapas, implican avances de unos y retrocesos de otros, pérdidas ruinosas y ganancias extraordinarias, liberaciones o dependencias.
Y podemos afirmar también, que en paralelo con la aparición de esta sociedad plagada de intereses contradictorios -contemporánea a su vez de la emergencia de la modernidad y la ciencia como forma legítima del saber- ha surgido el discurso económico, cuya centralidad analizaremos en dos planos. Por un lado todo discurso económico surge en un marco histórico concreto, más allá del cual no puede elevarse para establecer su lectura del fenómeno del que pretende dar cuenta1. Es decir, las distintas formas que adquiere el discurso económico resultan de la necesidad de intervenir a partir del conocimiento científico sobre realidades diversas que se transforman de un lugar a otro y a lo largo de la historia. Es por esto que la verdad contenida en un discurso solo puede juzgarse de acuerdo a la concordancia que presenta el saber del objeto en análisis con el objeto mismo, y no sobre patrones metodológicos descontextualizados espacial y temporalmente.

En segundo término no puede dejarse sin cuestionamiento el carácter de neutralidad objetiva pretendido por el discurso económico del siglo XX a partir del encorsetamiento de las formas de aproximación a su objeto2 -que por esta práctica finalmente termina seriamente desdibujado-. Desde sus primeras manifestaciones el discurso económico detrás de invocaciones más o menos enérgicas al bienestar general primero y al equilibrio general después, ha intentado anular el lugar de enunciación de ese discurso. Sin embargo difícil resultaría refutar que los escritos mercantilistas sostenían las políticas mas favorables a los mercaderes, los Pricipios de Ricardo encarnaron el argumento de la burguesía industrial frente a nobleza terrateniente, el discurso neoliberal los intereses de las finanzas y corporaciones trasnacionales en detrimento de los capitales nacionales y la fuerza de trabajo. Lo que queremos sostener aquí es que los discursos económicos no solo reflejan una realidad dada históricamente, sino que además la constituyen, tienen un lugar central en su reproducción y legitimación. Y que la reproducción y legitimación de ciertas relaciones de producción establecidas implican necesariamente resultados simétricos para actores antagónicos.

2. La formación del economista en los 90 en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.

Sosteniendo que el discurso económico ocupa un lugar central en la reproducción de determinadas relaciones sociales, nos dedicaremos ahora a analizar el discurso que se viene imponiendo en la carrera de economía de la FCE y sus consecuencias, para lo que, en primer término, será necesario presentar brevemente el contexto en el que tuvo lugar su gestación.

La hegemonía neoliberal

El proceso que se corona durante la década del 90 y que comienza en 1976 con la dictadura militar más sangrienta de la historia argentina tuvo como ejes la desarticulación del entramado industrial que se había ido consolidando durante 40 años, la apertura de la economía a flujos de mercancías y capitales sin controles, la disolución de las formas de intervención del Estado en materia empresarial a través de las privatizaciones, y el disciplinamiento de la clase obrera –que luego de décadas de pleno empleo había logrado una fuerza de negociación muy importante-. Estas transformaciones, que corrieron en paralelo a lo largo y ancho de América Latina, en Argentina se destacaron por su crudeza y profundidad, llevando al país de la cúspide de las naciones en desarrollo latinoamericanas a la crisis más grande de su historia, con el corolario del 60% de la población sumida en la pobreza, más del 20% de desocupados y una deuda externa que superaba su producto bruto anual.

La potencia de la hegemonía lograda por los sectores del capital y la banca trasnacional, las privatizadas, y los grandes grupos económicos locales –todos ellos sujetos de este proceso-, se refleja en que su discurso legitimante fue catalogado como pensamiento único, siendo sus principales voceros los funcionarios del ministerio de economía, los gurúes de la city, y periodistas afines. Dicha retórica, caracterizada por un alto grado de soberbia y desprecio por sus críticos, se constituyó a partir de la vieja idea de que el mercado es el mejor asignador de los recursos y que por tanto hay que eliminar todas las distorsiones (excepto la del tipo de cambio que permitió barrer con lo que quedaba de la industria nacional). Ahora, mientras estos predicadores del mercado realizaban su fina tarea, en la FCE, ¿qué sucedía?

La reforma del plan de estudios de 1997.

Según las Bases del Estatuto de la Universidad de Buenos Aires de 1966 dicha institución se sienta sobre los siguientes principios –que compartimos enérgicamente-:
1.- La Universidad de Buenos Aires es una entidad de derecho público que tiene como fines la promoción, la difusión y la preservación de la cultura. Cumple con este propósito en contacto directo permanente con el pensamiento universal y presta particular atención a los problemas argentinos.
IIL- La Universidad (...) forma investigadores originales, profesionales idóneos y profesores de carrera socialmente eficaces y dispuestos a servir a su país. Encauza a los graduados en la enseñanza y en las tareas de la investigación; y a través de ellos estrecha su relación con la sociedad.
La pregunta que deberíamos hacernos entonces es si, en el marco de un avance drástico en el plano político y económico de las fuerzas identificadas con sectores del capital trasnacional, cuyas consecuencias sobre la gran masa del pueblo están a la vista, la FCE de la UBA tuvo alguna intervención en la preservación de la cultura, en la solución de los problemas argentinos, en la formación de profesionales dispuestos a servir a su país o acaso en el acercamiento de los intelectuales de la facultad a la sociedad. Puede resultar significativo en este sentido el análisis de la reforma del plan de estudios de 1997 y la subsiguiente constitución de la carrera de economía, que sigue intacta por estos días.

La configuración imaginaria del economista de la FCE.

Comenzaremos nuestra lectura de la reforma a partir de un elemento que nos parece fundamental: el ideal de economista que se configura en el marco de la facultad y que funcionará como patrón de referencia para los estudiantes en cuanto a sus proyectos y ambiciones. Es cierto que en este sentido no podemos ignorar que estos tipos ideales se gestan no solo en el ámbito universitario, sino que están sujetos a la acción de los medios, a las necesidades del mercado laboral, a los estereotipos importados; pero lo que es innegable es que todo ámbito académico que se precie de tal debe lidiar con los determinantes del sentido común y ejercer una influencia cultural sobre sus miembros que les permita mantener una actitud crítica respecto de esos patrones.

El por entonces Director del Departamento de Economía sostuvo en una charla pública frente a las quejas de los estudiantes por el contenido curricular, que esos mismos estudiantes estarían agradecidos porque el paso por la facultad les permitiría en el futuro ingresar al MIT u otra universidad del extranjero. Este alegato, que puede parecer irrelevante, da cuenta de que el graduado en el que pensaban las autoridades a al hora de establecer cuales serían los planes de estudio poco tenía que ver con aquel en el que pensaban quienes elaboraron el estatuto de la UBA. Lejos de acercar a los economistas a las necesidades de su pueblo, lejos de formarlos para dar soluciones a los problemas nacionales, se optó por fabricar tecnócratas que tuvieran la cabeza en su futuro internacional, lejos de las miserias argentinas.

La formación teórica.

La licenciatura de economía que heredamos de la reforma del 97 y su antecesoras cuenta con un cuerpo principal conformado por micro y macroeconomía I y II, crecimiento, desarrollo, dinero, organización industrial, finanzas públicas, economía internacional y las materias de formación matemática. En la periferia de la carrera, entre otras, encontramos signaturas como estructura económica argentina, estructura social argentina (ambas de 2 horas semanales) e historia argentina (al principio de la carrera y dictada en las sedes). Podría desprenderse de esta estructura que a lo largo del tronco de la carrera se desarrolla la formación teórica del economista que luego encontrará su realización en el estudio concreto de la problemática nacional. Sin embargo el estudiante se encuentra que a la hora de cursar las estructuras argentinas tiene que descartar la pesada mochila que viene cargando con curvas de indiferencia, ecuaciones diferenciales y mercados de competencia perfecta3. Llegados a este punto cabe preguntarse el por qué de este extraño fenómeno.

El programa de las materias que constituyen el cuerpo principal de la licenciatura en economía, exceptuando honrosas excepciones4, resulta ser un calco de los índices de los manuales anglosajones de raigambre unilateralmente neoclásica -pretendida fuente de verdad de la que abreva el resto de la academia a lo largo y ancho del mundo-. El estudiante de economía comienza su formación con Mochón y Beker, sigue con Varian y Blanchard, luego le tocarán Krugman, Stiglitz y la versión avanzada de Varian, concluyendo su derrotero con una pila gigantesca de papers producidos por la academia primermundista. La teoría neoclásica contenida en estos manuales y papers pretende dar cuenta por medio de sus formulaciones analíticas y sus supuestos simplificadores del funcionamiento de la economía capitalista –mal que les pese-. Como toda teoría, en su búsqueda de la generalidad va dejando atrás cuestiones particulares o contingentes –toda superación de lo inmediato implica una pérdida de ser5-.

Ahora, lo que resulta de una lectura sintomática de la estructura del plan de estudios -en el que como dijimos las materias que se dedican a estudiar la economía Argentina prescinden del herramental impartido en las otras asignaturas- es que la universalización o generalización realizada por los análisis neoclásicos no logran subsumir en su explicación al fenómeno tal como se presenta en Argentina. Para convencerse basta con hacer la prueba de intentar comprender algún problema de nuestra economía a partir de dicha teoría: aumentos de productividad con baja de salarios, desempleo con flexibilidad laboral, escasez de ahorro con fuga del mismo a los países en que abunda, inflación sin emisión y con baja de los salarios, incrementos del "endeudamiento" externo y de las "inversiones" desde el exterior en paralelo al superávit de la cuenta corriente; casos contradictorios en términos de los modelos que deglutimos acríticamente a lo largo de la carrera.

De este modo podemos concluir que aquello que apenas se traslucía de las palabras del Director del Departamento acerca de los planes de estudio se confirma en lo que es en núcleo de la vida académica de la facultad, es decir, la cursada con su bibliografía, sus objetivos mínimos, sus programas. El economista de la FCE es formado a partir de una doctrina que o no puede, o no apunta, a dar cuenta científicamente de la realidad nacional, siendo que a la hora de contrastar su saber del objeto con el objeto mismo –la economía argentina- recurre a un acto de escapismo y deja el escenario vacío de conceptos.

Abrimos nuestra reflexión sobre la intervención de la FCE como formadora de discursos económicos preguntándonos -en un contexto de avance abrumador de fuerzas que dejaron a la gran masa de la población en condiciones de pobreza, desempleo, miseria, y al país en la peor crisis de su historia- si pudo desarrollar en su seno un pensamiento que apuntara a la preservación de la cultura, la solución de los problemas argentinos, la formación de profesionales dispuestos a servir a su país. La respuesta parece concluyente. La FCE a través de los contenidos de la licenciatura en economía no hizo más que aportar –ya sea por omisión o por intención- a la reproducción de un modelo que dejó al país en ruinas. Es así que para aquellos que piensan en una Universidad comprometida con el destino de su pueblo resulta urgente reflexionar e intentar dar respuestas al aparente dilema que plantea la ortodoxia entre el abandono de la teoría como forma de comprender la realidad en pos de un empirismo descriptivo a-científico, o la continuidad de patrones científicos falsamente universales incapaces de dar cuenta de lo que ocurre en nuestro país.

Breve comentario sobre el aporte de las corrientes alternativas y los movimientos de resistencia académica en la FCE.

Ahora, es imprescindible si nuestro objetivo es repensar la situación de la facultad y las alternativas que se presentan de cara al futuro, no solo poner el foco sobre lo ocurrido en el terreno institucional, sino considerar los avances que significaron los proyectos surgidos desde el estudiantado y los profesores heterodoxos, quienes no fueron observadores pasivos del triste espectáculo que brindaba el mainstreem y por lo tanto se constituyen en una referencia obligada.

El problema principal que remarcaron y remarcan espacios como la Escuela de Economía Política es el de la unilateralidad teórica –neoclásica- de la licenciatura. De esta manera la ESEP ha enarbolado como bandera la necesidad de una plan de estudios pluralista. El aporte de la ESEP en este sentido ha sido invaluable, dado que ha instalado en el sentido común del estudiantado el rechazo del dogmatismo ortodoxo, ha puesto la lupa sobre las grandes ausencias teóricas de la licenciatura –Keynes, Sraffa, etc.-, ha estimulado el interés por una formación crítica y plural.

La necesidad de una nueva articulación entre la teoría y lo real. El aporte de la Cátedra de Economía Nacional.

A la luz de los distintos aspectos que hacen a la vida académica de la carrera de economía sobre los que hemos reflexionado es que consideramos fundamental el aporte que introdujo el enfoque de la Cátedra de Economía Nacional Arturo Jauretche, razón por la cual nuestro análisis final se asienta sobre alguno de los lineamientos planteados desde ese espacio.
Hemos llegado hasta aquí con numerosos interrogantes: ¿Qué hacer para superar el dilema con el que nos enfrentamos? ¿Cómo contribuir al desarrollo de un pensamiento científico que apunte preservación de la cultura, la solución de los problemas argentinos, la formación de profesionales dispuestos a servir a su país? ¿Qué lugar debemos darle al fenómeno y cuál a las discusiones teóricas en función de crear un terreno fértil para la conformación de una comunidad académica dinámica y crítica?

Los estudiantes de la carrera de economía, y en particular aquellos que participaron de los espacios de formación alternativa, disponemos de numerosos modelos y teorías de distintas vertientes –en su mayoría pertenecientes al paradigma neoclásico- sobre gran diversidad de problemáticas económicas. Ahora bien, la inexistencia de espacios en los que dichas teorías y modelos se pongan en juego al contrastarse con los fenómenos tal como se presentan en nuestro país convierte todo ese potencial conocimiento en un rejunte de teorizaciones abstractas.
Es por esto que sostenemos la necesidad de que en un marco de pluralidad teórica, las distintas doctrinas económicas contrasten su saber sobre el fenómeno con el fenómeno mismo. Es decir, cada una de las materias que se dictan en la FCE desde nuestra perspectiva, debería contrastar lo que sostienen los papers y manuales que conforman los contenidos del curso con lo que efectivamente ocurre en este país. Ningún economista con pretensiones de cientificidad puede contentarse con las regresiones sobre el caso norteamericano que presentan los manuales para corroborar la validez de las teorías que exponen.

La formación no debería estar orientada a que los estudiantes de la facultad estén informados de las discusiones que sostiene la academia norteamericana o europea, sin cuestionar el estatuto de esos saberes en relación a la situación de nuestro país. De esta manera es que consideramos que la problematización sobre la realidad nacional desde las distintas corrientes teóricas es la única forma de activar la construcción de un pensamiento crítico y científico, entendiendo por esto aquellas elaboraciones teóricas que reconocen las especificidades espaciales e históricas y tratan de dar cuenta de ellas por medio de conceptos. Solo si acordamos que la pauta por medio de la cual juzgar nuestro conocimiento del objeto debe ser la realidad con la que nos enfrentamos –el objeto mismo-, y no las reglas epistemológicas que nos impone la academia anglosajona, puede cobrar sentido y dar frutos la formación que recibimos. Es decir, en la medida en que sigamos evaluando los saberes según pautas metodológicas, la confrontación de teorías no pasará de ser un juego de ingenio de gran sofisticación. Solo el fenómeno puede ponernos de manifiesto los límites y alcances de nuestras formulaciones conceptuales, la necesidad de cuestionar o profundizar una línea de análisis, la relevancia o intrascendencia de una teoría. Y paralelamente, solo la discusión sobre el fenómeno puede hacer comparables teorías que se asientan sobre patrones epistemológicos completamente diversos.

Sostenemos entonces, como resultado de nuestra reflexión, la necesidad de construir un espacio en el que los distintos enfoques que se desarrollan en las materias que conforman el plan de estudios de la licenciatura en economía converjan en la discusión de la problemática nacional, dando lugar así a la constitución de una comunidad académica que discuta, que piense, que elabore teoría y de esta manera que contribuya desde su especificidad a superar la aguda crisis que atraviesa Argentina y la miseria en la que se haya sumida gran parte de su población.

1 "El búho de Minerva solo levanta su vuelo al atardecer." G.F.W. Hegel, Filosofía del Derecho.
2 Modelización matemática, econométrica, etc.
3 En Estructura económica argentina preponderan los textos de vertientes estructuralistas, institucionalistas, historicistas, etc. Es contada la bibliografía que encara la realidad nacional desde la perspectiva teórica que se imparte en la licenciatura de economía.
4 Cursos como el de los profesores Crovetto o Cetrángolo pueden tomarse como algunas de las excepciones, dado que en la bibliografía de los mismos articulan las controversias teóricas internacionales con las discusiones que se dan en el ámbito local sobre los problemas argentinos.
5 G.F.W.Hegel, Ciencia de la Lógica.


 

Las Agrupaciones Universitarias Independentes: Historia, Razón de Ser y Perspectivas

Asistimos durante buena parte de los noventa al auge de las agrupaciones autodenominadas "independientes". Ahora bien, ¿independientes respecto a qué? ¿Acaso los militantes universitarios olvidaron la necesidad de dar la lucha conjuntamente con otros sectores, como miembros orgánicos de un mismo movimiento? Creemos que no. El presente ensayo pretende contextualizar al "movimiento independiente" en el momento histórico en que se desarrolló con más ímpetu, para luego reflexionar en torno a las potencialidades y limitaciones de este nueva forma de encarar la política.

Planteemos el problema en ciertos términos: Durante los sesenta y hasta mediados de los setenta, la militancia universitaria estuvo profundamente radicalizada. Independientemente del contenido político específico de cada grupo, nos interesa la forma en que éstos se articulaban con otros sectores extra-universitarios. Socialistas, comunistas, peronistas, radicales… cada uno de ellos formaba parte de un movimiento más vasto, nacional e incluso internacional, como parte del cual se concebían a sí mismos. Las agrupaciones universitarias no eran otra cosa que el "brazo universitario" de tal o cual partido político. Y estaban orgullosos de ello. Se impone entonces una pregunta: ¿Qué pasó que hoy, 30 años después, que ser "dependiente" es casi una vergüenza?

La Argentina Industrial.

El modo de acumulación vigente durante la Industrialización por Sustitución de Importaciones – ISI - signó el marco estructural de la lucha política argentina durante los sesenta y hasta mediados de los setenta. Esta dinámica de producción y de distribución del excedente1 implicó la inserción social, económica y política de la clase trabajadora, excluida hasta entonces por el modelo agroexportador. Esto no significa, obviamente, que la clase obrera no estuviera presente y organizada durante los años previos, sino que significa –únicamente- que por primera vez la clase obrera formaba parte de la dinámica económica como algo más que un simple factor de producción: era, por única vez en su historia, parte esencial de la demanda agregada. Dicho en otros términos, en el marco de una economía cerrada, impulsada fundamentalmente por el sector industrial interno, el consumo obrero era condición de posibilidad para la realización de la producción. Ésta era su relación con la valorización del capital y en esto radicaba parte esencial de su poder.

No nos interesa aquí discutir si este modo de acumulación fue producto de la lucha de la clase trabajadora –en un contexto de evidente estancamiento del modelo agroexportador- o fue consecuencia de un escenario internacional. Diremos únicamente que, en nuestra opinión, ambas cosas son ciertas. Lo que más ha de interesarnos es que, en este marco, la clase obrera experimentó un crecimiento político extraordinario. Y ello no fue casualidad.

El proceso económico de la ISI, mediante el pleno empleo y la creación de un proyecto efectivo de industrialización e independencia nacional, sentó las bases efectivas que cohesionaron a esta clase y le dieron un norte, una dirección en torno a la cual profundizar el modelo de acuerdo a sus propios intereses. La dinámica de la lucha política corría dentro de los cauces del modo de acumulación vigente, que brindaba horizontes relativamente claros y condiciones materiales de organización. La lucha política, comprensible en el marco de la estructura económica, le daba movimiento a ésta, y viceversa.

Paralelamente, las condiciones macroeconómicas dieron lugar al desarrollo de una importante pequeña burguesía que, aunque débil económicamente, fue la aliada natural de los sectores populares. El resto del cuadro es bastante conocido: burguesía pampeana y grupos económicos –locales y extranjeros- forman los otros dos actores que completan el círculo político. Uno de los grandes méritos de la lucha obrera fue, sin dudas, impedir su alianza2.

¿Qué consecuencia tuvo todo esto sobre la militancia universitaria? En el marco de una lucha obrera por imponer un modelo de país acorde a sus intereses, frente a una clase trabajadora fuertemente organizada y un partido político de masas que la representaba mayoritariamente, frente al intento de ruptura con los lazos imperiales que históricamente nos ataron, frente a una discusión política nacional en torno a los intereses de industriales y terratenientes, el movimiento universitario se vio inmerso en el escenario político nacional, formando parte de las luchas políticas.
También en esta época tuvieron un lugar importante reivindicaciones que se relacionaban con la posibilidad de cambio del sistema. Estamos hablando de los ideales de la revolución cubana y del "socialismo real". Pues no faltaron quienes vieron allí la salida histórica a los problemas argentinos.

La militancia universitaria era una, necesariamente, con las luchas políticas que sucedían en el país y en el mundo, y solo así podemos llegar a entenderla. Si la sociedad argentina pugnaba por definir el camino del progreso, con sus alternativas nacional-populares, nacionales "a secas", socialistas, etc., el movimiento universitario no podía menos que participar. Y cada proyecto contaba con un representante extra-universitario políticamente definido: el PJ, el PC, el PCR, la UCR. Así, en un país donde diversos proyectos estaban legítimamente representados por partidos políticos, los militantes universitarios luchaban por sus ideales adhiriendo y superando en algunos casos al partido (nacional o internacional) que representaba estos ideales. Como ya dijimos, las agrupaciones estudiantiles eran el brazo universitario de tal o cual partido que los superaba, pero que a su vez tenían vida propia.

Hemos intentado, hasta aquí, dar cuenta de las causas por las cuales el movimiento universitario formó una unidad con partidos políticos durante la ISI. Nos toca ahora tratar de comprender las razones de la ruptura.

La Argentina Reaccionaria: Agro y Valorización Financiera.

Sostenemos en este apartado que el cambio en el modo de acumulación tuvo dos grandes efectos sobre la capacidad organizativa de los sectores populares: por un lado, condujo a la heterogeneización de la masa obrera; y por otro, las propias características del sistema económico obligaban a que todo proyecto político unido a los trabajadores quedara por fuera del modelo, de modo tal que la única alternativa viable era la confrontación3. En este contexto estructural, las clases subalternas no tuvieron capacidad de levantar un proyecto propio y, en consecuencia, la militancia universitaria no pudo encontrar, fuera de la Universidad, un proyecto al cual sumarse. Y esa es, creemos, la clave para entender al movimiento independiente.
En tanto que la última dictadura marcó un punto de inflexión en casi todas las esferas, hemos de comenzar por allí. A modo de avance, habremos de sostener que su función social fue doble: por un lado, disciplinamiento social directamente ejecutado a través de la represión; por otro, re-estructuración de la base económica (cambio en el modo de acumulación) y de las relaciones sociales a ella vinculadas.

Dijimos anteriormente que una de las grandes victorias de los sectores populares y la pequeña burguesía fue, durante la ISI, evitar la alianza entre el capital industrial oligopólico y los sectores pampeanos. Ahora bien, el gobierno de Cámpora fue el intento fallido de los sectores subalternos de levantar su propio proyecto sin concesiones, intento que llevó a los otros dos actores a realizar una alianza estratégica para poner fin a los conflictos sociales (es decir, a las trabas para la valorización de su capital). El escenario internacional, caracterizado por la crisis del modelo fordista y la superabundancia de crédito barato, abrieron nuevas oportunidades que terminaron por dar forma a un nuevo modelo de acumulación4.

El alto grado de organización de la clase obrera obligó a tomar la vía represiva para la reestructuración. En tanto mecanismo de disciplinamiento social, la dictadura desarticuló los movimientos populares de dos maneras: la primera, directa, fue a través del asesinato de líderes y cuadros militantes; la segunda, aunque indirecta, tuvo consecuencias igualmente fatales: a través del terror, paralizó a la sociedad entera frente a cualquier proyecto político futuro. Nuestra generación, en particular, vivió desde pequeña esta segunda fase del proceso, a través del miedo de muchos familiares, profesores, etc., ante la situación del joven militante y el temor a una posible represión por parte del estado. Aunque muchos otros factores entran en consideración, es innegable que existió conexión directa entre este fenómeno y la reclusión de la ciudadanía en su esfera privada, en su individualismo. Esto fue importante como puntapié inicial de un aumento sin precedentes de la preocupación por el interés individual por sobre el colectivo, teniendo esto no sólo consecuencias sobre las actitudes en el día a día de las personas sino también en modos de concebir el mundo y en el rol de estado y las instituciones. En esta época se asistió a la caída del estado de bienestar y al ascenso del neoliberalismo. Éste presentó particularidades más que interesantes ya que, entre otras cosas, se mostró como un pensamiento único al que era inútil cuestionar, como si se hubiera llegado al punto cúlmine del conocimiento, por lo que había que dejar de lado otras visiones (como las nacionalistas, socialistas, etc.) ya que expresaban formas de pensar retrógradas que no estaban en consonancia con lo que sucedía en el resto del mundo. Esto llevó a que se adoptaran políticas económicas acordes al pensamiento neoliberal como si fueran las únicas posibles, llevando progresivamente la discusión desde un plano político a otro cada vez más técnico, donde la ideología encontró terreno para avanzar sobre el imaginario popular.

La dictadura lograba, entonces, mediante la represión y la imposición de un nuevo modelo económico, desarticular a los movimientos sociales y crear condiciones objetivas (como la falta de cuadros) y subjetivas (miedo e individualismo) que trabarían toda posterior reorganización.
Analicemos ahora el proceso económico subyacente. No es éste el lugar para desarrollar el modelo económico vigente durante más de 25 años, así que habremos de abocarnos a ciertos elementos estructurales, en tanto condicionan la capacidad de organización de los sectores subalternos.

En primer lugar, la existencia de una mayor tasa de ganancia en el sector financiero condujo a las grandes empresas a redireccionar allí sus inversiones, en detrimento del sector industrial. Asimismo, la desregulación de los mercados y la apertura económica, especialmente en el marco de la Convertibilidad, destruyeron la integración vertical y obligaron a las empresas a buscar reducir costos para ser competitivas internacionalmente, sobretodo a partir de 1979. Ambos procesos confluyeron en el achicamiento del sector industrial y en la expulsión de la mano de obra. La reforma laboral, que ha de entenderse en el marco estructural brevemente descrito, precarizó el empleo existente. Desocupación y precarización laboral llevaron a generar un elemento fundamental para nuestro análisis: la heterogeneización de la clase trabajadora.
Por otro lado, vimos ya que los movimientos políticos de la fase de la ISI no estaban desconectados de la base económica sino que, por el contrario, estaban encauzados dentro de ella y pugnaban por darle una dirección coherente con sus intereses. La ruptura del mercado interno, condición esencial del nuevo modelo, implicó que, bajo el nuevo modo de acumulación, la realización de las ganancias de las grandes empresas no dependieran del poder de compra de los trabajadores y la pequeña burguesía. Más aún, en el marco de una valorización financiera y un sistema productivo orientado al mercado externo (tanto en lo agropecuario como en lo referente a industria y minería), el salario pasó a ser –nuevamente- nada más que un costo. Ahora bien, si la economía crecía a costa de expulsar trabajadores, y la lógica de acumulación impulsaba la caída de los salarios ¿qué posibilidades tenían los sectores subalternos de organizarse y luchar dentro de los límites del modo de acumulación vigente? Esta dificultad obligó a que cualquier proyecto genuino tuviera que luchar por una nueva re-estructuración de la economía. Esto implicaba, necesariamente, contar con una fuerza inusitada. Pero frente a las necesidades de cualquier proyecto serio, se erigían condiciones objetivas absolutamente adversas: el legado desmovilizador de la dictadura, la creciente heterogeneidad de la clase obrera y el desempleo (que, a través de la amenaza que implicaba para los trabajadores, se convirtió en el mecanismo disciplinador más importante de los años ´90). No es casual, por tanto, que la reacción haya empezado, justamente, por los sectores absolutamente excluidos (los piqueteros), única esfera donde era posible reclutar masivamente trabajadores, aunque desocupados.

La contracara de este proceso económico fue la ruptura entre los partidos políticos y su tradición histórica. Se trata de un fenómeno extraordinariamente complejo, y somos conscientes de nuestras limitaciones al respecto. De todos modos, desarrollaremos una breve explicación, más no sea a modo de hipótesis, con la esperanza de que contribuya al debate. El contexto político post-dictadura militar era el siguiente: una clase obrera desarticulada y un poder económico sumamente concentrado, en el marco de un modo de acumulación que potenciaba este cuadro. En estas condiciones, en las cuales no había lugar para un verdadero proyecto popular que no fuera disruptivo (y donde no existían, debido a las razones ya mencionadas, condiciones para la existencia de dicho actor), el poder económico fue capaz con el tiempo de cooptar/imponer a sus representantes políticos. Asimismo, los ejes que articulaban al movimiento obrero hasta entonces no se correspondían con las nuevas condiciones estructurales, de modo tal que la única forma de que los partidos políticos fueran fieles a sus principios implicaba, necesariamente, una profunda revisión de su estrategia y de su proyecto, suponiendo que fueran capaces de ser contemporáneos de sí mismos.

En los '80, con la vuelta a la democracia, el escenario político era tremendamente inestable. En el '83 ganó las elecciones el partido radical, que no logró a lo largo de todo su gobierno formar una alianza con diversos sectores para poder gobernar. Es así como se sucedieron varios levantamientos militares y diversas presiones de sindicatos que reaccionaban ante medidas que iban en contra de sus intereses, junto con presiones de los grupos de capital concentrado y la banca internacional. Estas enormes pujas sectoriales y la imposibilidad de Alfonsín de encarar un proyecto firme, conjunto con un escenario internacional adverso, llevaron a terminar los ochenta con un "empate hegemónico" donde ninguno de los sectores pudo imponerse, con resultados emblemáticos como la hiperinflación.

A comienzos de la década pasada se alzó un nuevo líder dentro del Justicialismo, que ganó las elecciones internas por 6% y luego obtuvo un 50% en las elecciones presidenciales: Carlos Saúl Menem. Éste se mostró como líder popular oriundo de la provincia de La Rioja, con promesas tales como el salariazo y la revolución productiva. Sin embargo al llegar a la presidencia dio un notable giro respecto a su "populista" campaña electoral: confió el Ministerio de Economía a Bunge y Born y se dio lo que se llamó la "economía popular de mercado". Luego de una serie de cambios de ministros y de episodios inflacionarios se anunció el Plan de Convertibilidad de la mano de Domingo Cavallo. Este plan de estabilización consistió resumidamente en la fijación del tipo de cambio, privatizaciones y la apertura irrestricta de mercancías y capitales lo cual terminó, como es bien sabido, en una enormemente mayor concentración económica y distribución regresiva del ingreso así como en un sector claramente hegemónico: el financiero.
De esta manera, se rompió el péndulo político democracia-dictadura: ahora la democracia era servicial a quienes antes necesitaban valerse de las fuerzas armadas. Con Menem el peronismo no fue más una alianza policlasista, como antes, sino que fue vaciado de contenido desde el momento mismo en que comenzó a favorecer unilateralmente a ciertos sectores del capital concentrado, como ejecutor de las más profundas reformas neoliberales, con mecanismos como los indultos y la cooptación de cuadros dirigentes para mantenerse en el poder. Comunistas y socialistas vieron caer el muro de Berlín, y con ello todos sus ideales y, de repente, ser comunista parecía no tener sentido. El radicalismo, incapaz de desarrollar una propuesta alternativa coherente, se limitó a articularse en torno a la denuncia anti-oficialista, pero paulatinamente se tornó –en esencia- igual al PJ, como tristemente lo demostraría el gobierno de la Alianza. En el plano de las diversas facultades, esto se manifestó en la mercantilización de la militancia, que con el tiempo se convirtió en una poderosa mafia empresarial que, enquistada en la política universitaria, se dedicó a realizar aquello contra lo que tanto predicaba: enriquecerse sobre la base del saqueo de lo público.

En este contexto, con la absoluta desintegración del peronismo, del radicalismo, del socialismo y del comunismo, parecía no quedar nada. Sin embargo, como dice el buen saber popular "podrán cortar todas las flores, pero jamás matarán la primavera". En otras palabras, no faltaron quienes quisieron revivir la militancia propiamente dicha, aquella vieja militancia comprometida con la vida de los sectores subalternos y el desarrollo del país. Pero resultaba evidente que no existía, por fuera de la universidad, ningún actor que representara legítimamente dicho proyecto, al menos ninguno con proyección nacional que pudiera hacer las veces de actor articulador de otras fuerzas y que pudiera plantarse como opositor firme al modelo neoliberal. A su vez, los actores que históricamente habían ocupado dicho lugar nacional se habían convertido en su opuesto. Ser independiente, entonces, cobró sentido: se trataba de diferenciarse, de reivindicar el verdadero sentido de la militancia. La militancia universitaria resurgió de la única manera que era posible: sola, aislada, independiente.

Pero a medida que pasaba el tiempo eran cada vez más evidentes las falencias de esta independencia. Entonces se empezaron a juntar, formando "movimientos de agrupaciones independientes", casi una contradicción en sus términos. La profunda crisis del modelo que estalló en el 2001 rompió la hegemonía del pensamiento único, dando lugar al resurgimiento de voces articuladas en torno a la búsqueda de un proyecto nacional nuevo, hecho que comienza a plantear los límites a esta forma de hacer política. Ser independiente fue una excelente forma de resistencia, y un buen germen de algo nuevo (viejo), pero cada vez resulta más claro que hace falta articularse orgánicamente con otros sectores, perder la independencia para participar verdaderamente del escenario político argentino. Quedan sin embargo dos graves problemas que van juntos: por un lado, la inercia de la cultura dificulta resignificar la pertenencia a un movimiento nacional, latinoamericano o mundial, y van a tener que pasar años hasta que ser independiente carezca nuevamente de sentido; por otro lado, los noventa terminaron sin la existencia de un colectivo de izquierda hegemónico con el cual poder sentirse identificado, que invite a pertenecer a la mayoría del estudiantado: se trata, en realidad, de un problema que sufren muchas de las fuerzas militantes actualmente. Y es que, hoy, buena parte de la militancia argentina es independiente pese a su voluntad.

En resumidas cuentas, el cambio de escenario que desde hace unos años viene sucediendo en Argentina sienta las bases para superar el pensamiento único, y junto con él, la desarticulación de los movimientos sociales (incluidas obviamente las agrupaciones estudiantiles independientes). Y es que, mal que nos pese, superar la independencia obliga a hacer una lectura de la realidad actual y jugar nuestras fichas.

1 No desarrollaremos en este artículo la dinámica económica presente en estos años. Al respecto, pueden consultarse las obras de Marcelo Diamand y Oscar Braun, dos referentes obligados sobre el tema.
2 Gran parte del análisis político-económico de esta época esta realizado en base a O'Donnell (1976).
3 Confrontación que no impide, a modo estratégico, ciertas alianzas con otros sectores.
4 Sobre este punto existe un debate más que abundante. Nuestra posición busca remarcar que el proyecto de re-estructuración llevado a cabo por la dictadura no tenía en mente un camino tan claro como algunos autores sostienen. Por el contrario, en el marco de las reformas que sabían necesarias para acabar con la protesta social, el contexto internacional definió numerosos aspectos sin los cuales el cambio en el modo de acumulación no hubiera sido posible. El punto central de esta discusión radica en que si los sectores del capital concentrado estaban en condiciones de diseñar un plan de re-estructuración integral que llevó casi 30 años, su capacidad de proyección deja en el presente poca esperanza a cualquier proyecto popular futuro.

 

Los Estudiantes y la Política

El aniversario del último golpe de estado nos obligó a pensar en infinidad de cosas: represión, tortura, genocidio, desindustrialización, cambio de modelo… nosotros elegimos continuar en la misma dimensión que el año pasado: profundizar en la comprensión de la historicidad del estudiante universitario en la sociedad argentina. Para esto invitamos a tres reconocidos intelectuales: Patricia Funes, Eduardo Anguita y Horacio González, quienes realizaron una charla en torno al tópico "Los estudiantes y la Política". Esta nota es la desgrabación de la conferencia que realizaron en el SUM de la FCE.

Patricia Funes. Profesora de Historia Latinoamericana, trabaja actualmente en la desclasificación de los Archivos de la Memoria en la Plata.

Hablaremos de dos momentos de la historia de América Latina para enmarcar esta relación entre estudiantes y política: los años '20 y los años '60, dos décadas muy creativas, de horizontes muy utópicos, en las que la región se veía a sí misma como una región, y la Argentina, que en general es un país muy poco latinoamericano, tuvo fluidos contactos, sobre todo en el ambiente universitario.

Los años '20 tienen una significación peculiar para América Latina. Después de la Primera Guerra Mundial se dio un proceso de revisión de los patrones del siglo XIX: Ciencia, Progreso, Civilización; si lo que era el faro de alta cultura de la civilización había terminado en una guerra en donde murieron cuarenta millones de personas, hubo que pensar la Civilización de otra manera. Comenzó a relativizarse el papel del conocimiento, de los intelectuales, de la universidad. Como dijo Enrique Sureña: "no es que tengamos brújula propia, es que hemos perdido la ajena". Esto generó un ámbito de libertad de pensamiento y creatividad que se expresó en las vanguardias científicas de la época y en los ambientes universitarios de la mano de la reforma universitaria, sobre todo en aquellos países en los cuales la relación entre los estudiantes y el orden social era más conflictiva que en Argentina, en donde, de alguna manera, hubo un guiño entre Yrigoyen y los estudiantes universitarios, que le sirvieron para socavar el orden oligárquico precedente. En el resto de América Latina, sobre todo en aquellos países que soportaban largas dictaduras – el Perú de Leguia, la Venezuela de Juan Vicente Gómez, la Cuba de Machado- esa invocación al Manifiesto Liminar tuvo trascendencia histórica porque decía lo que en América Latina muchos estaban dispuestos a escuchar: estamos pisando una revolución, la revolución rusa- y Rusia era un país periférico. Esa revolución hacía posible pensar en otras revoluciones del espíritu. Es la idea de política la que se resignifica en estos años.

En estos lugares donde había dictaduras o intervención de los Estados Unidos (la época del gran garrote), la relación entre estudiantes y obreros fue muy estrecha. La Federación de Estudiantes Peruanos tuvo su bautismo de fuego en 1923 cuando los estudiantes salieron por primera vez a la calle, a partir de lo cual se inició el exilio de Haya de la Torre. Lo mismo sucedió con la Generación del '28 en Venezuela con Rómulo Betancourt y la del '20 en Cuba con Julio Antonio Mesa. Esta relación entre obreros, estudiantes y política se dio en ámbitos básicamente sociales y culturales, no desde los partidos políticos. Se dieron procesos interesantes. Por un lado, el movimiento estudiantil tomó prestadas herramientas básicamente del sector obrero: una huelga se hace para que haya problemas en la producción, pero pensemos ¿cuál era la lesión de que los estudiantes hicieran huelga? En segundo lugar, se creó un espacio de reunión: las universidades populares. Eran un lugar de reflexión entre autodidactas que no estaban en la universidad, profesores y alumnos, entre intelectuales y obreros; de esos lugares salió la nueva dirigencia política de los años '30 y '40. Hay una relación entre intelectuales, conocimiento, cultura y sociedad extra-partidista y muy política.

En los años '60 se dio también una relación entre la juventud, otra revolución- la cubana- y la expansión de las clases medias y las universidades latinoamericanas, que dejaron de ser de élites políticas y económicas. La relación entre estudiantes y política se tensionó, en principio, porque la revolución cubana tenía ese sello de estudiantes-jóvenes-utopistas. Aparecieron en los primeros años '60 en toda la región dos grandes proyectos: uno es el de la alianza para el progreso -como contraparte de las políticas de Estados Unidos sobre la región- o sea el Desarrollismo de los años '60 y '70. Esto se acompañó con una crisis en la que se pusieron en tela de juicio todas las convenciones sociales –religiosas, sexuales, culturales. En 1968 se produjo en Méjico la matanza de Chatelolco (que recién hoy se esta empezando a investigar oficialmente) en una manifestación conjunta de estudiantes y ferrocarrileros en contra del agotamiento cultural del régimen político: el Cordobazo de 1969 no fue un hecho aislado en el contexto latinoamericano. La confluencia de estudiantes y obreros respondió a que, pari pasu a las políticas desarrollistas, las reformas desde arriba, aparecieron las frustraciones de ese proyecto: de techo, agua, comida, educación para las enormes poblaciones por debajo de la línea de pobreza en el tercer mundo. Entonces surgió, frente al agotamiento de las políticas desarrollistas que intentaban superar los niveles de pobreza para evitar el caldo de cultivo de una nueva 'Sierra Maestra' en el resto de Latinoamérica, la segunda de las políticas, la de la Seguridad Nacional.

Para la Argentina tenemos una primera etapa hasta 1966, en donde estudiantes y política tuvieron bastante que ver con una política ligada a la institución universitaria, porque había canales de participación dentro de la universidad. Tenemos la idea de la universidad dorada, de la excelencia académica: EUDEBA editó diez millones de libros en seis años, surgieron infinidad de revistas, la Prensa Cultural, Tía Vicenta... Todo eso se acabó con la "Revolución Argentina" de Onganía, la primera de las dos dictaduras militares inspiradas en la doctrina de la Seguridad Nacional: no es casual que los primeros actos de Onganía hayan sido cerrar los hoteles alojamiento, cerrar Tía Vicenta y entrar a los bastonazos en la Universidad. Eso tiene bastante que ver con una mirada sobre estudiantes y jóvenes que se asociaba cada vez más a la protesta, ya no política sino a la impugnación de los valores de determinada clase social: la que sustentaba la civilización occidental y cristiana. En esta segunda etapa, a partir del '66, se produjo la exclaustración del movimiento estudiantil; entre el '63 y el '76 surgieron nuevas federaciones: la FUBA, el FAUDI, el FURN1 y FAEP2 entre otras. Es decir, desaparecieron los canales de participación dentro de la universidad: para cambiar la universidad había que cambiar el país. Esta fue la característica principal: la política universitaria estaba subsumida a la política general, a la revolución nacional.

Eduardo Anguita. Licenciado en Comunicación (UBA), conocido por nosotros por la coautoria de "La voluntad: Historia de la militancia en los 70" y otros libros. Trabajó en la redacción de Télam.

La intervención de la Universidad a treinta días de iniciada la "Revolución Argentina" tuvo un gran impacto en la sociedad, porque pese a que la clase media estaba acostumbrada a los golpes militares, nunca se había coartado el espacio de la autonomía universitaria. Si bien en la Argentina había habido, hasta el momento de la irrupción del régimen de Onganía, una tradición de luchas populares, fueron las Fuerzas Armadas las que se ocuparon de configurar un enemigo. En 1966 lo que había era una resistencia peronista intermitente y con dirigencias muy combativas pero también reprimidas por los militares y la derecha peronista. El movimiento estudiantil estuvo en el foco de esta represión incluso antes de que hubiera dirigencias estudiantiles militantes. En este sentido no fue sino hasta el '68 que la resistencia estudiantil adquirió la fuerza que desembocaría en 1969 en el Cordobazo, en donde ocurrió algo relativamente inédito en Argentina: cierta alianza entre los estudiantes y el movimiento de la clase obrera. Este encuentro que se repetía por toda Latinoamérica dio un gran envión a los movimientos revolucionarios no tradicionales de la izquierda argentina; empezó a romperse la idea tradicional de aquellos movimientos estudiantiles que habían sido de alguna manera satélites de la vieja dirigencia política y se amplió la izquierda peronista. Esto configuro una camada de militantes políticos muy jóvenes, muchisimos de clase media, de agrupaciones estudiantiles que se volcaron a la lucha revolucionaria, más por levantar programas socialistas que por una pertenencia especifica al movimiento estudiantil. A partir de finales de 1972, la gran movilización popular argentina en luchas populares clandestinas tuvo como eje excluyente la figura de Perón. Estos movimientos estudiantiles colaboraron de manera muy activa en todo el proceso que culminó en las elecciones de marzo del 73 y que permitieron la llegada del gobierno de Cámpora. En paralelo a este proceso de auge de la militancia, se dio otro de represión al movimiento estudiantil y popular que tuvo sus primeras intervenciones en el año 1971.

Es necesario detenerse en lo que fue el período 1973-1976 para comprender cuestiones clave acerca del movimiento estudiantil y sus relaciones con otros actores dentro de la sociedad. La respuesta de las distintas derechas –militar nacionalista, eclesiástica, peronista - ante el cambio político que significó el gobierno de Cámpora se ejemplifica con la intervención de la UBA, y la actividad de la agrupación parapolítica de la Triple A encargada de la desaparición de profesores y estudiantes, como mensaje para el resto de la comunidad universitaria. A partir de esto empezó a vivirse una retracción muy grande de los movimientos estudiantiles. Lo que se vivió entre mediados del '74 y el golpe del '76 no fue solamente el exterminio gradual y sangriento de la militancia, también se fue vaciando de contenido la vida académica, porque al amparo de esta represión iban cambiando los programas de estudios, la bibliografía, las cátedras. Este último año y medio de la vida política anterior a marzo del '76 fue muy poco estudiado, fue el período en el que el movimiento popular sufrió más derrotas, quizás donde los dirigentes y militantes de las agrupaciones revolucionarias más errores cometieron. Cuando llegó en marzo el golpe militar, no sólo el trabajo de inteligencia, sino que también la mayor parte del trabajo de desarticulación y represión ya estaba hecho. Este proceso fue ignorado por los propios movimientos estudiantiles, gremiales, intelectuales; es más, si se revisan los archivos de esa época, en la militancia se anotaban los pequeños crecimientos y logros, sin notar que la escena central estaba recayendo en el otro bando.

Horacio González Estudio sociología en la UBA, militó en el peronismo en los '70 y participo de las cátedras nacionales y en la revista Envido. Doctorado en San Pablo, regresó a la Argentina en 1985, pasando a ser profesor en sociales de Teoría Estética y Teoría Política, y de Pensamiento Social Latinoamericano. Actualmente es vicedirector de la biblioteca nacional.

Hay una figura que al hablar de militancia universitaria no puede ignorarse: Deodoro Roca, autor del Manifiesto Liminar3, gran figura del movimiento reformista de 1918. La palabra reforma, que es usada a veces en contraposición de una acción más enérgica, es una palabra que en la Argentina es digna de ser mantenida en lo alto de una bandera. Esa palabra cruzó cincuenta años de vida política argentina, no en vano muchas personas se sienten atadas a esa identidad que muchos pueden despreciar por insuficiente, pero que fue la base de un movimiento social y colectivo como quizás no hubo otro en la universidad argentina. El manifiesto como texto en sí es muy relevante, incluso el nombre "manifiesto liminar" es una rareza literaria. Frases como "vivimos una hora americana" o "las libertades que nos faltan son los derechos que aun debemos conquistar" marcaban muy a fondo la idea de la reforma, una idea modernista que involucraba figuras relevantes de la vida argentina.

Deodoro Roca exploró una situación, una posibilidad: darle una importancia desmesurada a la Universidad, un universitarismo. Creía que la sociedad tendría las reformas que la universidad iniciara. Las consignas de la reforma son laicas -para la Córdoba eclesiástica de 1918- y científicas, tenían un toquecito cientificista y un puntito antiinmigratorio. Luces y sombras de la reforma universitaria. Lo cierto es que Deodoro Roca decía algo muy importante: toda ciudad, al ser universitaria, es una ciudad quimérica pero emancipada, que irradia de sí misma todas las libertades posibles. La reforma fue fuerte por esto que hoy puede parecer desmesurado y que en la época lo era. Leopoldo Lugones, que era un gran polemista y uno de los grandes escritores argentinos, se rió mucho de eso e incluso los acusó por izquierda de estar apoyados por Yrigoyen. No se trataba sin embargo de cualquier gobierno; visto a la distancia era un gobierno de gran sutileza y sensibilidad. Yrigoyen estimuló la reforma porque se veía latinoamericanista aunque con un idioma propio.

Diez años después el propio Deodoro Roca, ya con una fuerte influencia del Partido Comunista, escribió otros documentos. El P.C., que no aceptaba plenamente la idea de universitarismo, proviene de la revolución soviética que, a diferencia de la cubana, no fue iniciada desde la universidad. Lo del primer Deodoro Roca se parece a lo que fue el marcusismo de los '60, Francia el '68: la Universidad como un gran canto utópico rechaza a la vida burguesa y ve a los estudiantes como sustitutos (una gran sustitución poética) de los obreros cuyo potencial revolucionario había descendido. En los años '20 el PC seguía a Lenin quien, si bien veía a los estudiantes como un sector ideológico disponible para la revolución, no se sentía estrictamente un estudiante. Por eso, cuando Deodoro Roca entró en contacto con el PC, de donde obtuvo la idea –obvia- de la crítica objetiva de la historia frente a la pretensión universitaria de cambiar todo desde sí misma, el universitarismo es criticado. El P.C. definió en ese momento de manera muy perdurable - porque hasta hoy esa definición es tomada por los más diversos grupos políticos –"la universidad puede llegar a cambiar si la sociedad cambia"; se invierte el orden de prioridades. Esa es la idea del segundo Deodoro Roca.

La idea poderosa de la reforma es algo que podríamos considerar un error incluso en su misma época. Bajo esta idea la universidad se convierte en una especie de partido; el reformista cabal se siente extraño cuando es vinculado a un partido, el reformista es un universitarista. Es entonces cuando Deodoro Roca escribió la otra frase, que es la que finalmente tuvo vigencia: "no hay reforma universitaria si no hay reforma social". Invirtió él mismo su propia consigna. La utopía universitaria encontraba su realidad, y al mismo tiempo que se hacía más verdadera, se empobrecía un poco su fuerza utópica.

Hoy mismo los movimientos políticos dicen lo mismo: "si la universidad no es de los trabajadores, entonces nada importante ocurrirá en su seno". Mientras tanto existe calladamente la idea universitarista, la idea de que la universidad es una metáfora de la sociedad, con su parlamento, sus procesos sociales. Si no, no se entiende cómo hay tanta energía alrededor de ser electo consejero estudiantil, matar o morir por obtener una carrera aún en una sociedad donde los títulos son cada vez más despreciados. Hay en todo eso una energía política que proviene del ideal de la reforma. La universidad cariándose anuncia cambios en la sociedad, pero esto no lo crea el movimiento estudiantil. En una sociedad compleja, partida y en gran medida desalentada ningún movimiento –ni el estudiantil- puede arrogarse la dirección del curso de una sociedad.

Podemos mencionar la crítica a la reforma que hizo el grupo FORJA en los años '40, un grupo muy importante que surgió de la universidad. Sus más importantes representantes habían sido todos reformistas. Muchos habían sido marxistas, muchos se habían volcado al nacional socialismo, otros a la derecha.

La critica de FORJA se basó en la idea de que la universidad de la reforma pudo haber sido emancipadora, latinoamericanista. Jauretche acusa a los estudiantes de ser la representación de la clase media, porque la dictadura cultural se proyecta hacia diferenciaciones sociales. No aceptó la tesis de Lenin, la idea de que los estudiantes eran un sector social avanzado que podía desprenderse de su origen social, sostuvo que eran, en cambio, la avanzada política de la clase media y por lo tanto expresión de los valores de los partidos burgueses. Jauretche dio un paso más y aplicó esto a otro sector que también se educa y lee: los militares. Efectivamente las corrientes de ideas están en todos lados y si la Universidad con el reformismo quiso bañar a la sociedad su consigna iluminadora de cambio, el ejército hizo lo mismo pero con posibilidades prácticas mucho más evidentemente resueltas. Lo demostró sangrientamente en períodos nefastos de nuestra historia.

Ese tema, que son las ideas y las armas, está siempre abierto hacia nosotros. En los años '60 y '70, dirigentes estudiantiles importantes pasaron después a partidos políticos, militantes armados fueron dirigentes estudiantiles. De una u otra manera, pensando en aquellos años tan terribles para todos, lo que no cambia es la enorme responsabilidad de la Universidad. Una universidad muy pobre, no sólo económicamente, pobre de ideas, pobre de grandes planteos. Está la idea del primer Deodoro Roca: hay que trabajar para adentro para mejorar el nivel de la Universidad. Una Universidad sin nivel, con cánones profesionales muy pobres, que debe elevar su calidad política: en la actualidad reina el esquematismo, la pobreza conceptual, la cita incluso mal hecha, un pedagogismo directo, lineal: no hay ninguna obligación de que por querer transformar el mundo y querer hacerlo rápido uno deba escribir cosas muy pobres.

Del segundo Deodoro Roca tomo la evidencia transutópica y realista al mismo tiempo de que los movimientos sociales y políticos deben interrogar fuertemente a la universidad. No se trata de desdeñar la vida académica, pero no debe renunciarse desde la academia a encontrar la vía de la relación con los movimientos sociales: los idiomas populares y los idiomas universitarios deben poder conjugarse. Las trabas a esto son consecuencia de los clichés y los estereotipos que se mantienen en la universidad. Debe entenderse a la profesión como una gran herencia del pensamiento de una sociedad. Si aceptamos eso, ahí ya hay muchas ideas de transformación, ahí está el primer Deodoro Roca- aceptando que quizás tenga razón el segundo Deodoro Roca.


Desgrabación y edición: Mariana Sanguinetti
1 Federación Universitaria por la Revolución Nacional
2 Federación Argentina Eva Perón
3 Que en realidad se llama "La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud América".


Los archivos de la Memoria (Patricia Funes)
Es importante el testimonio que tenemos acerca de la mirada que los servicios de inteligencia -concretamente la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires- tuvo sobre las universidades, los intelectuales y los estudiantes. "Estudiante Oscar de la localidad de Carlos Casares, 12 años de edad, concurre a la Escuela Nº6 de la mencionada localidad. El padre es agricultor, ganadero, de ideología política del pueblo. El menor no tiene ideología definida debido a su corta edad y el haber solicitado datos de algún país de atrás de la Cortina de Hierro se debe a que la directora del mencionado establecimiento ordenó que todos los alumnos que cursan sexto grado soliciten a los países europeos, con fines culturales, material ilustrativo de los mismos." En el informe después se adjunta y se dice, obviamente, que el chico fue a la embajada de Checoslovaquia porque la maestra se lo pidió, sin embargo "...inicia en un contacto que puede llegar a terminar en comunismo". Dice un informe del año '57 de este servicio de inteligencia: "Teniendo en cuenta que la acción comunista es muy intensa en nuestro medio, en las esferas intelectuales, siendo las universidades uno de los lugares preferidos por ellos; es imprescindible someter a estos lugares institucionales a una severa aunque discreta vigilancia." La vigilancia fue severa pero no fue tan discreta. Los espías se dedicaron a los centros de estudiantes y las agrupaciones estudiantiles, tanto en sus actividades políticas como extra-políticas.

Este registro abarca desde el año 1957 hasta el año 1998. Que durante quince años de democracia hubiera una división de inteligencia ligada al espionaje de ciudadanos esta diciendo algunas cosas acerca de las tareas pendientes de la transición democrática.

 

Diálogos: Crecimiento Económico

Toda carrera universitaria incluye asignaturas que, de una u otra forma, constituyen su núcleo central. A nuestro criterio, Crecimiento Económico es un ejemplo cabal de ello cuando se trata de la carrera de Economía de la FCE-UBA: Resulta casi redundante plantearse la relevancia que semejante materia tiene para un país latinoamericano como la Argentina, con una historia económica plena en ciclos de expansión, estancamiento y crisis. Consecuentemente, en esta oportunidad entrevistamos a los titulares de dos cursos, Norberto Crovetto -acompañado por Ariel Filadoro- y Saúl Keifman; a fin de que expongan sus puntos de vista en cuanto al significado que esta temática adquiere al ser estudiada desde nuestra Facultad.

Norberto Crovetto y Ariel Filadoro

Plan[h]: La primera pregunta va más allá de nuestra Facultad. Quisiéramos conocer su opinión en cuanto a la transformación que se está dando en el modelo económico a partir del nuevo gobierno, y si cree que esto influye en nuestra facultad ya sea del lado de los estudiantes o del lado de los profesores.

Crovetto: Lo que hay es más bien un colapso del modelo anterior. Lo cual no quiere decir que un modelo nuevo y distinto, si se quiere más heterodoxo, se haya impuesto al anterior; sino que el anterior entró en crisis y ha dado oportunidad para meter ideas heterodoxas. Y esto es lo que se ve en la facultad y en la política económica argentina. Pero esto va más allá de la voluntad o el deseo de las propias personas que están conduciendo, son los límites que en una correlación de fuerzas políticas pueden estructurarse para desarrollar una política definida. Cuando uno introduce elementos de pensamiento heterodoxo va a terminar haciendo medidas heterodoxas y esas medidas heterodoxas disgustan a ciertos sectores (generalmente poderosos) a quienes les gusta trabajar con el otro modelo, ya que se sienten mucho más cómodos porque se les hace más previsible. El modelo más heterodoxo quizás se les hace más previsible en cuanto a la definición del salario, pero menos previsible para las variables que afectan los intereses de los sectores poderosos; por lo tanto, no se trata de una mera lucha de ideas. El pensamiento económico es un pensamiento interesado, como lo repetimos en clase. Viene desde las entrañas de los intereses y se desarrolla a partir de ahí, por lo cual cuando se tocan objetos del conocimiento económico se tocan intereses y cuando se tocan intereses tiene que tenerse la consistencia de poder tocarlos hasta el fin porque, como decía Jauretche haciendo referencia a los boxeadores: "cuando estás arriba del ring no tenés mucho espacio para equivocarte, cuando te equivocaste te pegaron una trompada y te caíste". Y en la arena política tampoco tenés mucho espacio para equivocarte.

Quizás desde la academia o desde la teoría uno puede jugar más con ciertos elementos porque es un juego que tiene revancha. Digamos, uno se puede equivocar pero puede recuperarse. La circunstancia real es que hay un colapso por ineficacia, inoperancia, por falta de diagnóstico correcto del modelo hegemónico y ha dado espacio para meter algunas cuestiones, pero todavía [el modelo anterior] sigue siendo hegemónico.

Filadoro: Estoy de acuerdo. La construcción de un orden superador tiene que ver con mucho más que las propias contradicciones del modelo anterior. Y efectivamente existe el correlato dentro de la facultad de los problemas que había tenido el orden anterior, como fisuras, pero cualquier tipo de orden alternativo necesariamente convoca fuerzas que lo sostengan y desde ese lugar es difícil creer que hay una alteración de fuerzas que haga que el juego se consolide de otra manera.

C: Si Uds. ven las universidades europeas, aún aquellas que se encuentran tirando a centro-izquierda consideran modelos de optimización temporal. El propio Ramsey decía que la prefiguración del hombre que hay detrás del modelo es un pobre tipo, un robot, una cosa que se nos hace indigerible, un tipo calculador. Si el hombre fuera solamente eso poco se habría avanzado en la historia, no hubiésemos llegado hasta acá seguramente. La verdad –aunque es una aventura decirlo- es que uno no se reconoce cuando le dibujan ese homo economicus maximizador, que tiene las ideas claras, particularmente las ideas sobre la satisfacción. Partiendo de ese marco, no sé para qué existen el psicoanálisis, la sociología, ni muchas otras disciplinas que hacen a las distintas facetas del ser humano. La economía hegemónica no reconoce ese hombre y éste es el problema principal.

F: Quizás el desafío dentro de la facultad tiene que ver con la construcción de algún tipo de herramental que nos dé elementos que recuperen de una manera un poco más adecuada la realidad.

Plan[h]: Esto puede, en parte, explicar el alejamiento de la economía con respecto a la realidad y su aislamiento con respecto a otras disciplinas como una simplificación propia de la economía hegemónica.

C: Uno puede preguntarse qué es una aproximación a la realidad. Existen varias posibilidades, el tema conflictivo es la aproximación desde el pensamiento hegemónico. Uno puede hacer muy poco con la estadística si no tiene un modelo referencial que la ordene. Uno debería ponerse a pensar que sentido tiene esa observación de la realidad. Yo creo que cuando Uds. piden más acercamiento a la realidad, están pensando en acercarse más a los propios intereses de nuestro pueblo. Quiero ver desde mi realidad y no desde cualquier realidad. Puedo aprender cómo miran otros desde otras realidades pero me interesa que haya en cada una de las materias lugar para la visión desde la Argentina, el último país del Cono Sur, bien lejos de los centros hegemónicos, pero no marginal. Esto nos remite al pensamiento nacional, que por mi propio sesgo remito a, por ejemplo, Jauretche, Scalabrini Ortiz, Hernández Arregui, más todos los pensadores que habrán leído seguramente.

Plan[h]: ¿En su curso se leen autores latinoamericanos? ¿Por qué?

C: Esa es la idea. Incluso en algunos momentos queríamos incluir autores de África, que poco se leen. A medida que vamos asentando la materia con el equipo, vamos pudiendo incorporar visiones desde el propio lugar, aunque compartan visiones teóricas con el resto del mundo. Tener un pensamiento nacional no quiere decir tener un pensamiento xenófobo, ignorar pensamientos elaborados en otras partes. Pero sí interpretarlo, reelaborarlo, redefinirlo en función de un enfoque que parta del propio lugar. Elaborar cosas concretas que uno tiene que resolver desde su lugar, ya que en caso contrario está resolviendo problemas de otros y eso se llama enajenación.

Plan[h]: Otra pregunta que tiene que ver con esto es: ¿Cuál es el eje del curso y cuál es, según Uds. el principal problema del crecimiento económico?

F: Fundamentalmente, por cómo está definido el objeto, el crecimiento económico tiende a ser asociado a la tasa de crecimiento del producto. Sin embargo, nosotros tratamos de ampliar el objeto en la medida en que, por ejemplo, en buena parte del curso se habla de tipos de estructura productiva. Tener en claro de qué tipo de producto estamos hablando en el sentido de si incorpora industria o no, si incluye bienes primarios o no, tratando de visualizar los efectos sobre los distintos sectores sociales, con lo cual nos acercamos bastante a paliar lo que tanto se ha hecho por separar entre crecimiento y desarrollo. Nosotros tratamos de no separarlos, se nota que en el programa no se disecta la realidad de modo que sólo quede aislada la tasa de crecimiento del producto. Sin embargo es un indicador con el que es necesario trabajar.

C: Convivimos en una zona gris con la materia "desarrollo económico". Hay una temática propia del crecimiento y otra del desarrollo, pero es muy difícil separarlos. Son muy pocas las facultades en el mundo que tienen separadas las materias "crecimiento" y "desarrollo". En realidad, los que más separado lo tienen hablan de economía dinámica o de dinámica económica que es lo que más se acerca a nuestro "crecimiento". Pero uno puede sesgarlo para dinámica económica o para desarrollo. Nosotros preferimos sesgarlo para éste último. La dinámica limita un poco más todavía las posibilidades de apertura que se tienen en otras cuestiones, cerrando mucho más el espectro. Sería "más de lo mismo".

F: En ese sentido los ejes que recorren el curso apuntan a brindar elementos para esclarecer algunos aspectos del crecimiento o, en el caso de Argentina en estos últimos años, del estancamiento. Y se trata de hacer un paneo de las principales visiones, algunas eurocéntricas, porque efectivamente no se puede vivir solamente con ideas propias.

C: No compartimos la idea de tirar todas las ideas a la basura cuando son eurocéntricas, no se trata de eso. Se trata de recuperarlas y redefinirlas. Por lo tanto lo que uno tiene que hacer primero es aprenderlas bien, sino no las va a poder redefinir nunca, ni las va a transformar de acuerdo con sus propios intereses. Va a seguir sujeto y tiranizado por la ley de ventajas comparativas, que es el modelo de pensamiento económico más interesado que he visto. ¡Sólo sirve para Inglaterra!

F: Al respecto, Paul Baran decía que la división del trabajo entre los países manufactureros y los productores de materias primas es la misma que se da entre un jinete y un caballo. Hacia el final del programa de la materia, lo que tratamos de hacer es volver un poquito a la realidad para ver si al final del camino hay algo para decir, qué se aprendió, y si se puede leer e interpretar esta realidad con algún elemento más incorporado a lo largo del cuatrimestre.

C: Alguna vez un amigo, más sociólogo que economista, me decía que cuando nosotros éramos estudiantes había más certezas que dudas. Llama la atención que hoy uno le transmite a sus alumnos más dudas que certezas. Y la verdad es que a esta altura del partido no me queda más remedio que transmitirles más dudas que certezas, por lo menos para que se vayan pensando que no todo es gratis, que todo tiene que pensarse, que hay que dudar de las cosas y desconfiar de los conceptos. Así me quedo más tranquilo de que saben más que si tuvieran, como las tuvimos en nuestra época, certezas absolutas. Nuestra educación fue de alta certeza, estábamos seguros de que íbamos a hacer la revolución en cinco minutos. La duda no quedaba, la duda era la crítica. Y la crítica no tiene duda. Esto no es volver a Descartes como filosofía política, sino que realmente lo de la certeza y la incertidumbre es algo en lo que insistimos porque genera una problemática que es necesario tener en cuenta para no irse de boca. Presumo que estoy dejando una visión que va a hacerle al alumno no abalanzarse en una dirección cuando tenga que actuar como si la duda no existiera. Por lo menos yo creo que va a tener la incertidumbre, quizás aún muy negada, pero como un leve cosquilleo. Que es un poco del accionar que uno ha hecho al hacer economía pública desde 1988. Las certezas se me fueron borrando. Es muy difícil. Cuando uno cree que está yendo en una dirección, salta una liebre de cualquier lado.

Plan[h]: ¿Qué economistas evalúa como indispensables para abordar la problemática del crecimiento económico, y qué autores -tanto nacionales como extranjeros-, realizan, para Uds., más aportes al análisis de la realidad económica?

C: Sin duda lo que hicimos nosotros en el programa fue consciente. Creo que tenemos lo mínimo indispensable como para tener un panorama de lo que es el crecimiento económico, de lo que es el pensamiento en la teoría del crecimiento, y lo que es un pensamiento que, sin ser sesgado, sea amplio y claro en todas las direcciones. Mas allá que esta cátedra tenga un enfoque que es decididamente heterodoxo, para ser coherente con lo que recién decíamos, hay que saber bien con qué uno no está de acuerdo para poder redefinirlo en los propios términos. Yo no creo tampoco que todo el pensamiento post-keynesiano sea digno de ser tomado, así como así, para aplicarlo en Argentina; sino que hay que redefinirlo y reverlo para adaptarlo, o bien reformularlo en nuestra cuestión. Por lo tanto, en el curso vemos desde los neoclásicos hasta a los post keynesianos. Quizás no hacemos mucho hincapié en algún enfoque marxista. Tenemos el texto de Palma sobre la teoría de la dependencia, pero ahí sí tomo lo de otros profesores: "el tiempo te come". Sin embargo, reconozco que es difícil cortar. El eje es que no queremos hacer un sólo eje, la idea es que permita tener varios enfoques y que esos enfoques estén dados lo mas naturalmente posible, no desde manuales, sino tratando de ver lo más cercano posible al original con un manual de base.

Plan[h]: Tal vez lo que queda descontextualizado son los clásicos.

C: También una idea del programa es ver primero el pensamiento presente hegemónico, la historia de ese pensamiento, la respuesta a ese pensamiento, y luego la visión desde cómo podemos reaprovechar eso desde nuestra problemática. Éste es el enfoque del programa.

F: La idea es que el alumno elija entre una cesta de opciones. Creo que gente de distintas vertientes con preferencias diferentes, mínimamente conserva algo de lo que le dimos entre otras opciones mas conocidas.

C: Nuestra materia no tiene intenciones de ser dirigida por el pensamiento neoclásico. Aunque uno sea neoclásico, puede tener intenciones de tener una amplitud de visión que le permita ver las críticas a los neoclásicos. Aún si se es neoclásico, por lo menos debe saberse que existe una crítica, si se es post-keynesiano debe saber qué es lo que dicen los neoclásicos. Porque es pensamiento que uno tiene que redefinir, uno tiene que desconfiar de todo.

Plan[h]: Lo que pasa es que se llega a Crecimiento con varias materias dadas, y para entonces los alumnos están bastante encasillados en la teoría neoclásica.

C: Así es. Incluso estructuralmente. Se piensa siempre en modelos de optimización, en modelos de estilización de comportamiento que suponen un tipo de hombre atrás. Cuando se empiezan a sacar esas cosas los puntos no son de equilibrio. Entonces, ¿de qué son? Empezamos a perdernos en otras cuestiones. Pero es bueno de vez en cuando perderse, porque en ese camino uno recupera el trayecto. Se tiene un panorama que empieza a ser más amplio.

Plan[h]: ¿Piensa que en la carrera hacen falta más horas dedicadas al análisis de la economía nacional y latinoamericana?

C: A mí me parece que todas las materias deberían tener un punto final que, aunque sea un balbuceo introductorio, le den al alumno las herramientas que desde nuestro lugar deberíamos tomar en cuenta. En algunas se va a notar más, en otras menos. En macroeconomía, en microeconomía, habría que tener algo especial. Porque cuando se da la fijación de precios hay que ver cómo se da en los mercados latinoamericanos que tienen estas características: series cortas, mercados chicos altamente oligopolizados... ¿Cómo es que se definen? Entonces eso permite tener una adherencia a la realidad después de recorrer toda la teoría. Esta es nuestra visión. En macroeconomía también deberíamos tener algo por el estilo.

Plan[h]: Según su criterio, ¿Cuál es la restricción que marca el ciclo económico en la Argentina?

C: Básicamente la restricción externa. Lo que marca el ciclo son las crisis del sector externo. Esta restricción se da en muchos países, lo que pasa es que cuando se tienen situaciones de estructuras productivas más equilibradas se disimula la restricción externa o no influye tanto.

Plan[h]: ¿Qué país pondría como ejemplo de esto último?

C: Francia, España, Italia. Pero aun así España tuvo su crisis del sector externo, Francia también la tuvo e Italia también. No yendo a países como Alemania, Inglaterra o Estados Unidos que las disimulan mucho más. Europa ahora como conjunto lo va a disimular mucho más porque el dólar quedó como moneda competitiva del euro. Ahora tiene posibilidades de financiar su nivel de actividad. Tiene grados de libertad. Eso disimula la restricción externa; mientras nuestros países, que son altamente dependientes, no hegemónicos, que están sujetos a lo que es la situación de la economía mundial, son los que más sufren los vaivenes de afuera y adentro. Las crisis del sector externo pueden venir de afuera o adentro.

Plan[h]: ¿Sobre qué bases se apoyó el crecimiento económico durante la etapa de la convertibilidad?

C: Sobre la entrada de capitales del exterior, que es lo que apoyó la tasa de crecimiento.

Plan[h]: Actualmente ¿es sustentable el crecimiento post convertibilidad?

C: No, hay que hacer muchas cosas todavía para que sea sustentable. Estamos en un camino mucho mejor que antes porque el pensamiento dominante capotó; lo cual nos permitió introducir contenidos heterodoxos. Sin embargo, esta heterodoxia es similar a la del ´30, heterodoxia a veces hecha por ortodoxos que se enfrentan a una realidad y tienen que resolverla. Cuando uno está en el ministerio no puede inventar teorías, tiene que resolver el problema: hay pobres, hay muchos conflictos, no es fácil. Tienen que apagarse incendios. Entonces ahí se apela, como Pinedo en el ´30, a un montón de medidas no liberales consistentes con un desarrollo industrial. Apagar el incendio significó proteger, devaluar, mejorar el agregado de las exportaciones, permitir tener un tipo de cambio alto que ahora se está sosteniendo. Pero el superávit comercial es equivalente a los pobres que hay. Tan sencillo como esto. Tener este superávit significa tener estos pobres. Caso contrario, la producción no alcanza para darle de comer a los pobres. Entonces definir la política de producción es el problema. Y ahí es donde hacemos agua por todos los costados. Este es el punto por el cual no podemos estructurar un pensamiento propio, porque de ser otro el caso tendríamos políticas productivas y cuesta horrores. Hay balbuceos, hay indicios, hay tratativas.

Plan[h]: Es como una política de apagar incendios...

C: Y, sí. Recién ahora podemos estar pensando en alguna cosa a más largo plazo. Recién ahora desde el punto de vista del propio Estado se recupera el presupuesto para tres años que se había perdido desde el 2001.

Hay una dificultad y esa dificultad viene también de la teoría. Tenemos dificultad para hacer propias las teorías para adecuarlas a nuestros propios problemas. Entonces, cuando se debe actuar, ¡chau!. Diamand tenía un chiste bueno al respecto. "Eran dos pilotos que querían cambiar la dirección del avión. La dirección original era siempre norte-sur, no había otra que esa. Entonces los aviones estaban diseñados solamente para esa. Los pilotos querían cambiar la orientación y querían ir de este a oeste, para ver si se podían hacer mas cosas, etc. Entonces reacondicionaron el avión y salieron. A la hora de salir el avión empezó a temblar, a la hora y media peor, con el tiempo se sacudía cada vez más, los pilotos se empezaron a asustar, cada vez se movía más. Entonces agarraron el manual. Subir esta palanca, apretar este botón. Entonces levemente el avión que iba de este a oeste empezó a ir de norte a sur."

Este es el esquema: uno piensa cosas, intenta resolver problemas para en el fondo resolver problemas que remiten a intereses concretos. A veces se envuelven de cuestiones grandilocuentes, incluso matemáticamente, diferenciales complejas, las raíces de una matriz: si son positivas es estable, si son negativas es inestable. Esa envoltura esconde también, como hacen los médicos para los que a veces la enfermedad tapa al enfermo. Acá la teoría tapa el problema.

F: Creo que la década del noventa mostró claramente un ciclo cuyo síntoma final fue la falta de divisas; la entrada de dólares por determinadas condiciones y la escasez como emergente de algo que es más complejo. Y fue una década de crecimiento con un patrón de distribución regresiva del ingreso. Es un desafío social el generar condiciones de crecimiento que sorteen las vallas históricas, entre las que se encuentra el sector externo y donde fundamentalmente es preciso alterar el patrón de distribución del ingreso, a favor de uno mucho más progresivo; como para empezar…

Plan[h]: ¿Hay un cambio de modelo?

C: Nuevamente aquí aparece. Es la realidad que te impone cuánto es posible el cambio de modelo o no. No es que uno tenga la soberbia de decir "Bueno, ahora cambio de modelo: un Fiat Palio por un Peugeot 206". No es así. Muchas de las criticas que se hacen con respecto al plan de gobierno las hacen economistas que tampoco tienen clara una orientación hacia el futuro. Porque todos estamos enredados en la misma cuestión, primero sería bueno que lo empecemos a reconocer. Estamos enredados en algo que es difícil y que requiere tener un contexto también teórico de mínimo común que nos permita actuar en la misma dirección. Pensamientos distintos pero parecidos. A veces parecen parecidos y surgen conflictos en eso. Hay que discutir qué es lo conveniente. Alguien tiene que decidir, y no se sabe si puede decidir con los grados de libertad que uno quisiera. De esa combinación de cosas va surgiendo una posibilidad de política económica. No es que la política económica se hace en el aire. Tampoco se hace con regla y compás. Lo importante es tener unas balizas que nos permitan orientarnos hacia ese lugar, después está el avión que tiembla y hay que bancarse que el avión tiemble. A veces hay que correrse porque el avión tiembla demasiado y uno se viene abajo. Pero tener un dólar alto y mejores salarios, o tender a tener mejores salarios y producir una mejora en el nivel de empleo, son objetivos muy importantes ahora y de una magnitud y un esfuerzo para reconocer. No es fácil.

Saúl Keifman

Plan[h]: ¿En torno a qué eje articula su curso? Dicho de otra manera, ¿cuál es "el" problema en crecimiento económico?

Keifman: Yo no puedo decir que exista "un" problema; cuando uno dice "el" problema, está en singular, ¿no es cierto? Yo diría que son dos preguntas, una es cuál es el eje del curso y la otra cuál es el problema. El eje es una pregunta: cómo explicamos la diferencia de niveles de producto por trabajador o entre tasas de crecimiento entre países y a lo largo del tiempo en los mismos países. Ahora, el problema es bastante complejo, tiene varias dimensiones; una tiene que ver con la acumulación de factores productivos, y la otra, si uno quiere separar, con la asimilación y cambio tecnológicos, de manera muy sintética.

Claro que éste es un recorte arbitrario y parcial. Queda mucho afuera que tiene que ver con el crecimiento, pero que no se podría dar en un cuatrimestre. Si uno tuviese una materia anual, abordaría por ejemplo distribución del ingreso e inserción internacional. Pero como uno supone que Desarrollo trata de eso, de manera más específica, se queda más tranquilo, porque aunque el abordaje no sea exactamente el mismo, por lo menos hay un tratamiento de esos temas.

Plan[h]: ¿Sería recomendable desde esa perspectiva que crecimiento se volviese anual e incorporase esas dimensiones o la división presente es más favorable?

K: Primero, si volvemos anuales las materias cuatrimestrales podemos tener una carrera de ocho o diez años y eso no tiene sentido. Porque tampoco uno puede creer que cada materia tiene que hacer un tratamiento exhaustivo de todos los temas que tienen que ver con la problemática de la materia, con todos los modelos, las teorías... eso es imposible, una utopía. Lo importante es que una materia sea una introducción para el alumno a una serie de modelos, de técnicas de análisis, de hechos estilizados que le sirvan después para que, cuando necesite profundizar más adelante, en su experiencia profesional, en un posgrado, tenga una base para hacerlo, no vaya a partir de cero. Lo que se busca es una introducción a la problemática. Si no, con ese criterio todas pueden ser anuales. Porque crecimiento no es más importante que otras materias.

Plan[h]: ¿Subsumiendo Desarrollo en Crecimiento?

K: ¿Articulando Desarrollo y Crecimiento? Por alguna razón el plan tiene materias cuatrimestrales y no anuales. Primero habría que discutir entonces por qué son cuatrimestrales o anuales. Y después se podría discutir cómo articularlas.

Plan[h] ¿Cuáles economistas evalúa como indispensables para abordar la problemática del crecimiento económico?

K: Podría citar los que están en la bibliografía de la materia. Empezaría por David Ricardo, seguiría por Harrod, Solow, Kaldor, Pasinetti, después tendríamos a los autores de crecimiento endógeno: Paul Romer, Lucas, si uno tuviese más tiempo diría posiblemente a Aghion y Howitt. Pero si tuviera que hacer una lista corta, esos serían los autores del crecimiento económico. Ésos se deberían manejar bien o, al menos, algunas ideas.

Plan[h]: En su curso, ¿Se leen autores latinoamericanos? ¿Por qué?

K: Buena pregunta. De hecho, hemos incorporado este cuatrimestre un autor latinoamericano, a Guido Di Tella. Él dice una cosa muy interesante. Ustedes seguramente se acuerdan de él por su experiencia como Ministro de Relaciones Exteriores; ustedes debieran olvidarse de ese Di Tella, porque una persona puede hacer muchas cosas a lo largo de su vida. Di Tella-Zymelman hacen un muy interesante aporte a la interpretación del crecimiento económico de Argentina. Lo que hicimos fue incorporar un artículo que hace una sintesís de lo que desarrolló Di Tella en el libro con Zymelman y que también puede verse como una aplicacioón del modelo de Ricardo para la Argentina, eso es lo que me parece interesante ¿Hay crecimiento sostenible con recursos naturales que estén en oferta fija? Ese es el problema de Ricardo. Mi interpretación de lo que hace Di Tella es que él da vuelta el modelo de Ricardo, porque éste siempre está visto desde Inglaterra: en un país con cantidad limitada de tierras, el aumento de la población lleva a una caída de la tasa de ganancia y entonces la solución que propone es comerciar con países abundantes en tierra y evitar así que caiga la tasa de ganancia, por un tiempo, porque el estado estacionario siempre llega. Lo que hace Di Tella es darlo vuelta. Ve el otro lado de la historia, una economía de frontera, donde la frontera se va expandiendo y entonces el país crece en la medida que la frontera se expande, porque todavía no están operando los rendimientos decrecientes y también tiene una inserción ventajosa en el comercio internacional desde el punto de vista de las ventajas comparativas estáticas. Pero eso se agota, no es sustentable. Entonces, de manera muy simple está planteando que el modelo que tuvo la Argentina hace un siglo no era sustentable, porque se basaba en la extensión de la frontera, y esta es finita, se acaba. Una vez que se ocuparon todas las tierras, ya no se puede crecer por el lado del comercio internacional vendiendo productos primarios. Plantea el desafío de pasar de la renta agraria a la renta tecnológica. Por eso lo incorporamos, pero es cierto que hay pocos autores latinoamericanos, lo que requiere una respuesta. En parte tiene que ver con que Crecimiento, a diferencia de Desarrollo, surge como una reflexión de la experiencia de los países desarrollados. Después, a partir de las teorías de crecimiento endógeno se vuelve más ambicioso y trata de explicar las experiencias de todos los países del mundo. Y ahí se vuelve más interesante la teoría para nosotros. Lo que está implícito en la exclusión de estos autores, no es que no sean importantes para entender la experiencia de desarrollo de los países latinoamericanos, del nuestro en particular, sino que esto está tratado en otra materia, que es Desarrollo, donde tradicionalmente se le dio mucha importancia. Responde simplemente a eso. De hecho, no creo que se pueda entender la experiencia de crecimiento de estos países si uno se limita a autores que no sean latinoamericanos. Sería imposible. En ese sentido quiero reafirmar que Crecimiento es una materia complementaria de Desarrollo.

Plan[h]: A su entender ¿qué autores actuales (tanto nacionales como extranjeros) realizan más aportes para el análisis anterior?

K: A mí me parece que los que están haciendo aportes más interesantes son los que están haciendo un intento de tratamiento del tema de las instituciones. Cómo se vinculan éstas y la historia con el crecimiento económico. En ese sentido, Rodrik me parece interesante (de todas maneras caería más en desarrollo que en crecimiento), más interesante que Paul Romer, hoy en día. Lo que éste último dijo me parece muy importante, pero actualmente, en la última década, no aportó mucho a las cuestiones del crecimiento económico. Y hay una literatura interesante que se está desarrollando en el ultimo tiempo que habla sobre la pluralidad de caminos institucionales para que una economía pueda crecer y habla también de cómo la distribución del ingreso puede influir sobre el crecimiento económico. Habría que diferenciar entre literatura empírica y literatura teórica; hay una literatura muy interesante desde el punto de vista empírico. Se están construyendo muchos hechos estilizados, que son muy sugestivos. Easterly, por ejemplo, junto con otra gente, ha probado recientemente que la desigualdad en la distribución del ingreso tiene efectos negativos sobre el crecimiento económico, literalmente, que la "desigualdad causa subdesarrollo". Y los otros autores que me parece muy interesante, de una perspectiva ya de historia económica, pero que considero muy importante para el crecimiento son Engerman y Sokoloff. Son dos historiadores, que de alguna manera se parecen a Di Tella-Zymelman. Tratan de tener una mirada histórica del crecimiento, buscando ver cómo se articulan temas como las dotaciones factoriales y las instituciones que se van creando, viendo si estas son funcionales o no al crecimiento económico. Engerman y Sokoloff también hacen una lectura sobre los efectos negativos que tuvo la desigualdad extrema en América Latina desde la época de la conquista sobre todo el proceso de crecimiento (o no crecimiento) que se da después. Lo que hacen ellos, además, me recuerda mucho a todo el abordaje que se hacía desde el estructuralismo latinoamericano, dentro de CEPAL o fuera de ella, que trataba de entender el crecimiento mirando otras variables que no fueran las puramente económicas. Éste es para mí uno de los desarrollos más interesantes de la última década. Investigación empírica e histórica que está arrojando mucha luz; seguramente si uno tuviese más tiempo en el curso lo dedicaría a éso, si bien uno sospecha que eso también se está dando en otra materia. Me parece que lo último de los modelos formales no es tan interesante, aunque sea necesario.

Plan[h]: ¿Piensa ud. que hacen falta en la carrera más horas dedicadas al análisis de la economía nacional?

K: No sé, porque sería de una audacia, soberbia e ignorancia extrema juzgar ésto, pues no se cuánto se le dedica. Yo sé que hay muchos profesores que lo hacen como Alejandro Rofman, Jorge Schvarzer, Aldo Ferrer, Marta Bekerman, Benjamín Crovetto, y seguramente otros que me estoy olvidando. Sí me preocupa algo que va más allá de ésto. No tengo claro si el lugar donde está Historia Económica en la carrera es el mejor; porque yo sí creo que Historia Económica es muy importante. Quizá más que estar al principio de la carrera, debiera estar más adelante, por dos razones: primero, porque uno la cursa con estudiantes de otras carreras que no están interesados en la materia, lo cual es un gran inconveniente y, segundo, a los estudiantes le faltan elementos para poder aprovechar la materia. Entonces, algo interesante sería, o cambiarla de lugar en la carrera, o que haya otra materia de Historia Económica para estudiantes avanzados de economía, que podría ser mundial, latinoamericana, argentina, pero que permita profundizar el abordaje histórico. Creo que eso sí nos falta, en términos de un ideal, porque al menos tenemos dos materias; hay otras carreras de economía que no tienen ninguna materia de historia. Ese podría ser otro ámbito adicional para tratar autores latinoamericanos.
Siento que a nuestra formación le falta, aunque es un problema universal, ya que en el Norte pasa lo mismo. En una materia de Historia Económica avanzada en la carrera se podrían aprovechar herramientas de análisis formal y estadístico más sofisticadas, algo que no se puede hacer al principio de la carrera. Sería muy bueno integrar la teoría y la historia, con los métodos de investigación empírica.

Para hacer una analogía, imaginen que ocurriría si Epistemología de la Economía estuviese al principio de la carrera, en las sedes: se entendería muy poco. ¿Cómo hablar del debate monetaristas versus keynesianos, sin saber ninguna teoría científica? Por suerte, Epistemología de la Economía esta en una fase más avanzada de la carrera, y si estuviera al final, podría ser especie de reflexión sobre todo lo que se vio en la carrera.
Yo me acuerdo que en el CBC estaba la materia Introducción al Pensamiento Cientifico, en la cual se veía Kuhn. Es muy difícil entender que es un paradigma en la ciencia sin haber visto antes una teoría científica. Supongo que Kuhn se puede aprovechar mucho más en Epistemología que en Pensamiento científico.

Plan[h]: El país parece estar encarando cambios significativos en varios frentes. Considera que verdaderamente estamos viviendo una transformación del modelo económico? Si es así, ¿cree que esto influye de alguna manera en nuestra facultad, sea desde la reacción de los estudiantes o desde el enfoque de los docentes?

K: Que pregunta difícil. No sé. Me parece que es temprano todavía para responderla con seguridad. Evidentemente hay signos de cambio que son importantes. Yo diría que primero que nada hay un cambio desde el punto de vista político e institucional, un punto muy relevante. Me parece que la preocupación por la transparencia de la justicia, por el tema de derechos humanos (sobre el cual alguien podría decir qué tiene que ver con la economía), es muy importante. El otro cambio es la idea de que la política puede servir para transformar la realidad. Antes de la crisis, la política era lo mismo que la administración, lo mejor que podía hacer la política era administrar, pero básicamente el modelo era intocable. Y creo que lo bueno del período que se ha abierto es que no, ahora se ha recuperado la dimensión de la discusión política, que las cosas no tienen por qué ser de una manera solamente, sino que pueden ser de maneras diferentes. En ese sentido, hay dos ejemplos que son muy claros; uno es el tema de la deuda externa y el otro la negociación de los contratos con las privatizadas. Lo mismo valdría para la Convertibilidad, porque antes se decía que no se podía salir de la misma y se salió, aunque de la peor manera posible porque justamente casi todos los economistas decíamos que no se podía salir, de manera que en lugar de salir de la Convertibilidad, se nos vino encima. La forma en que se negoció la deuda creo que es un avance; yo sinceramente no tengo claro si 3% del PIB no es mucho todavía; que hoy lo estemos generando no significa que sea siempre posible sin postergar otras necesidades, otras prioridades. Esa es la duda que uno tiene. La Argentina está viviendo hoy una coyuntura internacional favorable, pero esto puede cambiar. De hecho, las tasas de interés internacional están subiendo, los precios internacionales han caído algo, Brasil ha tenido una sequía, nosotros podemos tenerla mañana. El superávit fiscal se asienta en buena medida en las retenciones, que son una fuente de recaudación extremadamente frágil y vulnerable, de manera que yo no voy a afirmar que el 3% se pueda cumplir, más allá de lo que está ocurriendo hoy. Claro, en cierto sentido, siempre se puede cumplir, ¿pero a costa de qué? Dios quiera que se pueda cumplir.

De todos modos, vuelvo a la manera en que se planteó la negociación. El establishment, planteaba "no, ¿cómo vamos a hacer una quita?" La quita fue de 2/3, no del 75%, pero fue mucho mayor que la que los organismos internacionales querían, que lo que el establishment local proponía. Y el hecho de que se haya probado que se puede hacer algo distinto de lo que ciertos poderes quieren o por lo cual presionan, creo que en sí es muy importante. Una discusión es 2%, 3% y la otra es "vamos a hacer lo que nos dicen". El hecho de decir "no, no vamos a hacer lo que nos dicen, vamos a hacer lo que nosotros creemos que es mejor para nosotros y que podamos cumplir; vamos a asumir compromisos que sean cumplibles", es un cambio político-institucional muy importante, porque cambia el principio sobre el cual se elabora la política. Anteriormente se elaboraba en torno de un recetario que decía que hay que hacer, y se hacía (o se intentaba), sin discutir. Había economistas que decían que Argentina tenía que generar un superávit primario del 5% del PIB; sí, tal vez podría generarse, aunque habría que ver si quedaba país luego. Entonces el hecho de haber dicho "no, acá hay un limite", es un cambio importante.

Con respecto a la relacion con las empresas privatizadas de servicios, en su momento se decía "¿para qué devaluar si los contratos de las privatizadas estaban indexadas por el dólar?". El punto es que esto era absurdo. Ahí también se puso un límite a un factor de poder muy importante y se dijo "no, estoy en una crisis económica, en medio de una depresión, tengo el 50% de la población debajo de la línea de pobreza, así que lo siento mucho, devaluamos pero no ajustaremos las tarifas". Dicho esto sería bueno recordar lo que señalaba el Doctor Olivera: la indexación de las tarifas por el dólar (¡y la inflación de Estados Unidos!) violaba la Ley de Convertibilidad, que prohibía todo tipo de indexación.

De manera que ese es un cambio muy importate. La política puede poner un límite a las exigencias de ciertos sectores. Yo creo que esa es la transformación más importante. Después hay que ver dónde termina todo esto. Todavía no se terminó de resolver el tema de los contratos con las privatizadas, se ha postergado el tema de las tarifas, se está discutiendo cuál es el ajuste qué se va a hacer y cuáles son los compromisos de inversión que van a tener esas empresas. O sea, todavía no hay un modelo definido, lo que tenemos es: se concluyó la negociación de la deuda, que da certidumbre sobre algunas variables, pero todavía hay pendientes una serie de reformas que creo que son importantes. Una es la reforma tributaria. O sea, tenemos un esquema de recaudación fuertemente procíclico y esto, para un país como la Argentina, con ciclos muy pronunciados por su estructura económica, la hace muy vulnerable. Hay una tarea pendiente de pasar a una estructura tributaria que sea más progresiva, y al mismo tiempo menos procíclica. Tema que además se articula con la distribución del ingreso.
Otro tema que está pendiente es pensar una estrategia de desarrollo productivo. Yo lo que veo es que hay una sobrevaloración del papel que puede cumplir el tipo de cambio. Me parece que después de la experiencia del 1 a 1 obviamente es importante mantener un tipo de cambio competitivo, en eso estoy de acuerdo. Éste es el nuevo saber convencional, cuando antes con el 1 a 1 no importaba el tipo de cambio real. Pero me parece que hay una idea simplista, en algunos economistas, por lo menos, de que el tipo de cambio puede resolver varios problemas a la vez,. Yo creo que a uno le faltan instrumentos si piensa que con el tipo de cambio solo va a resolver el tema del empleo, y del desarrollo industrial y productivo. Ahí faltan instrumentos y queda por definir una estrategia que, obviamente, no se puede hacer sólo desde la Argentina, pues al entrar la inserción internacional, hay que tomar en cuenta la relación con Brasil y los otros países del MERCOSUR, justamente un tema conflictivo, que no está resuelto; en otras palabras: todavía no tenemos definida una estrategia de desarrollo. Creo que ha habido avances importantes; de hecho, que se le diga a los sectores productores productivos "miren, no se preocupen porque no vamos a retrasar demasiado el tipo de cambio", es importante, pero no alcanza. Al decir que no alcanza aclaro que tampoco hubo tiempo para hacerlo, y que estamos en un proceso que no terminó todavía.

El otro tema importante es el financiamiento del desarrollo productivo, que incluye el capital de trabajo para las microempresas, las PyMES, las empresas recuperadas, las cooperativas, y también el financiamiento de la acumulación de capital, para los sectores medianos y de mayor tamaño. La pregunta es: ¿vamos a seguir una estrategia de privilegiar o no algunos sectores? ¿va a haber algún criterio, en este sentido? Y esto a su vez tiene que articularse con la cuestión del cambio tecnológico. Es decir, no da lo mismo expandir un sector que otro. Habría que pensar alguna manera de articular la universidad, el sistema científico nacional y de las provincias, con una estrategia de desarrollo industrial, de impulso a las economías regionales, con las políticas de apoyo crediticio, financieras, tributarias, arancelaria. Eso es lo que todavía no está definido.

Plan[h]: Un plan, digamos.

K: El tema es, justamente, ésto hay que planearlo. Es decir, uno puedo decir "este es el esquema y que cada uno haga lo que quiera"; me parece que hay problemas de coordinación de inversiones, que el gobierno puede ayudar a resolver. El tema de infraestructura es obvio, pero la infraestructura no se puede definir si uno no tiene una idea de cuál es el perfil productivo que uno quiere para el país y sus regiones. Hay que tener una visión al respecto, y una vez que uno la consensúa con distintos actores, entonces ahí puede articularse el tema de infraestructura con el resto de los instrumentos de política. De alguna manera se está haciendo éso, pero no lo veo de manera articulada, no pareciera haber un plan consistente. Hay una lógica política de cómo se reparten los subsidios para la infraestructura, la construcción de viviendas, de caminos, escuelas. Lógicamente el gobierno tiene esta preocupación: Kirchner ganó con un porcentaje bajo de votos, está construyendo su base política, y ahí hay una especie de conflicto, que no quiere decir que no se pueda solucionar, entre quien tiene que construir su base política y, por otro lado, hacer un plan, lo que antes se llamaba un Plan de Desarrollo, es decir construir instituciones para planificar el desarrollo. Antes había una Secretaría de Planificación. Hubo también un Consejo Nacional de Desarrollo que reunió un grupo numeroso de técnicos y economistas en los años sesenta. Entonces, el Estado Nacional tenía cuadros técnicos de altísismo nivel que estudiaban las problemáticas que tenían que ver con el desarrollo Nacional, para elaborar planes de desarrollo. Sería importante retomar aquel ideal, empezando por el debate, el cual está bastante ausente. En la Facultad existe el Plan Fénix, que ha cumplido el rol de instalar debates y propuestas sobre temas que antes no se podían discutir. Pero el Plan Fénix es un grupo de profesores. Sobre los estudiantes, ustedes saben mejor que yo. Desde mi punto de vista, tampoco existe ese debate en los cursos, ya que la mayoría de las veces las preguntas del alumnado tienen más que ver con lo que se va a tomar en el parcial, que con un interés genuino en la temática abordada.

Con respecto a la realidad Nacional, a mí la crisis Argentina me llevó a repensar muchas cosas, me llevó a participar en el Plan Fénix, y en ese sentido……

Plan[h]: ¿Se puede referir a alguno para tener una idea de qué supone eso para un economista con muchos años de trayectoria sobre el tema?

K: Yo tengo dos preguntas que me inquietan. La primera pregunta es por qué nuestra profesión no pudo evitar esta crisis. Esta es una pregunta sobre la práctica de los economistas, y además tiene que ver con la teoría economica, ya que, si uno va a la historia económica, a los modelos más simples y usados, era evidente que Argentina iba a terminar muy mal, aferrándose a la Convertibilidad. Esta es una pregunta muy inquietante, porque uno se pregunta para qué sirve la formación de los economistas si los economistas no somos capaces de evitar una crisis de esta magnitud. Esta es una pregunta que a mí me quita el sueño, y que creo que podemos responder solamente desde la economía; es decir, uno no puede decir que la crisis ocurrió por la existencia de un pensamiento único. En relación a esto me gustaría aclarar que la Convertibilidad no se basaba en lo que es la corriente principal sino en el ala más derecha y ortodoxa de lo que es el pensamiento económico actual; es decir, no en la teoría neoclásica, sino en la pata más ortodoxa de la teoría neoclásica. Entonces la respuesta a por qué ocurrió esto en la Argentina me parece que no se puede contestar desde la economía solamente. Pero si no se puede responder desde la economía, entonces uno se da cuenta de que no se puede limitar a las herramientas de la teoría económica para poder ser buen economista. Lo que tengo claro es que la economía no me alcanza, y tengo claro que tengo que irme a las disciplinas vecinas para tratar de entender el fenómeno. Entonces uno se pregunta qué herramientas hay que incorporar a la formación de un economista, que no vengan de la economía, para tratar de que esto no se repita. Esta es una cuestión: la crisis me llevó de alguna manera a la interdisciplina. Para poder ser mejor economista, me parece que deberíamos tener una mayor formación interdisciplinaria. Por ejemplo, la historia es fundamental, pero en economía existe cierto menosprecio hacia esta disciplina, algo así como que la historia no importa. La historia es la mejor fuente de datos para todos los mundos posibles. Nos falta formación histórica, hay una gran ignorancia sobre lo hechos estilizados de la historia.

Volviendo al caso argentino, la Convertibilidad es una especie de "patrón oro trucho", quiso emular un patrón oro. Pero el patrón oro cayó porque era un sistema completamente insostenible. Ahí uno se pregunta ¿cómo puede ser que nosotros nos hayamos metido en este sistema, cuando es obvio que el patrón oro había fracasado, algo que comparten los historiadores de todas las corrientes? Y relacionado con el problema de la interdisciplina, el repensar también tiene que ver con cuestiones como las siguientes: nosotros hablamos todo el tiempo de política económica. Ahora bien, acá entra de nuevo la cuestión de "lo posible" o "lo imposible", y este tipo de percepciones están íntimamente relacionadas con la coyuntura política. Cosas que parecían imposibles hace tres años, como, por ejemplo, no cumplir un acuerdo con el FMI... en la actualidad no causaría ninguna corrida bancaría, ni cambiaria. Entonces, otra cosa que "me desvela" es que los economistas solemos tener una visión de lo que es posible o lo que no es posible, políticamente hablando. Éste es un juicio de tipo político, y requiere para ser válido, de un análisis político, pero nosotros no tenemos herramientas de análisis político, no tenemos formación política. En consecuencia, en algún punto de la formulación de políticas económicas, o bien deberíamos trabajamos con cientistas o sociólogos políticos, o deberíamos estudiar seriamente ciencias políticas o teoría política; en parte lo que pasó con la crisis tiene que ver con ello, la gran mayoría de los economistas teníamos una idea de que lo que se podía y de lo que no se podía: no se podía caer en default, no se podía renegociar con las privatizadas, no se podía hacer nada.. Pero ¿por qué no se podía? En el fondo, el "no se puede" es un juicio completamente político. Entonces, la política económica obviamente es parte de la política; al formular políticas económicas se aplican modelos económicos y está bien hacerlo, pero siempre queda una parte que es política. En la práctica lo que funcionan son todos sobreentendidos, sobreentendidos de los que creo que los economistas no somos conscientes. Todo esto opera directamente en el inconsciente, como por ejemplo "cómo se te va a ocurrir no firmar con el FMI". Cuál es el conjunto factible de medidas económicas, no se puede definir en la teoría económica. Y acá es donde el tema del pluralismo es interesante: en la medida en que haya discusión, quizá sea más difícil que nos vuelva a pasar lo que nos pasó a los argentinos en el 2001-2002. Creo que la falta de discusión tuvo mucho que ver con lo que pasó en la Argentina. Tengo claro el problema, pero no tengo claro cómo se soluciona.

Plan[h]: En la medida que no tenemos un modelo definido difícil es hablar de la sustentabilidad del mismo.

K: No creo que sea así, si vamos a hablar de crecimiento en términos de expansión del PBI per cápita. Por ahora nada amenaza su sustentabilidad. Es más sustentable que en los últimos 10, 15 y quizás 20 años.

Plan[h]: ¿Sobre qué se basaba el crecimiento en la Convertibilidad y sobre qué se basa ahora?

K: Claro, el crecimiento en la Convertibilidad se basó en una expansión del consumo de la clase media, y se financió con un fuerte endeudamiento externo, en un contexto de déficit creciente de la cuenta corriente y un tipo de cambio real no sustentable. Entonces el problema del déficit era que no se acumulaba en sectores transables. El déficit era por consumo y el capital que se acumuló fue a sectores no transables, como las privatizadas y el sector financiero. Eso no podía sostenerse. No se estaban generando las divisas para pagar esa deuda. Era insustentable desde el punto de vista puramente económico. De paso, ya que estamos hablando de política, no era sustentable desde el punto de vista político-social, ya que el problema del 2001 era que a De La Rúa-Cavallo le cerraba en el pizarrón. Pero un modelo que genera pobreza creciente y desigualdad creciente del ingreso no es sustentable políticamente. Lo que está pasando hoy tiene aspectos positivos y otros que no lo son tanto. Tenemos superávit fiscal primario, y no primario, superávit de la cuenta corriente, que si bien ha disminuido, todavía es respetable. Desde ese punto de vista, se podría decir que esto es más sustentable. Pero desde el punto de vista fiscal, como ya dije, hay una luz amarilla prendida, que por ahora está bien, pero en algún momento va a haber que resolver. Porque si mañana cae mucho el precio de la soja, el campo va a parar para que se eliminen las retenciones. En tal caso, podría caer la recaudación y subir los precios de los alimentos afectando al salario real. Ese es un punto que a mí preocupa mucho. El salario real actual es bajo, se recuperó pero de forma desigual, por lo que si pensábamos que la desigualdad era grande antes del colapso de la Convertibilidad, es obvio que ahora es mayor. Cualquier cálculo del Gini revela que estamos mal en materia de desigualdad. Hay un problema social que aún no está resuelto y es serio. Tanto por lo que significa en términos de costo humano, de gente que sufre, como en términos futuros. Porque Argentina no es un país que pueda lograr competitividad a largo plazo en términos de salarios bajos. No somos China. China vende a todo el mundo de todo porque tiene salarios bajos. Argentina no puede hacer eso. Entonces, este nivel bajo del salario real, por un lado es un desperdicio, un ajuste al que se fue la mano, porque no va llevar a exportar más manufacturas, ni a sustituir más importaciones. El riesgo es destruir la verdadera fuente de competitividad. Argentina es un país que tiene una base científica y, a pesar de toda la destrucción que hubo, todavía tiene una base de conocimiento, habilidades, saberes (tácitos y no tácitos), tiene una base de capital humano importante todavía. Hay muchas cosas que Argentina puede hacer y, acá coincido con Marta Bekerman, que la competitividad argentina pasa por sectores que son intensivos en capital humano. Argentina tiene una base que hay que desarrollar, que hay que fortalecer, y ahí yo veo un camino de desarrollo sustentable, no sólo desde el punto de vista económico, sino también desde el punto de vista social. Si uno parte de esa idea no se puede ser indiferente al tema de la desnutrición y de la enfermedad, y por eso creo que es muy importante impulsar políticas sociales para rescatar rápidamente, sobre todo a los niños, de situaciones de pobreza, de desnutrición; asegurar que los chicos terminen la escuela, que alcancen el grado máximo de calificación posible. También hay que aumentar los gastos en salud, porque si Argentina tiene un futuro como país, no es la soja, que está bien aprovecharla, pero hay que invertir esos dólares de la soja en algo que sea sustentable. Si no, estamos volviendo al modelo de crecimiento de hace un siglo, que se agota en algún momento. Esto es algo en lo que todavía se puede avanzar más. Ahí me gustaría ver algo más de discusión y debate sobre estas cuestiones. Yo no soy tan fanático del tipo de cambio real súper alto. Las retenciones moderan eso, pero no lo eliminan. Porque tampoco podemos poner unas retenciones del 50%. Hay un límite político en el nivel de retenciones. Entonces ahí hay un problema. El gobierno lo estuvo abordando por los aumentos salariales, subió bastante el mínimo, hubo aumentos por decreto, pero hay mucha gente que no trabaja y no recibe el salario mínimo; y otros que trabajando en el sector informal tampoco lo hacen, tengan o no empleadores, como los cartoneros, que tienen ingresos que son miserables. Entonces ahí hay que hacer algo y urgente. Creo que el Plan Jefes no es suficiente. Hay que complementarlo con otros programas destinados principalmente a los chicos, porque me parece que ahí se está destruyendo el futuro de Argentina. Porque Argentina no es India, ni China, ellos pueden crecer con salarios bajos y con gente que come poco. Nosotros no. No en el largo plazo.
Plan[h]: ¿Por qué Argentina no puede crecer a largo plazo con salarios bajos?
K: Por dotación de factores, una respuesta totalmente Neoclásica. Salvo que querramos convertirnos en India o China. Y tampoco podríamos políticamente, por suerte diría yo. En India y en China trabajan los chicos, hay trabajo esclavo. Nosotros no queremos ser como China o India. Además no necesitamos. Ese es el punto central. Si no tuviéramos más remedio, bueno... Pero tenemos una dotación de factores que es totalmente distinta. Somos ricos en recursos naturales, lo que nos da una renta que podemos usar en financiar otras cosas. Está bien transferir la renta de los recursos naturales a otros sectores pero hay que ver bien a dónde los transferimos para tener un modelo que sea sustentable económica, social y políticamente.
Además, Argentina tiene una experiencia industrial. Es muy interesante lo que pasó en Argentina después de la salida de la Convertibilidad. Muchos colegas decían que las industrias no iban a recuperarse, que ya se habían perdido. Pero muchas industrias se reabrieron. Hay una experiencia acumulada que hay que aprovechar. Si con el tiempo no se hace nada, se va a perder eso, pero todavía hay una experiencia que se puede aprovechar. El gobierno está haciendo cosas en este sentido: aumentó mucho los fondos para el Conicet, y para otros programas científicos. Éste un camino a profundizar, es lo que está haciendo Brasil. Exporta aviones de alta tecnología a países desarrollados, exporta tecnología de exploración de petróleo submarina. Argentina exporta reactores nucleares, lo que revela el potencial. El tema es cómo articular, y eso lo tiene que hacer el Estado. No el Estado solo, sino con los actores privados, con la universidad. Ahí tenemos un gran potencial aprovechando nuestra dotación inicial de factores. Claro que también podemos seguir destruyendo nuestro capital humano y convertirnos en un país más pobre. Y hasta puede que crezca el PBI. Porque el PBI tampoco mide todo, ya que si la gente que está bien tiene que vivir en un barrio privado…

Plan[h]: ¿Cuál es entonces la principal restricción que encuentra Argentina para el crecimiento económico?

K: Lo que pasa es que todavía estamos en un proceso de transición entre la reactivación y el crecimiento. Como venimos de una depresión, arrancamos con una gran cantidad de capacidad ociosa que se ha reducido y posiblemente termine de agotarse. Por ahora esa no es una restricción, pero pronto se va a convertir en una restricción. Entonces, si la capacidad instalada se convierte en una restricción, se vuelve crítico el tema de la definición de un plan de desarrollo. Porque un plan de desarrollo se puede ver como un plan de inversiones. Todavía creo que se puede crecer con expansión de la demanda, pero creo que eso se termina en el 2005. Más adelante, si no se cambian las políticas sociales y se las articulan con políticas científicas, tecnológicas y educativas, me parece que vamos a tener un problema por el lado del capital humano. Porque van a empezar a escasear profesionales capacitados. Creo que ése es el principal problema a largo plazo.