20.10.04

 

MÁS ESCUELA DE ECONOMÍA POLÍTICA

La Escuela de Economía Política es un hecho: sus dos primeros cursos convocaron a más de 250 personas. En la primera reunión organizativa se reafirmó la necesidad de consolidar este espacio de discusión y participación colectiva, de creación y difusión del pensamiento crítico que estamos decididos a construir. El próximo encuentro es el Miércoles 27, a las 19 Hs. en el S.U.M. (1er piso de la FCE).

Te invitamos también a la conferencia de Luis Becerra sobre la deuda externa argentina que organiza la Escuela de Economía Política el Lunes 25 a las 19 Hs en el Salón de Actos (2do piso de la FCE).

Además junto con Axel Kicillof y Guillermo Gigliani daremos comienzo a los grupos de lectura surgidos a partir de los cursos que ya tuvieron lugar en la Escuela. Nos reuniremos el 29 de Octubre y el 9 de Noviembre respectivamente.

Por último te presentamos el próximo calendario de la Escuela:

· Renta de la tierra y desarrollo económico.

A cargo del Lic. Javier Rodríguez. Días Viernes 19.00 hs. a partir del 22 de Octubre.

PRIMER ENCUENTRO: Teorías de la renta agraria.

SEGUNDO ENCUENTRO: Renta agraria a escala mundial Renta agraria en Argentina. Principales Controversias.

TERCER ENCUENTRO: Renta y desarrollo económico argentino. Renta y comercio internacional.

CUARTO ENCUENTRO: Renta agraria: Transformaciones del agro en los noventa, el agro post-devaluación, perspectivas del desarrollo.


· El sistema de Sraffa y su crítica a los neoclásicos.

A cargo del Lic. Alejandro Fiorito. Días Lunes 19.00 hs. a partir del 1ero de Noviembre.

PRIMER ENCUENTRO: Antecedentes en Dmitriev y Bortkiewicz.

Textos de Paul Sweezy, "El problema de la transformación".

SEGUNDO ENCUENTRO: Crítica de Sraffa de 1925 y 1926

Textos de Piero Sraffa, “Sobre las relaciones entre costo y cantidad producida” y Piero Sraffa, “Rendimientos en régimen de competencia”.

TERCER ENCUENTRO: "Producción de mercancías por medio de mercancías".

Donde leeremos la primera sección del libro de Sraffa.


Para inscribirte o realizar cualquier consulta podés escribir a: esep_fce@yahoo.com.ar


19.10.04

 

Plan H - Año 1 Nro 2



Editorial
Se viene el concurso de zonceras...
Diálogos: Axel Kicillof
"Producir sociedades": El desarrollo en América Latina
Cátedra Nacional de Economía "Arturo Jauretche"
Respuesta a Daniel Heymann
Entrevista a Nildo Domingos Ouriques

 

Editorial


"Un ámbito de pensamiento que no reflexiona es la negación de su razón de ser, un muerto caminando. Habiendo escrito esta revista embarramos la cancha, pateamos la pelota y preguntamos ¿hay alguien del otro lado?"

§

Y El Germen se metió en un laberinto de espejos, en donde mira para un lado y se encuentra con su imagen flaquita y alargada, y al siguiente instante ancha y petisa, y luego, multiplicada cientos de veces. En este juego especular nadie se reconoce plenamente en lo que perciben sus ojos; sin embargo, este mundo de posibilidades deformadas amplía los propios límites de quién quiere verse siempre igual a sí mismo, y lo obliga a reconocer algo de sí en cada una de esas imágenes. Sin dudas esta experiencia que fuerza a la reflexión permanente -¿quién soy?, ¿soy eso?- nos condujo por un camino sinuoso, pero de indudable crecimiento, en el que estamos expandiendo nuestros horizontes a la luz de las experiencias de otros que, como nosotros, consideran que resucitar al muerto en el que se ha convertido la facultad de ciencias económicas en el terreno académico, político y cultural, es una urgencia impostergable.

En el primer número de Plan H presentamos la serie de acuerdos que dieron lugar a la constitución del colectivo que hoy es el Germen. El eje sobre el cual nos propusimos articular nuestra actividad en la facultad fue la conformación de un movimiento político, académico y cultural que se reconociera en su especificidad estudiantil, que replanteara las formas de hacer política en la facultad, que no dejara nunca de acompañar la acción de la reflexión. Pasaron varios meses, y las aguas estuvieron agitadas. De algunos sucesos somos responsables, de otros cómplices y finalmente están aquellos que nos tienen como meros espectadores. Pasen y vean...
Buscando materializar la necesidad de generar un espacio en donde lo que esperamos de la facultad tenga lugar, donde la lectura crítica sea la pauta, donde los estudiantes nos encontremos y podamos interactuar a partir de la discusión teórica, es que tropezamos con El Base y un grupo de docentes con preocupaciones similares. Y decididos a no dejar pasar la oportunidad hicimos de nuestros caminos uno para dar impulso a la Escuela de Economía Política. Luego de las primeras reuniones (con 200 participantes en el primer encuentro), no caben dudas de que la necesidad de un proyecto de estas características era imperiosa no solo para el pequeño grupo que le ha dado el primer impulso, sino para una gran porción del estudiantado que manifiesta con su presencia la disconformidad con el estado actual de la carrera de economía y su voluntad de no asistir pasivos al triste espectáculo de la degradación del nivel académico y el espíritu crítico de la misma.

Y otra demostración de que la situación a la que se ha llegado se ha tornado inaceptable para quien asiste a la facultad con deseos de comprender la realidad de su país científicamente, es el surgimiento paralelo de la Cátedra de Economía Nacional "Arturo Jauretche". Considerando que este espacio es otra valiosa fuente de reflexión y acción es que saludamos, acompañamos y apoyamos el proyecto.

Finalmente queremos dar a conocer un acontecimiento que resulta de enorme importancia para el estudiantado de la carrera de economía y que prácticamente no se ha dado a difusión. Se trata de la renovación de las autoridades académicas de la carrera –quienes deciden tanto el perfil de la carrera como los profesores que ocuparán los cursos no concursados-. Los cargos en cuestión son el de Jefe de Departamento –ocupado ahora por el profesor Muller-, y el de Director de la Carrera –en manos de Becaria-. Cabe destacar que ambos profesores gozan del respaldo que les brindan sus respectivos antecedentes académicos, la presencia en los cursos que tienen o tenían a cargo, el compromiso con la actividad docente. Paralelamente, debe entenderse este auspicioso trueque como un gesto de comprensión de la situación de agonía de la carrera de economía por parte de las autoridades de la facultad.

Ahora, tomando los importantes acontecimientos destacados en los primeros párrafos de esta editorial, que muestran un creciente grado de interés del estudiantado por los temas que competen a su formación; y considerando que las autoridades académicas son elegidas prácticamente sin ninguna incidencia de los alumnos de la carrera de economía, al tiempo que no disponemos de ninguna instancia de debate con las autoridades en donde se pueda hacer oír nuestra voz de manera abierta y democrática, es que llamamos al profesor Muller y al profesor Beccaria a que inauguren un espacio de estas características. De esta manera los invitamos a discutir estas cuestiones por medio de esta revista para su posterior debate público.
Habiendo encontrado cientos de espejos en donde reflejarnos en el laberinto conformado por los claustros estudiantil y docente, esperamos hallar aunque más no sea un trozo de vidrio pequeño y deformado que nos devuelva algo de nuestra imagen en la dirección de departamento y carrera.

 

Se viene el concurso de zonceras...

Las zonceras son, como nos dice Jauretche en su Manual de Zonceras Argentinas, "principios introducidos en nuestra formación desde la más tierna infancia - y en dosis para adultos- con la apariencia de axiomas, para impedir pensar las cosas del país por la simple aplicación del buen sentido"1. Es decir que la zoncera actúa anulando la capacidad de análisis de los zonzos a partir de su propia situación, empujándolos a aceptar como verdad incuestionable el resultado de un análisis hecho por otro, en otro lugar y momento. Por eso "Su fuerza no está en el arte de la argumentación. Simplemente excluyen la argumentación actuando dogmáticamente mediante un axioma introducido en la inteligencia - que sirve de premisa- y su eficacia no depende, por lo tanto, de la habilidad en la discusión como de que no haya discusión. Porque en cuanto el zonzo analiza la zoncera - como se ha dicho- deja de ser zonzo."

El papel de la zoncera es el de impedir el análisis la realidad a partir de la propia posición en la misma. Responde por tanto al interés de los que buscan perpetuar esa realidad a la vez que perpetuar la posición ocupada por los zonzos en ella. Es el sentido común, creado por quienes se benefician del común, impidiéndoles usar su propio sentido, "el buen sentido" en palabras de Jauretche. De tal forma, los zonzos asumen como propios los intereses de quienes de ellos se aprovechan.

Vamos a dar un ejemplo aprovechando que la crisis de la convertibilidad, como toda crisis, significó también la crisis de algunas zonceras, silenciadas entonces por quienes hasta ayer las enarbolaban, y la creación de nuevas zonceras que crean un sentido común acorde a los nuevos tiempos; es decir, a las nuevas necesidades de nuestros viejos dominadores.

Así se pudo ver que, mientras que a principios de los noventa endeudarse era el símbolo de la buena salud de nuestra economía, que "despertaba la confianza de nuestros amigos del extranjero", unos años más tarde nos desayunaban con que "no se podía vivir de prestado" y que los "zapateros del extranjero ya no querían ser nuestros amigos". También vimos cómo, mientras a lo largo de toda una década debíamos estar orgullosos del derrumbe de nuestra industria por la entrada de productos importados y el crecimiento de los servicios "como en las naciones modernas", ahora nos dicen que es necesario producir para cumplir nuestro nuevo destino manifiesto: "exportar y honrar las deudas", si no queremos "vivir aislados del mundo como en Cuba".

Se puede ver, y no creemos que sea simple coincidencia, que los cambios en las zonceras parecen concordar con los intereses de los acreedores externos. Así, cuando querían colocar sus fondos en nuestro país, vendernos el exceso de producción de sus empresas y quedarse de paso con alguna que otra empresa (especialmente si eran de servicios públicos), era bueno endeudarse y símbolo de prosperidad el déficit comercial.

Pero resulta que cuando los banqueros hacen las cuentas, y el dinero empieza a recorrer el camino de vuelta hacia el norte, la deuda y el déficit comercial se convierten en símbolos de la holgazanería de los argentinos que deben ser por tanto reprendidos. Más aún, en tanto y en cuanto los acreedores quieren cobrar, la economía debe conseguir divisas sin que eso signifique más deuda. Resulta entonces que no hay nada mejor para el pueblo que ver reducido su salario para tornar al país competitivo y capaz de exportar su producción.

Todas estas zonceras serán reforzadas con tecnicismos económicos que, si en primera instancia hablaban de eficiencia, luego lo harían de sustentabilidad. Todo lo cual buscará hacernos pasar como propios los intereses ajenos (que, aunque este prohibido decirlo -ciertos silencios también son zonceras-, son paradójicamente opuestos a los nuestros).

¿Quién se endeudó? ¿En qué uso la plata? ¿Quién debe entonces ajustarse el cinturón? ¿Por qué pasar hambre y exportar alimentos para pagar una deuda ajena?

Estas y muchas otras preguntas no son hechas, ni por nosotros ni mucho menos por los constructores y divulgadores de zonceras (economistas reconocidos en el extranjero, funcionarios de organismos internacionales, periodistas, funcionarios, profesores actualizados, gerentes, ascensoristas de empresas multinacionales, y la lista continúa). Así siguen las zonceras en la cabeza del compañero o el amigo. Así sigue la zoncera impidiéndonos pensar nuestros problemas, y así continúan estos sin solución.

Por ello abrimos esta sección. Invitamos a que cada uno de nosotros que detecte alguna zoncera lo comunique, y desde aquí procuraremos establecer las bases para su anulación. Porque las zonceras actúan sobre cada uno de nosotros en forma individual, pero a la vez actúan sobre nosotros como pueblo. Por ello su destrucción compete a cada uno de nosotros en forma individual y es a la vez una tarea colectiva.

Buscamos de esta forma articular las peleas individuales por la liberación de nuestras mentes de toda zoncera en el camino de la total liberación. Pedimos encarecidamente, y por el bien de todos, que si encuentran alguna participen del concurso y nos la envíen3.


Concurso de Zonceras económicas: Una zoncera ejemplar a modo de ejemplo:

"No hay que darles el pescado, sino la caña"

En la zoncera que nos convoca vemos que actúan dos sujetos. Uno poseedor de caña y pescado, y otro que pareciera no tener lo uno ni lo otro y haber pegado el mangazo. La zoncera parte de una situación dada, pero no nos dice nada acerca de cómo se llegó a ella. No sabemos si el sujeto poseedor se hizo de la caña y el pescado mediante su trabajo, si se las encontró, si las heredó de su padre, si se la regaló a un amigo o si simplemente asaltó a quien convirtió de poseedor a no poseedor y ahora se dispone a ayudar. Tampoco nos dice, excepto que confirmemos la hipótesis del asalto, cómo es que llegó el desposeído a tal situación de desposesión. Pero ante estas preguntas el zonzo nos correrá con una serie de zonceras al estilo de "lo pasado pisado", "no se puede vivir en el pasado", y otras por el estilo, y como no queremos perdernos en el análisis de otras nuevas zonceras aceptamos el punto de partida de la "nuestra".

Así que partimos de una situación de desigualdad. Existe un sujeto poseedor de pescado y caña y uno desposeído al que podemos suponer hambriento. Existe por tanto desigual poder, por un lado quien tiene es quien tomará la decisión de dar o no dar a quien nada posee, a la vez que si se decide a hacer caridad verá cual es la mejor opción: ¿dar la caña o el pescado? Es en esta segunda elección donde actúa la zoncera. Ante una situación dada el zonzo la esgrimirá cuestionándonos para que seamos nosotros quienes hagamos de la zoncera una sentencia. "¿Qué hay que darles, la caña o el pescado?" A ello responderemos: "No hay que darles el pescado, sino la caña". El zonzo cuestionador y nosotros, zonzos cuestionados, habremos comulgado en la zoncera, y el relato continuara habiéndonos llevado la satisfacción de haber hecho una sentencia inobjetable.

Una forma muy eficaz de entrarle a la zoncera es rastrear las zonceras madres a las que pertenecen y así desandar el camino hacia su origen. El hecho de que el desposeído deba recibir la caña y no el pescado, aún cuando tenga hambre y sobren los pescados no es tan sólo irracional. Responde a la idea de que la función del desposeído en la sociedad es la del trabajo. La justificación de que el desposeído deba dedicarse a trabajar, mientras el poseedor no se encuentre en esa obligación, responde a otras zonceras que atribuyen la posesión a un esfuerzo previo, sino del poseedor, de sus antepasados. En este camino genealógico de la propiedad llegaremos a la edad de piedra donde había dos hombres salvajes. Uno del que desciende nuestro poseedor y otro del que desciende nuestro desposeído. En esos tiempos el uno salía a cazar todos los días mientras el otro se quedaba en la puerta de la caverna tomando mate (estaríamos ante un origen guaraní de la desposesión) Como vemos, al justificar la posesión en general se ha ido hacia el pasado, posibilidad que fue negada por una serie de zonceras cuando se quiso analizar la posesión particular de un individuo.

Una vez justificada la obligación de trabajar del desposeído se cierne sobre él la sospecha de que no quiere hacerlo. El carácter de vago y reacio a la labor del desposeído se explica no en el modo concreto en que se da su labor, sino que se arrastra de la zoncera que justificó la propiedad. Si no tiene es que no trabajó, o no lo hicieron sus antepasados. Es así como los desposeídos heredan genéticamente el ser haraganes desde aquel cavernícola guaraní al que ya hicimos referencia.

Las quejas sobre el carácter de vago del desposeído ocupan un sitio central de la teoría económica y han dado a luz innumerables escritos. Tal vez uno de los más destacados fue la justificación de la "ley del salario de subsistencia" sostenida en la noción de que, en caso de pasar ese límite, el obrero se negaría a trabajar por su natural tendencia al ocio. En América la zoncera desembarcó junto a Colón, y puede leerse en las continuas quejas de los españoles sobre la natural tendencia a la vagancia de los "salvajes" con las que más adelante se justificó traer esclavos africanos.

En Argentina, la misma zoncera fue hecha propia por la clase terrateniente en su persecución de la "barbarie" gaucha y su posterior fomento de la inmigración. Más tarde pasó a la boca del industrial en sus continuas quejas ante las demandas obreras; y por último llegó al presente para condenar en forma unánime la descarada haraganería del pobre y desocupado al apropiarse de un subsidio con el que alimentarse y alimentar a su familia.

Pero volviendo a nuestra zoncera de la caña de pescar, no faltará algún exaltado de la justicia y la eficiencia que nos haga notar que dar la caña es un acto de caridad y paternalismo inaceptable. Nos dirá que no hay que andar regalándoles y lo justo sería cobrarles a cambió un pequeño alquiler, una especie de tasa para salir de la pobreza. Encontramos expresado este ideal en las teorías de los microcréditos, la privatización de bienes públicos otorgando créditos para los que no pueden afrontar sus tarifas, etc. Teorías que ven en la desposesión una posición de infracción y que por ende disponen una multiplicidad de castigos y pruebas que el desposeído deberá superar para mostrar su disposición a redimirse.

Pero vayamos a ver cómo le va a nuestro ex desposeído vuelto pequeño propietario y deudor. Descartemos el caso de que sea santiagueño, caso en el cual sólo podría usar la caña para pescar vinchucas en su rancho o tal vez para hacer un fueguito en el que calentar el agua para el mate. Descartemos también la existencia de otras externalidades como ser un desposeído que habite los márgenes del riachuelo u otro río contaminado. Vayamos pues al caso de un desposeído marplatense. Éste toma la caña y se dispone a ir a pescar al mar. Allí se encuentra con que no sólo deberá luchar contra el océano para hacerse de una merluza sino también contra una enorme flota japonesa que limpia el mar día a día no dejando siquiera una almeja. Pero nuestro desposeído no solo tiene hambre sino que también tiene una deuda con nuestro poseedor que además resultó ser socio de un japonés y por tanto dueño de una flota. Es por ello que pese a lo difícil de la pesca no duda en permanecer en la orilla día y noche buscando algún pescado que haya escapado a las redes japonesas.

Si tuvo suerte y pescó algo se privará de comerlo antes de faltar a su deuda (las experiencias del banco de los pobres muestran con orgullo lo cumplidores que son éstos cuando se les brinda una oportunidad). Es por ello que irá al mercado buscando vender el pescado y hacerse así del dinero con el que pagar el alquiler de la caña. En el mercado se encuentra con que no hay puestos libres. Todos están ocupados por una comercializadora local asociada a la flota japonesa. Nota además que ésta vende su pescado a un precio muy barato, por lo que el fruto del trabajo de nuestro ex desposeído tampoco le alcanzará al ser vendido para afrontar el alquiler.

Dejemos aquí a nuestro ex desposeído beneficiado por algún plan de salida autosuficiente de la pobreza diagramado seguramente por un grupo de especialistas expertos en teoría del bienestar a cargo del Banco Mundial. Tal vez un día, decepcionado por sus escasas chances de ascenso social, apoye a algún populista que le regale pescado a cuenta de la flota japonesa. O tal vez se sume al desvarío de algún comunista que pretenda expropiar la flota y repartir las horas de trabajo en ella. Dejemos pues a nuestro desposeído vuelto subversivo y volvamos a nuestra zoncera.

"No hay que darles el pescado, sino la caña"

¿No ha perdido ésta parte de su encanto? ¿No nos sentimos un poco menos zonzos?

 

Diálogos: Axel Kicillof

Licenciado en Economía, UBA
Docente e Investigador de la FCE, UBA

En continuidad con el espacio de debate abierto en nuestro primer número, y buscando contribuir a la difusión de las problemáticas que sólo podrán resolverse con la participación activa de todos los estudiantes, dialogamos en esta oportunidad con Axel Kicillof; docente e investigador de nuestra facultad, y titular del curso Fundamentos de la Teoría General de J. M. Keynes en la Escuela de Economía Política.

Como estudiantes, nos preocupa la falta de coordinación entre materias y la poca aplicabilidad de lo aprendido para en la economía real. ¿Esto se debe a que la carrera tiene una estructura básicamente neoclásica?

Considero que la situación de la carrera es el resultado de un largo proceso histórico de recorte de contenidos científicos y críticos, que se agravó sustancialmente con de la reforma que se llevó a cabo durante década del '90, es decir, en pleno período en el que el gobierno de Menem llevaba adelante una ofensiva contra la Universidad. La reforma que se inicia durante 1995 tiene, desde el punto de vista de las autoridades, un objetivo muy claro: el ahorro presupuestario. El recorte se iba a lograr, más allá del discurso, acortando las carreras. El proceso iba a abarcar a toda la UBA y aspiraba a reducir todas las carreras de grado a cuatro años y a eliminar el CBC. El segundo ahorro presupuestario no venía por el lado del gasto sino del ingreso. Con el grado vaciado de contenido, se iba a requerir formación adicional; en la práctica los posgrados se hacían cuasi- obligatorios. Como la UBA tiene una fuerte tradición de universidad pública y gratuita, el arancelamiento solapado entró por el lado de las maestrías.

¿Cuál era la idea de la reforma de la carrera? Mejorar la eficiencia y adaptar la carrera a las necesidades del economista profesional. El objetivo era, más que nada, que la carrera sirviera al estudiante para insertarse en el mercado de trabajo. De hecho, el entonces decano Pérez dijo que el objetivo de la reforma era "hacer un producto terminado apto para el mercado de trabajo". Ese es el intento de cambio, el propósito explícito de las autoridades de la facultad, aunque, es cierto, les preocupaba más la carrera de Contador o de Administración que la de Economía. Pero nuestra licenciatura sufrió el mismo tratamiento.

¿Qué contenido necesitaba absorber ese "producto terminado apto para el mercado de trabajo"?

¿Qué les tenemos que enseñar? Un programa igual al que se le da en el grado a los estudiantes norteamericanos. Este nivel de chatura tenía la discusión. Quisieron reemplazar la licenciatura por un curso de ingreso al M.I.T.
Dicho en pocas palabras, esto era hacer una carrera neoclásica estándar, una carrera de manual, con manuales, preparada para ser enseñada en una especie de trituradora, tal como es enseñada en el college. Ahí no había mucha discusión que dar, había que tomar esos manuales, los índices de esos manuales y de ahí provenían los programas. ¿Cuál libro de texto tomar? El que se enseña en todos lados, el más famoso.

Y... abracadabra...Plan '97

Claro, recortado todo lo que no formaba parte del cuerpo básico de la teoría neoclásica, que se resume en Microeconomía I y II y Macroeconomía I y II, se arma un árbol donde aparecen las materias temáticas. Como los fundamentos ya están dados, no hace falta profundizar en teoría. A partir de ahí nos podemos permitir ser más pluralistas. ¿Por qué en "Crecimiento" no mencionar a un Ricardo completamente lavado, quitado de contexto, parcelario y por tanto, estúpido?

Conociendo tu activa participación como estudiante durante el anterior proceso de reforma ¿Qué diferencias encontrás con la anunciada últimamente por el decano?

Lo que resultó un factor completamente novedoso en aquella ocasión fue que los estudiantes de Economía, prácticamente todos, se dieron cuenta que este proyecto tenía que ver con el arancelamiento y no con cuestiones académicas. Lo sorprendente de esa reforma es que todos los estudiantes se dieron cuenta de que era un disparate y reaccionaron enérgicamente. Se empezaron a reunir en asambleas donde participaba una porción importantísima de la carrera de Economía, tanto los que querían una formación más teórica, como los que querían una formación más práctica. La reforma estaba planteada como un proceso en las alturas: ni el grueso de los profesores, ni los estudiantes tenían una participación definida, y los estudiantes se ganaron esa participación y se sentaron, a la fuerza, a discutir la reforma.
La diferencia es que ese era abiertamente un proceso de reforma, que apuntaba además a toda la UBA. Ahora la modificación todavía no existe claramente. Sin embargo es interesante conocer el motivo de la nueva reforma. Hasta las autoridades se dieron cuenta que la reforma del 97 no sirvió para nada, es decir, el resultado no le gusta a nadie. Como mínimo hay que deshacerla. Pero, hasta hoy, no se sabe qué se está discutiendo. Es verdad, el decano anunció por diferentes medios que quiere impulsar un proyecto de reforma bastante urgente, es verdad que se ha comunicado con sectores que antes no habían participado invitándolos a participar, pero por el momento, en concreto, no hay ninguna reforma en curso.

¿Cuál es la posibilidad de que alumnos y docentes participen en una discusión sobre los planes de estudio?

El principal problema de la carrera de Economía es que no tiene profesores. El planteo de que los docentes tienen que incorporarse a esa discusión se enfrenta a un problema estructural. Teniendo en cuenta que los docentes no son de dedicación exclusiva, no están concursados y muchos son ad honorem, nos encontramos con que, en realidad, no existe un verdadero el cuerpo docente. A su vez, el Departamento de Economía de la carrera tiene a sus autoridades elegidas por el decano, un hecho extraño, porque en las demás facultades de la UBA son los docentes los que eligen las autoridades del Departamento. En conclusión, la estructura hoy se basa en la inexistencia de los docentes y en la falta de democracia en el Departamento. Pero se agrega otra cuestión más: como los únicos que votan son los profesores concursados, ni siquiera se resolvería con que los concursados eligiesen a las autoridades. Hay docentes de primera y de segunda. ¿Cómo se empieza a arreglar eso, hoy? Las autoridades del Departamento de Economía deben ser elegidas por los docentes y estudiantes, y ahí podremos estar hablando de una transformación democrática de la carrera de economía.
A su vez, la situación económica del estudiante hace que se vea forzado a trabajar y entonces le dedique al estudio el tiempo que le queda. No tenemos estudiantes full time, y las becas brillan por su ausencia. Conclusión: tampoco el estudiantado forma parte de la unidad académica, una comunidad científica compuesta por verdaderos docentes y por verdaderos estudiantes. En este contexto, es difícil plantear los términos de una buena carrera de economía.

Luego de la experiencia vivida durante las últimas elecciones de Centro ¿Cómo ves la situación política de la facultad?

Es catastrófica. No hace falta más que leer los diarios para darse cuenta de que lo que ha ocurrido es una historia de violencia, falta de democracia, fraude, y una cadena de negocios que sustituyeron a las verdaderas ocupaciones propias de la representación estudiantil. Es vital empezar ya con la democratización del Departamento de Economía, que sea un cuerpo colegiado en el cual se decidan las cosas cotidianas de la carrera. La discusión de la currícula puede ser una buena excusa para hacerlo, ¡aprovechémosla!

¿Por qué, salvo en contadas materias, no se leen autores originales?

En mis materias se leen autores originales, pero no es la generalidad de la carrera. Trabajar con los autores originales es difícil, para el docente es una tarea complicada, implica un enfoque pedagógico completo. Pero que alguien venga a sostener que en la carrera de Economía de la universidad pública no se pueden leer a los autores, porque es muy difícil estudiar directamente a Marx, Smith, o a Ricardo, pero peor: leer a Keynes, Sraffa, Pasinetti, Menger, Jevons, Marshall o a Walras ¿No se puede? ¿Quién puede? Si los estudiantes de economía juntos con sus docentes no pueden hacerlo, ¿quién lo puede hacer?
Hay otra posición distinta, pero que va en la misma dirección, que es la que afirma que a Smith no hay que enseñarlo porque está viejo. Ahí hay otra discusión. Decir que no hay que darlos es una decisión teórica importante, porque es decir que la economía no se enseña a partir de los grandes autores sino al manual de última moda, o al último paper de moda y créanme que el último paper de moda pasa muy rápidamente.
No es inocente tomar los fundamentos teóricos estándar porque esos son los dominantes. El que no se dé cuenta de esto y piense que es dominante porque es el mejor y aplique un poco de darwinismo al problema de la teoría, se va a llevar una inevitable sorpresa cuando intente comprender la historia del pensamiento económico. No va a entender nada.

¿Y los autores argentinos y latinoamericanos?

El acortamiento de la carrera se ha convertido en un problema práctico para los docentes. Cada materia tuvo que convertirse en una carrera en sí misma. La conclusión es que la carrera no tiene consistencia ni coherencia, quedó a mitad de camino. Quedó también la cuestión de los autores nacionales: yo creo que hoy estamos en condiciones de tener una historia del pensamiento argentino e incluir autores argentinos en muchas materias. Pero no se trata de una cuestión de "camiseta", de incluirlos aunque no hayan aportado algo original. Este no es el caso, hay autores argentinos y latinoamericanos que han hecho aportes importantísimos en la teoría económica, y que fueron suprimidos de los programas por la dictadura militar. Es indiscutible que estos autores son los que debatieron los problemas argentinos y latinoamericanos.

¿Qué grado de importancia tiene el estudiar en el exterior?

Estoy haciendo el doctorado en la facultad. Tomé la decisión de no irme afuera en un momento donde no era difícil irse al exterior. Mi impresión es que la formación de posgrado, particularmente el doctorado, tiene mucho que ver con la posibilidad de encontrar buenos directores, buenos docentes investigadores que ayuden al doctorando a avanzar. La gente que estudia afuera estudia con grandes nombres y en grandes universidades, pero muchas veces no tiene posibilidad de elegir su tema de especialización. Con suerte alguien lo atiende, pero su especialización termina dependiendo del director que le tocó en suerte. Un estudiante inquieto, con expectativas y proyecto propio, tiene siempre que considerar este problema.
Hay una cuestión adicional que no tiene que ver con la calidad académica, sino con las condiciones materiales. El que se va al exterior se va becado, no tiene que trabajar y puede dedicarse exclusivamente a terminar sus estudios. Estas son condiciones muy difíciles de lograr en el país, y son obviamente favorables para cualquiera que quiera hacer un doctorado.

¿Cuál es el espacio actual del estudiante de economía en el mercado de trabajo?

La carrera de Economía nunca ha generado demasiados problemas laborales para sus graduados, al menos en términos comparativos con algunas carreras. Las alternativas son varias. Cuando la población obrera argentina está atada a un 20 % de desempleo (sin contar los Planes Trabajar), las condiciones en general son sin duda pésimas, pero en términos relativos, el economista tiene salida hacia el sector privado (sector industrial y financiero), el sector público y se agrega la alternativa de la investigación y la docencia.
Tal vez soy un poco optimista, pero creo que en términos relativos hay salida laboral. En realidad, la alternativa relacionada con la producción teórica es la que está en desgracia. Aún así hay alguna oportunidad, aunque es la más complicada, porque es la peor remunerada y la de ingreso más difícil.

¿Estamos preparados para alguna de estas salidas?

Según mi experiencia, una buena formación teórica prepara al estudiante de una forma espectacular para cualquier trabajo práctico que tenga que hacer. No hay trabajo práctico que requiera más que un entrenamiento. No es verdad que el economista no esté preparado para nada, aún con una carrera que está en un estado desastroso.
Ahora desde la teoría, la universidad pública tiene la oportunidad de hacer investigación básica y esto es una gran ventaja siempre y cuando no la dilapiden.

Luego de un año de transcurrido el gobierno de Kirchner ¿Se están ocupando correctamente de la situación económica? ¿Existe un plan económico?

Casualmente, con otros profesores de la facultad sacamos un artículo en la Revista Realidad Económica: "Las consecuencias económicas del señor Lavagna" (parafraseando a Keynes), planteando que el gobierno bosquejó tres objetivos básicos:
Regularizar el pago de la deuda.
Lograr el crecimiento económico.
Tareas orientadas a la acción social.
El planteo es que ése es el plan implícito de gobierno. Aparentemente, el gran instrumento que utiliza el Ministerio es la política cambiaria. Pero los problemas del país no se van a solucionar simplemente con la política cambiaria. Lo que hace falta es un genuino plan de desarrollo económico social para la Argentina. Y si evaluamos las acciones de gobierno con respecto a la aplicación de un plan de desarrollo, todo lo que ha hecho es insuficiente. Nuestra apreciación es que de esos tres objetivos, en el único en que el gobierno ha tenido un accionar decisivo es el de pagar la deuda.

Una economía desindustrializada y con gran dependencia de los precios del sector agrícola ¿Qué posibilidades de desarrollo tiene?

Un plan de desarrollo implica sostener enfrentamientos claros con ciertos sectores, en particular con los que se apropian de la renta del suelo. Esa renta podría volcarse, en lugar del pago de la deuda externa a través de retenciones, a un proceso de desarrollo vigoroso. Pero el gobierno no está haciendo nada de esto. Aun cuando el grueso de la población trabajadora se encuentra sepultado bajo la línea de pobreza. Cualquier política decidida de desarrollo en la Argentina de cara a las mayorías, se va a enfrentar no sólo con los terratenientes.

Teniendo en cuenta la situación económica mundial favorable para la Argentina, ¿es el crecimiento actual sostenible?

El tema de si es circunstancial o permanente, remite también a la cuestión de cómo se dirige ese crecimiento económico. Porque si pensamos que sólo se refleja en el pago de la deuda externa y la prosperidad del sector agropecuario, no es un crecimiento sostenible, y la prosperidad se dirige sólo a los poseedores de las mercancías que se producen en condiciones excepcionalmente favorables. Solamente en el marco de un proceso de reestructuración económica dirigida al crecimiento social se podría hablar de si el proceso es sostenible o no. Porque los procesos de mercado por definición no son sostenibles. Para el gobierno, y en parte para la discusión en general, dadas ciertas condiciones de mercado, hay que dejar todo el resto en libertad, y que lo aprovechen aquéllos que puedan (los que sustituyen importaciones y los que exportan mercancías de origen agropecuario). Si es eso, cuando se modifiquen dichas condiciones (se altere el tipo de cambio y bajen los precios de los productos) el proceso estará terminado.

¿Qué lugar debe ocupar la universidad pública en la sociedad?

Justamente. Si es necesario encarar la planificación de desarrollo argentino, la universidad pública tiene que realizar un cambio profundo. En particular la Facultad de Economía. La producción teórica, científica y docente de la carrera de Economía de la UBA puede tener un papel protagónico en un proceso donde el desarrollo comience a ser discutido de otra manera.


Entrevista:
Florencia Médici
Irina Moroni

 

"Producir sociedades": El desarrollo en América Latina

Quienes formamos el Germen y hacemos esta revista empezamos a estudiar Economía con la aspiración de entender y actuar sobre la realidad en la que estamos insertos. Habiendo hecho ya la mayor parte de nuestras carreras, encontramos que esas aspiraciones se vieron, al menos, postergadas. Buscando dar un paso en su materialización, durante el mes de junio llevamos adelante conjuntamente con el CEILA (Centro de Estudios Internacionales y Latinoamericanos, FCE-UBA) un ciclo de charlas para abordar la problemática latinoamericana, cuya comprensión nos aparece como imprescindible para decodificar nuestro presente e interpretar nuestro pasado. En este número de Plan [h] reproducimos la exposición del economista del IEF-CTA (Instituto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores Argentinos) Martín Hourest, que tuvo lugar en el segundo de esos encuentros; titulado "El Desarrollo en América Latina".

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"Ud. supone que la Economía Política es una investigación de la naturaleza y causas de la riqueza – y yo estimo que debería llamarse investigación de las leyes que determinan el reparto de los productos de la industria entre las clases que concurren a su formación. (…) Cada día me convenzo más de que la primera investigación es vana e ilusoria y que la segunda es el verdadero objeto de la ciencia."
Carta de Ricardo a Malthus de 9 de octubre de 1820, citada en la Teoría General de J.M. Keynes.

América Latina es el ámbito en donde los intentos de corrección de las limitaciones de aquellas estrategias de desarrollo de los 60', fundamentalmente relativas a la insuficiencia de la demanda, a las crisis del sector externo y a la escasa densidad del tejido productivo, a través de los procesos de liberalización de la cuenta capital y de la cuenta corriente, devinieron en el más absoluto fracaso. Si Argentina y América Latina configuraban en los 60' un continente que era una promesa, hoy integran lo que se ha denominado el continente de la desigualdad. Esto es fundamental a la hora de discutir el tema del desarrollo.

El concepto de "desarrollo", en el contexto del debate de la economía mundial, tiene tal grado de mal uso que se convierte en una palabra tóxica. "Desarrollo" fue la corrección humanista que pretendió agregar a "crecimiento" una dimensión cualitativa, humana. Curiosamente, cuando se pretendió establecer esta dimensión humana, automáticamente las propias teorías del desarrollo estallaron.

Si, aún precariamente, se admite el concepto de desarrollo, la primera discusión es acerca de cuál es el punto fijo a partir del cual se piensa el desarrollo. Si la cuestión central es la igualdad, el debate sobre el desarrollo debe empezar cuestionando los criterios con respecto a la dotación de factores, de propiedad, o de poder, porque son estas circunstancias las que producen la desigualdad. Sin embargo hay que ser muy cuidadoso para no entrar en una lógica de arsenales de procedimientos que descuiden la cuestión central, es decir, de qué hablamos cuando hablamos de desarrollo.

Para salir de esta toxicidad, suplantemos el término de "desarrollo" por el de "producir sociedades". Este concepto implica cuatro discusiones: una en torno a cómo se produce y se distribuye; otra acerca de los derechos extendidos e intensivos que tiene cada habitante de la sociedad; otra con respecto a cómo participa el conjunto de personas de esa sociedad en la manera de delinear el futuro y finalmente cómo estas personas revisitan y reconstruyen su pasado. El concepto de "producir sociedades" está estrechamente ligado a la discusión de la economía política, porque discutir estas cosas significa discutir qué tipo de Estado, qué financiamiento, qué relaciones de competencia entre los capitales, qué mecanismos de disciplinamiento del capital sobre el trabajo, qué forma de inserción en la división internacional del trabajo -ya sea en relación con la producción, el comercio o el financiamiento-, qué tipo de ganancias extraordinarias, en el mejor sentido de los clásicos, como determinante de la acumulación de capital, se plantea cada modelo de desarrollo.

En un sentido más importante, producir sociedades significa qué forma de distribución del ingreso, esto es, qué forma de demanda, porque las devaluaciones competitivas o los corredores de comercio no pueden contrarrestar el hecho de que el 80% de las transacciones de nuestros países se realizan mercado adentro. El problema de la demanda es el problema del desarrollo.
Esto sería la primera discusión de la forma de producir sociedades. Inmediatamente la pregunta que debe hacerse en una segunda ronda, es cuáles son los dispositivos estructurales con los que hay que operar. El primero de ellos, como dispositivo estructural del capital, es el monopolio sobre la tasa de inversión. Si éste recae sobre el sector privado, es el capital el que decide la distribución y el empleo. Segundo elemento: el disciplinamiento sobre el trabajo. Si el estatuto de derechos de los trabajadores, formales, informales, registrados o no registrados, depende cada vez más de relaciones contractuales intraempresa, el mecanismo de disciplinamiento del capital sobre el trabajo produce un determinado tipo de sociedad (más adelante se ampliará este punto). El tercer dispositivo estructural que la lógica del capital tiene sobre la forma de producir sociedades es el financiamiento estatal. En sus dos vías: financiar al Estado, a través de los impuestos, pero también capturar el financiamiento del Estado, en términos de subsidios, y de apoyo al proceso de inversión, por vía del gasto. El cuarto dispositivo estructural es la fuga. Y el quinto es la formación de sentido común, es decir, no sólo cómo erradicar las desigualdades, sino cómo hacerlas más soportables.

En esta lógica, a lo que se enfrentan nuestras sociedades cuando discuten el desarrollo, es a cómo dar respuesta a las seis preguntas de los clásicos acerca de cómo gana el capital. ¿Lo hace incrementando la intensidad del trabajo? ¿Haciendo caer los salarios y el valor de la canasta? ¿El capital aumenta su ganancia sobre la base de la densidad de capital bajando los costes de la unidad de capital, es decir, su composición orgánica? ¿El capital mejora su posición con mayor nivel de superpoblación relativa? ¿El capital aumenta su rentabilidad sobre la base de expandirse por el comercio exterior? ¿El capital aumenta sobre la base de la emisión de acciones? La realidad es que estas seis preguntas son respondidas de manera distinta según se trate de América Latina o de los países centrales. No todos los países tienen un sendero de desarrollo asentado sobre la depresión de la canasta de los trabajadores o sobre la no utilización de una mayor densidad de capital. Lo que se advierte es que aquellos países más exitosos en las tareas que en algún momento se le asignaron en el desarrollo, son aquellos que han sumado a la equidad distributiva el cambio técnico. El camino inverso, de iniciar el cambio técnico para llegar a la equidad distributiva es por lo menos dudoso, aún en los casos del sudeste asiático.
La siguiente cuestión a plantearse es cuáles son los rasgos que han aparecido y que siguen persistiendo como problemas en términos de la producción de sociedades. En el ciclo abierto hace 20 años pueden notarse cinco caracteres centrales.

El primero de ellos, el proceso de desindustrialización en el plano continental que va en conjunto con un proceso de primarización y tercearización de la producción, que en el caso argentino alcanza una pérdida del 15 % en su gravitación en el producto. El segundo elemento de este patrón es que toda América Latina se ha extranjerizado. El dato más restallante en términos de política industrial es que en casi todos los rubros, más o menos dinámicos, América Latina ha variado sustancialmente la participación de las corporaciones trasnacionales en el total. Si el proyecto para el desarrollo se basaba en el sueño de productoras de siderurgia latinoamericanas en los 50' y de producción metalmecánica en los 60', nos encontramos con que en los 2000 buena parte de esos sectores están trasnacionalizados. Las decisiones de producción, de incorporación de tecnología y de comercio de esos sectores están en una red mundial de valor y no forman parte de estrategias nacionales de desarrollo. El tercer elemento, en línea con este último, es el proceso nunca visto en América Latina de concentración simultánea de ramas, sectores y tipos de producción. Esto implica menores capacidades de regulación o, al menos, distintas estrategias de regulación sobre actores mucho más concentrados.

El cuarto elemento existente en América Latina, en los 60', los 70' y los 80' es la alta tasa de endeudamiento. América Latina se caracteriza por ser el continente con más desigualdad y el que más recurrentemente se endeuda. Lo llamativo es que ha tenido un proceso de endeudamiento que trasciende todos los movimientos internacionales de capital y que se explica por condiciones endógenas: en los 70' América Latina, y la Argentina en particular, financiaron la desindustrialización con deuda; en los 80' aumentó la deuda por el efecto de la década perdida y la cuasi moratoria internacional; y en los 90' cayó el endeudamiento externo sobre la base de la transferencia de activos, pero una vez consumidos se cerró la década con un incremento de endeudamiento. Seguramente, cuando termine esta negociación, Argentina va a haber tenido un proceso donde después de haberse consumido el capital, la desindustrialización y la moratoria, la tasa de endeudamiento seguirá siendo altísima. La contrapartida de este endeudamiento es la fuga de capitales. En los 90' había más deuda que fuga; ahora vamos a tener más capitales fugados que deuda pública. En este estado de cosas, es muy complejo plantearse estrategias de desarrollo si no se pueden cobrar impuestos a la fuga de divisas.

El último y más importante elemento es el tema de la distribución, pero no entendido como saldo de las políticas macroeconómicas sino como el eje a partir del cual hay que discutirlas. La vieja teoría del desarrollo, aquella que suponía que se podía obtener un mundo feliz si todos éramos keynesianos en el plano internacional, tenía como primer objetivo resolver el problema de la desigualdad y de la distribución del ingreso. Si hay algo que caracteriza la reformulación de esta sociedad, y por ende de sus aparatos productivos, si hay una lógica que demarca la estrategia de desarrollo futura y por ende también la lógica de conformación de otro modelo de sociedad, es precisamente la estructura de una nueva condición distributiva en América Latina.

El principal rasgo que surge al querer caracterizar la condición distributiva actual es el fenómeno de la población excedente: contingentes que están a la vera del ejército industrial de reserva, que no sirven ni para ser explotados. No es el problema de los que no fueron incluidos, sino de los que están siendo expulsados. Esto no deviene en ejército industrial de reserva, a causa de lo que se mencionó como el segundo ingrediente, a saber, una duración de los procesos de desocupación y de fractura de los mercados de trabajo que supera una década. Para los viejos macroeconomistas del desarrollo, una desocupación de diez años implicaba un desenganche del mercado productivo de por vida, aún a ritmos tecnológicos constantes. Qué decir cuando la tasa de desocupación del mismo contingente se extiende por más de una década en escenarios de amplio cambio tecnológico. Desaparece de este modo el viejo ejemplo de la dinámica del mercado de trabajo como mecanismo de reintegración de la sociedad al proceso de desarrollo, porque si se tiene una tasa de desocupación del 15%, de subocupación del 19%, de sobreempleo del 30%, y de empleo no registrado del 45%, el mercado de trabajo no sirve para capturar beneficios. No es una discusión acerca de la lógica de salarios contra productividad: es tan brutal el proceso de disciplinamiento que el salario sirve solamente para la reproducción física del asalariado a una canasta histórica muchísimo menor que las precedentes. Teniendo en cuenta esto, es claro que se puede hablar más de regresión civilizatoria que de desarrollo.

En el formato de ganancias extraordinarias que opera en la región se admite el proceso de rebelión de las élites: nadie está planteando reconducir el proceso de formulación y exportación del excedente. América Latina es hoy un continente que produce e internaliza miserias y exporta capitales. La lógica del formato de ganancias extraordinarias es ampliación del proceso productivo sobre la base de una ampliación del mercado externo de bienes banalizados o algunos segmentos en donde haya, dentro de ese mercado externo, niveles de sobre explotación o de subpago de la fuerza de trabajo más calificada. Porque a diferencia de las sociedades, que no se pueden mudar una a la otra, el capital sí puede mudarse de una sociedad a la otra. Hay un dato que es importante, en relación con la formación de ganancias extraordinarias, que es la composición inversa de la tasa de inversión. Al revés que en el resto de los modelos de desarrollo, el América Latina es altísimo el componente de inversión inmobiliaria y suntuaria en relación con la inversión productiva: mientras que los países desarrollados la proporción son 2/3 de inversión productiva, 1/3 de inversión inmobiliaria y suntuaria, en América Latina y en Argentina en particular, esas proporciones se subvierten. Esta es la lógica mediante la cual el capital responde a los procesos de regulación social y este es el punto en el que hay que discutir si se puede mantener abierta o no la cuenta capital, y qué estrategia darse en relación con el ahorro externo. Porque el otro dato, que viene a tirar por tierra algunas de las estrategias de desarrollo que se plantean como persistentes, es que la inversión extranjera directa en la década de los 90' se asentó principalmente sobre dos corredores: el financiamiento a la fuga de capitales y la compra de activos Estatales y privados, es decir, lo que se denomina en el balance de pagos "cambio de manos". La vieja disputa en torno a que el ahorro externo viene a llenar el pozo de lo que le falta al ahorro nacional para el proceso de desarrollo, a la luz de la década de los 90', se demostró como falso. Ya no es un debate entre desarrollistas, estructuralistas y marxistas de los 70', sino hacer la cuenta con el lápiz. El ahorro externo no financió desarrollo en América Latina, y tuvo contribuciones marginales en la formación bruta de capitales.

El planteo de algún tipo de estrategia de desarrollo tiene que, primero, ir desde el concepto de igualdad al concepto de acumulación de capital. Porque el problema en los 60's era la distribución de la demanda. Y en los 2000 es aún peor: el problema es la demanda. ¿Cuál es el aliciente que un capitalista va a tener en producir bienes de consumo durables para el mercado doméstico, cuando el 10% de la población captura el 35% del ingreso, el 20% de la población captura el 56% del ingreso, y el 60% de la población captura el 26% del ingreso? El capital opera sobre demanda solvente. En consecuencia, o se establecen reglamentaciones administrativas o se construye solvencia, y la única manera hacerlo sin subsidios al capital es con equidad social, lo cual no se logra a través del mercado de trabajo, que está desfondado, sino que tiene que ser una política pública de naturaleza universal que tienda a elevar los niveles de distribución del ingreso doméstico.

En segundo lugar, no puede plantearse en economías que -se decía- necesitaban ahorro externo para sobrevivir y para desarrollarse pero que, a la vez, no retienen el excedente que producen. Como tercer punto, estas medidas deben ser acompañadas por la orientación de la inversión, sobre la base de un proceso de industrialización. Con este set de precios relativos, la industrialización en la Argentina y en América Latina no necesariamente crea empleo. Es más, sin orientación de la inversión, el resultado es un panorama de nichos de comercio exterior y no de difusión del proceso técnico, menos aún de mejor distribución del ingreso. En cuarto lugar, hay que re-regular y tomar el control de áreas y servicios claves. En quinto lugar, hay que tomar medidas estratégicas con relación a la socialización del acceso al progreso técnico. Esto lo debe hacer el Estado, porque el mercado tiende a concentrar y a monopolizar el proceso productivo.

Finalmente, un tema de importancia cuando se discute desarrollo: qué es lo que se le ofrece al conjunto social para que se adhiera a una estrategia de desarrollo o de producción de sociedades. ¿Qué les ofrecía en los 40', los 50' y hasta en los 70'? A los sectores populares les ofrecía ingreso, empleo, acceso a una canasta creciente de bienes y proceso de movilidad social; a los sectores medios y altos, la inserción en el proceso de formación de capital y de formación profesional y de desarrollo sobre la base del crecimiento del mercado interno. ¿Cuál es el aliciente que este modelo de desarrollo, hacia fuera y hacia arriba, le brinda al conjunto de la sociedad? Es muy difícil encontrar grandes capitalistas dinámicos locales cuando el mensaje es que el mercado interno no va a crecer, la distribución del ingreso no va a mejorar, y el Estado no va a participar activamente en el proceso de acumulación de capital. Tenemos que empezar a pensar que el proceso de estrategia de desarrollo tiene más que ver con la producción rápida de ciudadanía que con la construcción de beneficios.

 

Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche

Como dijimos en el primer número de Plan [h], si bien esta revista surge de una iniciativa del Germen, pretendemos que nos trascienda y se convierta en un verdadero espacio de debate, vergonzosamente ausente hasta ahora, en el seno de nuestra facultad. Es en ese marco general, y en la intención de dar difusión a una iniciativa que consideramos singularmente digna de ser apoyada, pese a que no tenemos responsabilidad en su organización, que se encuadra la nota que sigue.

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Este segundo cuatrimestre se inició en la facultad la Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche. Ella funciona como cátedra libre, abierta a los estudiantes, graduados, docentes de todas las carreras y al público en general; y la asistencia es gratuita. En esta nota vamos a contar de qué se trata y por qué creemos que es necesaria su aparición.

El neoliberalismo y nuestra realidad socioeconómica

La Argentina ha sufrido en los últimos tiempos uno de los mayores retrocesos de su historia en materia de estructura social y económica. Como consecuencia de ello, más de la mitad de la población es pobre ( 54.7% según los últimos datos del INDEC); uno de cada cuatro argentinos no alcanza a cubrir los gastos mínimos de alimentación (26.3% de indigentes); el 15.3 % de los que quieren "activamente" trabajar no lo logran, mientras que un 18.8% de quienes sí lo hacen quisieran trabajar más horas. A su vez, parte central del aparato productivo nacional se encuentra en manos de empresas extranjeras, y la que no lo está se encuentra en manos de un puñado de grupos económicos locales cuyo éxito o fracaso es independiente de la suerte de la mayoría de nosotros. Y como si esto fuera poco, nuestra deuda externa total en diciembre del 2003 superaba el valor de toda nuestra producción anual ( 1.08 veces el PBI de dicho año).

La causa principal de tal retroceso es el conjunto de medidas económicas que vienen aplicándose en nuestro país, con menor o mayor intensidad, desde 1976 hasta la fecha. Esas políticas son la apertura comercial indiscriminada, la libertad de cambio y del movimiento internacional de capitales, el intervencionismo en el mercado financiero, las privatizaciones de las áreas vitales de nuestra economía, entre otras.

Toda esta batería de políticas económicas viene legitimada por un discurso de vieja data en el mundo y en nuestro país: el liberalismo (hoy día antecedido por el prefijo "neo").

El neoliberalismo y nuestra facultad

La reforma del plan de estudios de 1997 es tal vez el más decidido intento de adaptar nuestra facultad a los requerimientos de la Argentina neoliberal. Ello se evidencia en las palabras de un profesor de la carrera de economía, José María Fanelli, quien por entonces la defendía en forma pública: Respondiendo en una charla abierta al reclamo estudiantil por el contenido curricular de la reforma dicho profesor sostuvo que, pese a las quejas, en el momento de recibirse los estudiantes iban a estar agradecidos porque tendrían los conocimientos suficientes para aprobar el examen de ingreso al MIT u otra universidad del exterior.

De esta manera la universidad pública de nuestro país se transformaba en una usina de tecnócratas que debía continuar su formación en el exterior, es decir, parte subordinada de la formación de una burocracia internacional al servicio de las naciones rectoras del mundo. Esta concepción de la universidad es acorde a la forma en la que, enmarcados en el neoliberalismo, los economistas asumen y desempeñan sus funciones en ministerios, instituciones y empresas argentinas: como un eslabón más en su carrera, esperando ansiosos el momento del ascenso, es decir, el momento que desde el exterior los llamen para desempeñarse en algún organismo internacional, casa matriz o subsidiaria de mayor jerarquía, universidad del exterior, etc.
La posible contradicción entre una formación norteamericana o europea y una realidad latinoamericana es salvada por la concepción "universalista" de la teoría económica neoliberal.

La ciencia económica pasa a ser el estudio de una teoría universal ("cosmopolita" como la llamara Friedrich List), y las distintas naciones casos particulares de aplicación de la misma, así como el FMI elabora la política económica y las distintas naciones deudoras la aplican.

Esta concepción de la economía es la que vemos plasmada en el plan de estudios de nuestra carrera, tanto en el cronograma como en el propio contenido de la currícula. Las materias centrales son las que enseñan las doctrinas puras y sus métodos universales (microeconomía; macroeconomía; crecimiento; dinero, créditos y bancos; organización industrial; junto con las materias de formación matemática y estadística), y las que abordan nuestra realidad nacional son las materias periféricas (estructura social y económica; historia económica). Pero no es sólo una cuestión de carga horaria: aparentemente, las primeras serían aquellas en las que se aborda la formación teórica y las segundas las que representan su aplicación a la realidad nacional.

En la práctica dicha concepción nunca pudo materializarse debido a la imposibilidad de hecho de aplicar las doctrinas enseñadas en las materias "teóricas" a nuestra economía, por lo que ambos grupos de materias pasaron a formar dos mundos independientes: el uno la teoría sin empiria, el otro la empiria sin teoría.

Esta dualidad no se encuentra en estado puro, de modo que ciertas materias llamadas teóricas presentan en sus últimos puntos del programa ciertas referencias a nuestra economía. Por suerte, la mayoría de las veces, la cursada no alcanza para abordarlos, ya que la aplicación de dichas teorías a nuestra realidad suele ser en general el inverso: la aplicación de nuestra realidad a dichas teorías. Como ya había dicho Jauretche denunciando el colonialismo cultural, "repiten lo de Varela: Si el sombrero existe, sólo se trata de adecuar la cabeza al sombrero".

Quienes no se conforman con un sombrero sin cabeza o una cabeza sin sombrero tienen dos opciones: Una es entrar al "todo por dos pesos" de las doctrinas económicas e importar algún sombrero heterodoxo (galeras institucionalistas, cascos neoschumpeterianos, viseras regulacionistas, gorras postkeynesianas, vinchas neoricardianas o boinas neomarxistas). La otra es recuperar la fábrica de sombreros y ponerla a producir.

Recuperar y producir: La Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche
Los estudiantes, docentes y graduados que impulsamos la "Cátedra Nacional" creemos que es importante estudiar y debatir los principales autores nacionales, entendiendo por éstos a quienes descreyendo del universalismo de las doctrinas económicas elaboraron sus ideas a partir de nuestra realidad. No por mero interés académico, o por un nacionalismo sentimentalista, sino porque nos parecen el punto de partida necesario para la construcción de un pensamiento vivo, que tenga como centro de reflexión nuestra situación económica y pueda dar respuesta a los grandes problemas nacionales.

Por eso decidimos impulsar una cátedra de economía que recupere autores de la talla de Scalabrini Ortiz, Jauretche, Braun y Diamand en su análisis de aspectos centrales de la teoría económica como ser el comercio exterior, el endeudamiento externo, las inversiones extranjeras, la moneda nacional y la divisa, la inflación y la crisis.
Recuperar el pensamiento de dichos autores y producir un pensamiento que afronte sin concesiones los grandes problemas económicos que limitan el desarrollo de nuestro país es el objetivo de la cátedra.

Por ello el miércoles 27 de octubre, a las 19 hs; nos juntamos en el Salón de Actos de la facultad para escuchar a Martín Schorr (docente de la UBA e investigador de FLACSO), Horacio González (docente de la UBA y subdirector de la Biblioteca Nacional) y Felisa Micheli (presidente del Banco Nación -a confirmar-), y debatir con ellos las respuestas del pensamiento económico a la presente crisis del modelo neoliberal en nuestro país. Te esperamos.
(Para más información, consultar www.catedrajauretche.com.ar o por mail a catedra_jauretche@yahoo.com.ar)

 

Respuesta a Daniel Heymann

Andrés Asiain
Docente de las materias "Crecimiento Económico" y "Dinero, Crédito y Bancos" en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.

El número anterior de Plan [h] incluyó un diálogo con el Profesor Heymann en el que se trataron diversos temas de actualidad para los estudiantes, docentes y graduados de nuestra facultad. La nota gira en torno a la forma en que se encuentra organizada la currícula de la carrera de economía; la forma que se desarrolló la última gran crisis económica; y el pago de la deuda externa. A través del espacio cedido por esta revista nos permitiremos contrastar nuestras opiniones con la suya. La finalidad no es la polémica inútil, sino el intercambio de opiniones a fin de mejorar la excelencia académica del claustro y la calidad de nuestra profesión.


El contenido curricular de la carrera de economía

Daniel Heymann se encuentra conforme con la currícula actual de la carrera, que reconoce como neoclásica. La explicación que se trasluce en las respuestas parciales es su interpretación del por qué de la existencia de las diferentes corrientes y su acceso al mainstream. Desde esta perspectiva, cada corriente de pensamiento ha ocupado el lugar que ocupó en su contexto histórico según la capacidad que tuviera de dar respuesta a los problemas centrales de su época. Así, la doctrina neoclásica sería la más apta para la resolución de los grandes problemas de la actualidad y por ello ocuparía el lugar privilegiado; de modo que la discusión entre distintas corrientes sería un anacronismo que nos desvía de la solución de los problemas actuales en economía y nos pierde en el mundo de las disputas doctrinarias.

Este particular punto de vista sobre el acceso de las diferentes escuelas al "mainstream" tiene una gran ventaja para quien lo proclama: ser oficialista indiferentemente de quien ocupe el trono, ya que el trono de por sí otorga a quien lo ocupe la verdad. Y aún haciendo abstracción de esto, cabe preguntarse cuáles son para el profesor Heymann los grandes problemas a resolver por la ciencia económica en la actualidad que tan bien aborda la doctrina neoclásica.

Estos grandes problemas no parecen ser los que afectan a los argentinos, ya que nos confiesa que luego de haber estudiado y ejercido tanto tiempo la profesión de economista sigue sin entender la economía argentina. Esto no le parece un problema ni de la carrera ni de él mismo, mucho menos de la teoría neoclásica, el problema parece ser de la economía argentina.

Pero, ¿cuáles son entonces los grandes problemas que aborda la teoría neoclásica? Serán los de las naciones más desarrolladas. Será que ellas también por ser hoy día las que ocupan el trono tienen el derecho exclusivo a la verdad y la ciencia.

No es de extrañar que si la currícula de nuestra carrera no es más que un intento de copia de las universidades norteamericanas, nuestros egresados vean como extranjera e incomprensible nuestra realidad y tengan como meta profesional el desempeño fuera del país. Tampoco es de extrañar que con esa incomprensión de su propio entorno sean aún más nocivos cuando no logran cumplir su meta y deben quedarse en la Argentina.

La crisis Argentina y su superación

El profesor Heymann no aborda de lleno el tema, por lo que nuestros comentarios se reducirán a su particular visión sobre las formas de superación de la crisis, articuladas alrededor de la retracción del consumo, el superávit primario y la política de restricción monetaria, que habrían evitado la hiperinflación. Habría ayudado también el fuerte superávit comercial a estabilizar el tipo de cambio y, por último, la redistribución del ingreso hacia los exportadores habría permitido la reactivación de la demanda tras la estabilización de la paridad cambiaria.

Son destacables las medidas que alaba para controlar un posible brote hiperinflacionario, que no son más que la caída de la demanda para forzar la caída del producto y el superávit fiscal (por la reducción del gasto real). Cabe preguntarse si en el afán de prevenir un incendio, de tanto manguerear no corremos el riesgo de morir ahogados (el consumo a precios de 1993 se redujo un 16% en el 2002 respecto a los reducidos niveles del 2001, el PBI lo hizo un 13%, la población pobre creció un 18% y la indigente un 14%, el desempleo aumentó 5 puntos)2.

Más allá de la forma en que son ordenadas las distintas medidas que llevaron a la superación de la crisis, éstas no reflejan más que lo que en los hechos ha sido la política aplicada en la Argentina. Como la crisis de la convertibilidad es en esencia una crisis de balanza de pagos, se la supera mediante una crisis de la producción que logre restablecer un tipo de cambio estable mediante la reducción de las importaciones (en colaboración con la cesación de pagos de intereses por la deuda externa y otras medidas que redujeron la salida de divisas). Además la inflación fue relativamente baja porque se mantuvieron los salarios y el gasto nominal fijo frente al deterioro en términos reales causado por una devaluación que introducía un nuevo esquema de precios relativos elevando el índice general de precios. Pero de ello se deduce que el perjuicio inmenso de los grupos de menores ingresos no ha sido una consecuencia inevitable de la crisis como se desprende del planteo del profesor Heymann, sino de la particular solución que se le dio.

Respuesta a Daniel Heymann

El profesor Heymann propone pagar la deuda mediante dos argumentos. El primero es ya harto conocido por todo nosotros pues fue repetido incansablemente por los diversos defensores del régimen de la convertibilidad: "si no pagamos generamos incertidumbre y no hay inversión".

Este argumento se basa en la ya vieja concepción colonial del capital que denunciara en su tiempo Scalabrini Ortiz. Para ella la única inversión es la extranjera, y ese es el único capital válido. Si repasamos un poco los índices de la Argentina a través de su historia podemos ver la falsedad de dicha teoría. Los niveles de inversión en relación al producto bruto interno han sido menores durante la etapa en que éramos confiables y atraíamos a los inversores (el promedio para el período 1991-2001 es del 18%) que en aquellas en que los espantábamos (el promedio para el período 1946-1955 es del 21% y del 22% entre 1973 y 1975)3.

El segundo argumento es "ponerse una cuota factible y pagar todos los meses para que te dejen en tranquilo. No fijarse más en el riesgo país, no salir a pedir prestado afuera, y pagar igualmente. Tener la plata reservada, y tomártelo como que estás pagando la cuota a este club internacional". Aquí el profesor parece admitir que ser socio del club de las naciones coloniales no trae grandes ventajas en el sentido de préstamos desde el extranjero, pero pagar es la mejor medida para estar tranquilos. El argumento de fondo aquí es el temor a la represalia, y en cierto sentido es el mejor argumento para fundamentar el pago de la deuda externa, ya que ésta, más allá de las modernas palabras con que se denominan los siempre novedosos instrumentos financieros, no es más que un tributo impuesto a las naciones débiles por el poderío de los países imperiales.

A modo de conclusión

El diálogo del Dr. Heymann con Plan [h] nos muestra las graves falencias de las que adolecemos todos los profesionales formados por una universidad extraña a su país; y particularmente el rechazo a nuestra realidad ante la incapacidad de comprenderla con las anteojeras de doctrinas falsamente universalistas que nos llevan a poner en un lugar secundario el bienestar de nuestra sociedad ante la resolución de los problemas económicos. Por último, termina en la rendición incondicional ante las naciones centrales y sus formas de coacción. Todo lo cual nos muestra la necesidad de un cambio no sólo en la currícula, sino también del tipo de profesional idóneo para el dictado de las clases y la investigación. Poner los graves problemas económicos de nuestro país como punto de partida para toda teorización y debate es la forma en la que la universidad puede colaborar en revertir la dura situación en que hoy se encuentra nuestro pueblo. Ese único objetivo es el que empujó a escribir esta nota.