26.4.04

 

Plan H - Año 1 Nro 1


Editorial
Golpe a golpe, verso a verso
El golpe y la FCE
Por una vuelta al reino de este mundo
¿Universidad?
Entrevista a D. Heymann

 

Editorial

Las últimas elecciones de Centro y Consejo fueron la más burda expresión de la
peor faceta que tiene la política de la facultad, haciendo evidentes el patoterismo y la violencia reinantes. El escrutinio dejó en claro que la lucha por el poder, dentro de esta institución, se resuelve en términos del potencial de los aparatos partidarios por dominar el proceso y modificar los resultados según sus intereses. Como grupo autoconvocado de estudiantes habíamos decidido ayudar a fiscalizar las elecciones; la inutilidad del intento resultó evidente. El asco que sentimos todos los presentes, y la impotencia frente a lo sucedido, nos impulsaron a reunirnos y reflexionar sobre lo que habÌa pasado. Dicha reflexión devino en una serie de acuerdos básicos, sobre los cuales surgimos como el grupo que hoy somos, El Germen. La presente editorial es la base de nuestros lineamientos, y esta revista una materialización de los mismos.

La política de la facultad está patas para arriba. La experiencia de los dos últimos años demuestra que las formas de procurar un cambio en la facultad se chocan con obstáculos insalvables. Se partió de la concepción errónea de que una vez recuperado el centro de estudiantes sería posible construir un movimiento estudiantil vasto y combativo, participativo. Tras esta quimera, y con un ímpetu tan admirable como quijotesco, se luchó contra molinos de viento cada vez más grandes. Bajo el objetivo único de echar a la franja morada, la fuerza militante jugó todas sus fichas a una apuesta que lamentablemente no podía ganar; el proceso condujo a la principal agrupación opositora a un total aislamiento, al punto de que los golpes recibidos no generaron ningún tipo de reacción entre el estudiantado, reflejo del grado de indiferencia alcanzado. Considerando que la crisis política de la facultad no puede ser entendida
sólo como un producto de la brutalidad morada, es necesario encarar un proceso de reflexión
acerca de la absoluta inexistencia de una necesidad concreta, efectiva, por parte de los estudiantes, de tener un espacio de participación y representación. El centro de estudiantes, como institución formal, tiene que ser la expresión de un movimiento, la manifestación de un espíritu colectivo. Ha de ser la forma institucional y necesaria que adopta un contenido político e
intelectual. La forma como reflejo de un contenido.

La consecuencia que se desprende de nuestro diagnóstico es sencilla: es necesario conformar un espacio específicamente estudiantil de índole cultural y político. Apostamos a construir una usina
de ideas y debates, de proyectos y posibilidades. Cuando este espacio esté maduro, sólidamente afianzado, arraigado entre los estudiantes, su propia lógica interna lo llevará a demandar el espacio de poder que llamamos centro de estudiantes. (A este respecto, quede claro que
no renunciamos a dar una lucha por la recuperación de un centro institucionalmente
reconocido y de carácter democrático.)

Como hemos dicho, nuestra lectura de la realidad nos lleva a replantear las formas convencionales de construcción política. Así, proponemos constituir un espacio cimentado
en actividades concretas donde la discusión sea parte de una praxis cotidiana, de modo que
acción y reflexión sean una totalidad que no reconozca un determinismo en ningún polo. Si, como creemos, las condiciones de existencia de un movimiento estudiantil dentro de la carrera de economía no pueden ser otras que el movimiento mismo, la praxis (es decir la relación entre ambos polos) ha de ser el punto de partida. En este marco, nos hemos propuesto la realización
de una serie de actividades, algunas de las cuales ya han tomado formas concretas, que comiencen a dar vida a un verdadero espacio participativo. Dichas actividades, al día de hoy, son: el lanzamiento de esta revista, la organización de charlas, un ciclo de presentación de tesinas, grupos de estudio, seminarios, ciclo de cine... Cada proyecto pensado y llevado a cabo, autónomamente, por aquellos directamente interesados, y paralelamente, una reunión -digamos mensual- de puesta en común de cada una de las actividades. Un espacio abierto de debate,
con vistas a devenir en un movimiento político-estudiantil de vasto alcance. Queremos destacar que nuestros medios son, al mismo tiempo, un fin en sí mismo, puesto que nos indigna la falta de una actitud crítica frente a los conocimientos que recibimos. La apuesta es doble: generar un espacio cultural y académico que mejore el nivel de nuestra casa de estudios y articular dicho
espacio con objetivos políticos concretos. En definitiva, constituir una identidad colectiva en torno a la cual se erija una comunidad estudiantil que reconozca sus inquietudes y necesidades,
y se disponga a comprometerse por ellas. En este marco, la presente revista apunta a llenar la, hasta hoy, vergonzosa falta de un espacio de debate estudiantil, tanto académico como político. Una carrera que no se piensa a sí misma es, sin más, una carrera que no piensa, que no crea, que no cuestiona. Un ámbito de pensamiento que no reflexiona es la negación de su razón de ser, un muerto caminando. Habiendo escrito esta revista embarramos la cancha, pateamos la pelota y preguntamos ¿hay alguien del otro lado?

 

Por una vuelta al reino de este mundo

"Se cuenta con frecuencia la anécdota de aquel alumno que interrumpió a su profesor en medio de una clase de Teoría Económica y le dijo: "me sabe mal cortarle así, pero en el mundo real..." a lo que el profesor sin dejarle concluir respondió herido (¡herido!) "Señor Waldorf, debe usted recordar que el mundo real constituye un caso particular y, por consiguiente, no necesitamos tenerlo en cuenta"
R. McKenzie y G. Tullock (citado por MochÛn y Beker)

"A los economistas que no se ocupen principalmente, de modo directo o indirecto, de las operaciones de economÌas reales que ellos deseen transformar, mejorar o proteger del empeoramiento es mejor clasificarlos como subespecie de los filósofos o matemáticos, a menos que opten por ocupar el espacio que en nuestra sociedad secular ha dejado vacÌo el declive de la teología"
Eric Hobswbawm


Nuestra propuesta es sencilla: reflexionar sobre la capacidad de pensar la realidad argentina en el marco de la Carrera de EconomÌa de la FCE. Para ello abordamos dos planos, el académico y el institucional.

I

Comencemos por analizar la ciencia económica, tal como se nos enseña. Todos sabemos
que, en esta casa, domina la corriente neoclásica, por ende a ella debemos dirigirnos. Tratemos el problema basándonos en las dificultades intrínsecas de esta disciplina para resolver los interrogantes que nos llaman, dejando a un lado cuestiones extrínsecas tales como la calidad de nuestra instrucción. Si podemos demostrar que la economía neoclásica es, necesariamente,
incapaz de brindarnos el conocimiento que buscamos, entonces el mayor problema estará resuelto.

Como sabemos, los neoclásicos centran el estudio de la economía en la esfera del mercado; reconocen la existencia de la producción y de factores institucionales, pero no como variables verdaderamente relevantes. Suponen que el desarrollo del sistema se rige por leyes universales1, de modo tal que sus directrices son independientes de elementos histórico-estructurales. En este planteo, cuestiones tales como el desarrollo de las fuerzas productivas, las relaciones sociales y las condiciones específicas del intercambio en una etapa
determinada son secundarios: pueden afectar a las variables que gobiernan al sistema, pero de modo alguno a sus ecuaciones fundamentales2. Así, la historia se esfuma del centro de interés de esta disciplina, relegada al frío plano de "fuente estadística", cuya única función es la de permitir cuantificar (es decir, cliomería, o"ìeconometría retrospectiva").

Ahora bien, seamos justos con ellos y, respetando su metodología, apelemos al sentido común. El mío, cuando menos, sostiene fervientemente diferencias estructurales entre la Argentina de los '60 y la de hoy: desindustrialización, denacionalización, deuda externa, desempleo, sectores estratégicos en manos foráneas... Obviamente, quien no esté familiarizado con la doctrina neoclásica podría llegar a sostener (hereje él) que no sólo hubo un cambio cuantitativo en las variables, sino que las ecuaciones mismas cambiaron. Pero la economía que nos enseñan se
empeña en medir todo con la misma vara, siguiendo leyes fundamentales, modelos de
aplicación universal.
En resumen, las generalizaciones abstractouniversales de la Escuela Neoclásica pierden de vista
el carácter dinámico de su objeto, y con ello el objeto mismo.

Es por esto que hay que poder captar la evolución histórica de nuestro objeto, sus etapas, y las diferencias que se presentan dentro de cada una de ellas, las leyes particulares que las rigen, sus variables fundamentales y su evolución necesaria. Asimismo, captar la diferencia estructural entre sus unidades, su interrelación (ya sea a través de teorÌas desarrollistas, de la dependencia, del imperialismo, de la lucha de clases, etc.). Siguiendo estos preceptos encontramos dos enfoques sobresalientes. Por un lado, Marx y Schumpeter, puesto que ambos se centraron en los mecanismos económicos internos específicos que mueven a una economía capitalista y le imponen una dirección. Por otro lado, experiencias tercermundistas, como por ejemplo
la CEPAL, dedicadas a confeccionar modelos simples y abstractos que se ajusten a realidades concretas, es decir, modelos circunscriptos a contextos históricos específicos. En resumen, teorías del cambio endógeno o modelos abstractos pero de realidades concretas.3

Todo esto nos lleva a una conclusión: nada podremos decir de la realidad argentina si olvidamos la etapa mundial presente, el rol que ocupamos en ella y la etapa que hoy por hoy parece querer quedar atrás. Es imposible afirmar que el futuro inmediato será mejor que el pasado reciente, pero es igualmente imposible afirmar que el quiebre del modelo se resume en un simple ajuste cuantitativo de las variables fundamentales. Hasta aquí lo académico.

II

En el plano institucional, encontramos una FCE disociada de la Realidad Argentina. La segunda no encuentra en esta casa de estudios aportes para su desarrollo4, la primera no concibe la situación nacional como objeto de estudio ninguna de sus carreras.

Sumemos a esto la relación entre el estudiante y la Facultad. Nueva Escisión. El estudiante -al igual que la mayorÌa de los profesores- no tiene posibilidad alguna de participar ni en la elaboración de conocimiento ni en las decisiones que conciernen a su carrera. Recordemos la reforma del '97, elaborada a puertas cerradas por nuestra tan querida democracia calificada de docentes concursados5, así como el fraude en las elecciones de centro de estudiantes.

Tenemos entonces una interesante tríada de elementos indiferentes: los alumnos y la facultad, la facultad y la Argentina, la Argentina y los estudiantes.

Nuestra explicación de este escenario es la siguiente: la facultad se nos presenta, en tanto alumnos, como un ente externo, en el cual no nos vemos reflejados a nosotros mismos. Estudiamos en la FCE, pero no formamos parte de ella más que como meros consumidores de conocimiento ajeno. Así, los estudiantes no logran apropiarse de la carrera, razón por la cual tampoco se reconocen en los contenidos a ellos impartidos. Si esta no fuese la situación, si entendiésemos que la carrera debe ser nuestra6, entraríamos en plena contradicción con una serie de teorías y posturas ideológicas que no nos pertenecen, ni nos representan, ni tampoco nos sirven. Todo esto lleva a cuestionar el rol de sumisión al que nos vemos relegados los
estudiantes, que en tanto siervos de decisiones ajenas carecemos de libertad, en sus dos acepciones: una colectiva y otra individual. La primera entendida como la libre determinación de los pueblos, su soberanía e independencia. La segunda en referencia a ciertos derechos y obligaciones adquiridos. Obviamente, no puede existir libertad individual en un marco de esclavitud colectiva. Volviendo sobre lo que nos lleva a escribir, esto significa que no es posible concebir un estudiantado libre en un marco institucional profundamente antidemocrático que solo le reconoce obligaciones.

Si asumimos que los alumnos no se encuentran a si mismos en la facultad, que debería ser el vínculo material que medie su relación intelectual con el país, vemos que la reconciliación del estudiante con la realidad nacional solo es posible a través de su previa reconciliación con la Facultad, más específicamente con su carrera. Nadie se libera sólo, la libertad individual abstracta es sólo una mentira del individualismo más ingenuo. Al fin y al cabo sería libre de qué, si ni siquiera decide qué, por qué ni para qué estudia.

Conclusiones
Nuestras conclusiones son dos, sencillas y concretas.

Primero, debemos luchar por una carrera distinta, que no se cierre en modelos vacíos que nada nos dicen sobre nuestra realidad, sobre nuestro país, sobre la materialidad de nuestro pueblo.
Segundo, debemos luchar por nuestra libertad individual, es decir, por nuestra autodeterminación colectiva. A este respecto, la solución propuesta es la creación de una Junta de la Carrera de Economía -tal como existe en Filosofía y Letras o en Sociales-, donde los tres claustros sean democráticamente elegidos. Dicha Junta ha de tener el monopolio de decidir resolutivamente sobre cualquier tipo de reforma académica, de inclusión de nuevos temarios y materias que surgen en la ciencia económica, como también de establecer las pautas de cursada, promoción y designación de profesores, ayudantes e investigadores.

La conclusión es, en realidad, una sola: únicamente la emancipación colectiva de la carrera de economía de las burocracias anti-intelectuales de la facultad permitirá la conformación de estudiantes verdaderamente libres al servicio de su propia realidad nacional.

Mora

1 Estas leyes universales no son otra cosa que los modelos de aplicabilidad universal que nos enseñan en cada clase, modelos que jamás tienen referencia a nada que no sea la racionalidad de los agentes.
2 Esta crítica se funda en los escritos de Maurice Dobb.
3 Eric Hobsbawm, Sobre la Historia, Ed. CrÌtica, Barcelona, 1998.
4 A excepción del Plan FÈnix, que nada tiene que ver con los contenidos que se nos imparten ni con los estudiantes, que nunca fuimos invitados a participar; se trata del aporte de un grupo de profesores, de ningún modo de la institución como tal.
5 Recordemos que dicha reforma llegó a tal punto de barbarie que, originalmente, se proponía la unificación de las únicas dos materias de historia de nuestra carrera, a la vez que sostenía la necesidad de volverla optativa. Al fin y al cabo, ¿para qué necesita un estudiante de ciencias
sociales, por ejemplo de economía, saber de historia? Las grandes empresas, que sí fueron consultadas, tampoco vieron aquí ningún problema.
6 Obviamente, al decir nuestra incluimos a la totalidad de los profesores. Respecto a los ex alumnos que no mantienen una relación regular con esta casa, nuestra postura aún no está definida.

 

¿Universidad?

"Si conseguimos volver a la idea de que la educación pertenece a la esfera del ser y no a la del tener, podremos revertir la tendencia actual que busca convertir a la educación superior en un sector más del mercado de bienes y servicios. Una buena universidad es la que ejerce una influencia cultural decisiva en su país."
Dr. Guillermo Jaim Etcheverry, actual rector de la UBA1.

Una pregunta debería inquietar las mentes de todos y cuantos pertenecemos a la comunidad universitaria: ¿cuál es el papel que juega hoy la universidad pública en el devenir del país? ¿Cómo interviene su actividad en el proceso de crisis que atraviesa nuestro pueblo?
La sociedad argentina ha venido dando muestras de querer despertar de su larga siesta; parece haber decidido dejar a un lado la pasividad y la aprobación acrítica y silenciosa, para iniciar un arduo camino vestida de overall. Es cierto que no sigue un comportamiento lineal ni monótono, y que el andar implica instancias de retroceso, pero es innegable que ya no mira para otro lado y que pretende emprender la búsqueda de nuevos horizontes. Para dar cuenta de la descentralización geográfica y heterogeneidad expresiva de esta nueva etapa de movilización social basta mencionar algunos de los acontecimientos vividos de un par de años a esta parte, tales como el 19, 20 y 27 de diciembre del 2001 y la conformación de asambleas populares; el profundo rechazo a la tentativa de retorno del menemismo y, más cercano en el tiempo, el repudio al régimen juarista en Santiago del Estero (al margen de la suerte que corra la intervención). Pero además, en lo que hace a manifestaciones de largo aliento, pueden destacarse entre otras la masiva participación en organizaciones sociales, las redes de comedores populares y la acción de trabajadores retornando a sus fuentes de empleo a partir de las fábricas recuperadas; en el plano de la actividad artística, con Teatro por la Identidad y numerosas producciones cinematográficas, que con destacable calidad reflejan la inquietud de un pueblo por indagar en las causas de la situación presente, y las sensaciones y sensibilidades que ésta despierta. Queda claro entonces que, si bien está lejos de reconocerse la nueva forma que ha de adquirir el sujeto colectivo, la exploración de alternativas y senderos se ha iniciado, y que su rumbo depende de las posibilidades y obstáculos que han de presentarse. Es en este contexto, el de una ciudadanía materialmente pauperizada poniéndose de pie, en que la universidad desarrolla su labor. Pero a propósito, "...resulta imperioso rediscutir la idea de universidad. Aclarar para qué sirve esta institución a la sociedad"2. En
este sentido, y de cara a la dinámica social vigente, son numerosos los proyectos de intervención provenientes de las distintas unidades académicas de la UBA3. Ahora, deberíamos pensar cómo se insertan estos proyectos en la realidad nacional, cuál es su potencialidad en el marco de la Universidad que tenemos hoy y finalmente si responden a una idea de Universidad. Para tratar estos problemas concretamente haremos referencia a la situación en nuestra facultad.

En septiembre de 2001 se lanza "Hacia el Plan Fénix: una estrategia de reconstrucción de la
economía argentina para el desarrollo con equidad". Este trabajo, que involucró e involucra a los más renombrados profesores de la facultad -una parte de los cuales venía realizando críticas al modelo con anterioridad, pero de manera inorgánica y discoordinada-, es presentado como un proyecto institucional, lo que resulta de vital importancia considerando que dicha institucionalidad lo llevó a tener lugar rápidamente en las mesas de debate público sobre el
rumbo econÛmico del paÌs y dando lugar a la difusión de un discurso diferente.

Sin embargo, el Plan Fenix como expresión de una idea de Universidad manifiesta la inmadurez en la discusión de este tema. La universidad tiene por esencia la conjunción de la investigación y la docencia, y la vida académica cobra sentido en el intercambio entre los tres claustros, docentes, estudiantes y graduados. En la facultad, indiferente a estos principios, los dos primeros transitan caminos paralelos4. Mientras los profesores del Fenix discuten
las medidas para resucitar al país, en las aulas se sigue impartiendo la ortodoxia neoclásica, ajena e inútil frente a los problemas que nos presenta la realidad día a día. En el seno de nuestra casa de altos estudios, la creación de un ámbito genuino de discusión, donde se haga a los alumnos parte, donde se incentive la creatividad y el pensamiento autónomo, sigue pendiente. En la medida en que la formación académica siga dirigida a producir técnicos sin capacidad de análisis crítico, en la medida que el estudiantado sea disociado de la producción de
conocimiento, en la medida que no se defina el lugar que debe ocupar la Universidad Pública, cualquier iniciativa será no sólo vacua de contenido real y de capacidad transformadora, sino también ajena e impropia al espíritu universitario.

Ahora bien, no sería justo achacar sólo a la voluntad del claustro docente las deficiencias observadas. En primer lugar, las condiciones laborales de la gran mayoría de dicho claustro resultan inaceptables: La UBA no sólo se caracteriza por ser los salarios de sus docentes más bajos que en cualquier otra universidad pública, sino por ser además el trabajo gratuito la regla, y el hecho de que sólo goce de estabilidad en su cargo una fracción mínima de los docentes debido a la inexistencia de concursos5.

En segundo término, desde los estudiantes poco se ha hecho para contribuir a la construcción
de una facultad distinta. En este sentido, merece llamarse la atención sobre algunas situaciones, cuyo común denominador es la apatía generalizada. Por un lado, en el plano académico, la perspectiva limitada en lo que hace al conocimiento: la preocupación única suele remitir a promocionar la materia, lo que redunda en una recepción ausente de juicio respecto de los contenidos, lo que nos convierte en sujetos incapaces de cuestionar y comprender los fenómenos
económicos que pretendemos estar estudiando. Por el otro, en el plano político-gremial, la autista indiferencia frente a la ilegÌtima conducción del centro de estudiantes y ante los reiterados golpes y amenazas sufridas por compañeros de carrera (en este caso, militantes de la agrupación tnt) y, como correlato, la falta de discusión respecto de las problemáticas específicas de la carrera y del país en general.

Concluyendo, "...las universidades deben usar su autonomía para cooperar, asumiendo el
papel que les toca de ejercer el pensamiento crítico y contribuir a definir un proyecto de país incluyente"6. Para que nuestra facultad en particular se disponga
a realizar esa tarea, es condición necesaria la participación activa de los distintos claustros, conformando un ámbito de debate -ausente hasta el momento- que nos permita verdaderamente hablar de una comunidad universitaria. "De cómo transitemos por la riesgosa cornisa que supone enfrentar la necesidad de modernizar a la universidad sin adherir ciegamente a los criterios eficientistas del mercantilismo predominante o a consignas vacías de
significado, sin compartir el desprestigio suicida de lo público al que nos quieren sumar (...) y, sobre todo, sin dejarnos tentar por las expresiones huecas y grandilocuentes, hoy tan en boga, depende no sólo el destino de la educación superior argentina, sino también la supervivencia de nuestra amenazada cultura"7. En tanto ciudadanos de la vida académica, en tanto estudiantes, con la reforma de 1918 como antecedente histórico, es hora que demos nuestra materia más importante: el compromiso. La reforma a tratarse este año no es más que el primer paso.

Zuremolke & el Mariscal

1 "En la era del dinero", pp.44, revista Encrucijadas, año 1, N°12, octubre de 2001.
2 G. J. Etcheverry, ibidem.
3 Al respecto, no puede omitirse la mención de los "Proyectos de Urgencia Social", en el marco de la programación científica UBACyT 2004-2007. En la presentación de los mismos "...debía constar la interacción con los actores sociales involucrados, por ejemplo: autoridades locales, ONGs, asociaciones profesionales, empresariales o sindicales. Por otro lado, se valoraría especialmente su carácter inter o transdisciplinario". Ver www.uba.ar.
4 En este caso haciendo referencia solamente al plano académico, dejando de lado el desinterés y pasividad que se observó -exceptuando casos particulares- por parte de los profesores en cuanto a la situación que vive el claustro estudiantil en lo que a representación gremial refiere.
5 No desarrollaremos acá la inestabilidad que sufren algunos docentes en particular por motivos ideológico-políticos, como es el caso del Dr. Levín, porque este problema merece ser tratado en detalle por la gravedad e implicancias del caso.
6 Dr. José Luis Coraggio, entonces rector de la Universidad de Gral.Sarmiento; "Con amigos así...", pp. 64, Revista Encrucijadas, año 1, N°12, octubre de 2001.
7 G. J. Etcheverry, ibidem.

 

Diálogos: Daniel Heymann

¿Por qué esta sección?

Se avecina una reforma en el plan de estudios de las carreras de esta facultad y no queremos quedar afuera de la discusión. En las reformas del pasado, los estudiantes tuvimos nula o escasa participación y cuando la hubo no fue escuchada. Actualmente, el espacio de debate es inexistente y más aún entre docentes y alumnos. Creemos que el diálogo puede ser enriquecedor –sobre todo cuando es abierto a la diferencia- y servir como base para que no vuelva a ocurrir lo mismo en el futuro. Por eso, a través de esta sección buscamos instaurar un espacio -hasta ahora vacío- e intervenir en el debate. El profesor Daniel Heymann, titular de Macroeconomía II y Tópicos de Macroeconomía en nuestra facultad*, será quien exponga sus ideas en esta primera entrega.


-Actualmente se está discutiendo sobre una posible reforma de la carrera de economía. ¿Impulsaría algún cambio en la currícula?

Esa es una discusión sempiterna. Yo honestamente creo que el diseño de la currícula es un tema en el cual se discute mucho y produce poco. La carrera es lo que ustedes tienen en las clases. Poner Historia del Pensamiento Económico al final o al principio es una discusión eterna. Me acuerdo de un curso de historia que yo tuve; era una de esas perlas que había por ahí. Lo ponías al principio o al final y era buenísimo.


- Pero la carrera de economía está estructurada en base a una lógica neoclásica: micro, macro, crecimiento, dinero, etc. ¿Eso no relega a otras escuelas de pensamiento a una estructura ajena a su metodología y/o a las unidades finales de cada materia, en el mejor de los casos?

Yo honestamente no tengo un drama particular con la currícula. Sé que hay un a discusión sobre si dar los cursos por fenómeno o por escuela. Yo la currícula por escuela no la veo, por varias razones.

En primer lugar, es un tema de adaptación sobre el lenguaje. Yo entiendo que es fundamental leer a Smith, Ricardo, Marx, Marshall, Jevons, Joh Stuart Mill, Keynes... En algún momento. Pero si yo tengo que invertir en adaptarme a la terminología de un profesor escocés de filosofía moral del siglo XVIII, luego al lenguaje de un profesor de la universidad de Cambridge de los años 20 y 30 y después a un tipo que hace teoría del equilibrio general en los años 50, me parece que tenés que pedalear mucho para llegar al mismo lugar. Es equivalente a decir que no hay físico que no deba haber leído a Galileo en el original. Lo leés cuando tenés ganas y es divertidísimo, pero te va a costar entenderlo. Es cierto que no es lo mismo en economía. Pero los originales son pesados. Son raros, porque el tipo todavía no tiene el pensamiento esquematizado; aunque reconozco que en algún momento hay que independizarse de los libros de texto.

En segundo lugar, hay una cuestión un poco más filosófica. Para mí, la enseñanza de economía es tratar de entender fenómenos, no la enseñanza de doctrinas. Es decir, es una manera de entender, analizar, comprender, actuar sobre, modificar…Todo lo que vos quieras… Cosas, hechos, fenómenos, procesos. Las doctrinas son cosas que se arman para hacer eso. Me parece que en el enfoque por escuela vas a tener que armar el rompecabezas, después de haber estudiado doctrinas que se refieren a los mismos hechos. No es la manera en la cual hacés más eficazmente la comprensión del fenómeno.

En tercer lugar, el riesgo de terminar y decir: che, ¿cuál te gustó más? Neoclásicos II. ¿Y vos qué sos? Neoclásico II (risas). Eso de definirse como ricardiano, sraffiano, nuevo clásico, etc. Es llevarlo a un terreno donde uno simplemente dice, yo soy esto o aquello. Y el tema básico que es entender cómo funciona la cosa se pierde.

Además, cada profesor tiene una cultura limitada... Si le preguntás, ¿che qué dice fulanito? Te dice yo hablo de neoricardianos o de expectativas racionales, no me pregunten de otros o te tira una vulgata, que es peor. En un cierto punto, cuando la cosa se plantea como debate entre escuelas, corre el riesgo de transformarse en un pensamiento dogmático, por más que se presente como crítico.

De todos modos, yo reconozco que si hablamos de teoría del capital, por ejemplo, hay que hablar de Sraffa, de transformación de valores en precios, de los austriacos, de la función de producción agregada, de la teoría del equilibrio general. Punto. Pero en cuanto a la currícula, los cambios pueden ser más a nivel micro que macro: “Think globally, act locally”. Hay mucho interés en el alumnado, surgen preguntas... desde allí pueden darse los cambios. Los que estudian economía en Argentina, son tipos con motivación, si no estudiarían administración.


- El resultado de la ausencia de un espacio que explique los problemas de la realidad latinoamericana, nos lleva a sentir que lo que estudiamos no nos permite entender nuestro contexto.

¡Hablen! ¡Pregunten!

¡Stop! Cuando estoy hablando de entender estoy hablando de un proceso que lleva hacia plantearte las preguntas pertinentes para poder empezar a investigar las respuestas. Yo empecé a estudiar economía con esa hipótesis absolutamente simplista. Todo el mundo hablaba de economía. Entonces vamos a la facultad de económicas a que me lo expliquen. Todavía ahora, yo sigo remando tratando de entender. Que me digas “no entiendo bien a la economía argentina”, te digo: ¡bienvenido al club! (risas) ¡Somos muchos!

Más problemático que eso es decir: “yo me ubico desde la perspectiva fulanita”. ¡No me importa la perspectiva que te mueve! Aportame un cachito de conocimiento. No te digo que me expliques cómo son las cosas. Me preocupa que la educación doctrinaria corra el riesgo de cristalizar opiniones.

La postura que tienen ustedes es la posición de un economista en su vida profesional, si tiene un poquito de apertura mental. El riesgo de cualquier tipo es cerrarse. Es legítimo preguntarse, dentro del abanico de teorías que andan dando vueltas por ahí, qué es lo que me están diciendo sobre éste tema que me preocupa. Y ver qué es lo que funciona mejor. El diálogo potencial compatible con las restricciones humanas (que son de uno y del tipo que está adelante) se da en el momento en el cual vos discutís algo. Después, es cierto que en algún momento hay alguna especie de marco general. Que alguien te enseñe teoría marxista en serio. Pero la verdad, cuando llega el momento de los papeles queremos saber cómo se da el crecimiento económico, el desarrollo económico, por qué se dan las fluctuaciones, por qué las empresas hacen esto o aquello. Eso es el núcleo básico.


- El tema es que prácticamente todas las materias se basan en el mainstream...

El mainstream es el mainstream y por algo lo es. Me cuesta ver la enseñanza de economía alternativa, que no tenga el núcleo de esto. No para criticarlo solamente. Hay que saberlo, porque es lo que se hace. Hay mucha producción, razonablemente útil, dentro de muchas cosas malas. Pero uno se alimenta de esto. Tenés que tener la mente abierta cualquiera sea lo que tengas delante, incluso el pensamiento crítico, porque hay mucha crítica vulgar también.

No creo que esto pueda reducirse a un debate doctrinario. Hay mucho de interacción en el aula. Buena parte de la enseñanza está allí. Cuando funciona, es una actividad cooperativa, incluso cuando implica la crítica. En general, cuando te hacen una pregunta en clase te sirve, te esfuerzan a pensar.


- Dado que no existen canales para difundir esa crítica ¿Estarías de acuerdo con algún tipo de evaluación institucionalizada de los alumnos hacia los docentes?

En las universidades más calificadas del mundo existen. Son públicas, pero no taxativas porque ojo con el tipo que se saca la mala nota…


-Muchos licenciados deciden seguir estudiando afuera. ¿Qué significa esto?

Es un proceso muy regular. Mucha gente muy capaz se va a estudiar. Ojalá vuelvan. Que no suceda es un problema muy grave. Una de nuestras funciones en las facultades es ayudar a esa gente a que pueda estudiar afuera, que hagan su carrera académica y empiecen a producir conocimiento en serio, con la idea de que a la larga se pueda tener una profesión más calificada aquí.


- ¿Qué ventajas tiene realizar un posgrado en el exterior?

Esa experiencia es importante. Hay que reconocer las cosas como son. Hacer el doctorado acá tiene características bastante distintas que allá. Allá estás cinco años full time, tenés a los tipos que escriben los papers con acceso directo -sin intermediarios- y podés interactuar con ellos. Que ellos estudien afuera te dice que todavía hay gente de mucho nivel en la UBA (dentro de la diversidad). Aunque no creo que sea el único criterio, si no podés mandar a nadie, es un problema.


-¿Por qué en la facultad no se recomiendan trabajos producidos en la Argentina?

Sobre la Argentina no vayas a buscar lo que dice el maestro. Faltan interpretaciones generales. En los 60 y 70, hubo producciones muy ricas, como las de Díaz Alejandro, Canitrott, Diéguez, etc. Pero ya es literatura de esa época. Actualmente, no hay trabajos de ese calibre. En parte es algo sociológico. No hay suficiente gente trabajando con dedicación exclusiva. Y el problema está en la Argentina, no es sólo de la Universidad. Hace falta gente para poder charlar cara a cara; en los pasillos se aprende mucho. Esa es la gran diferencia con las universidades del exterior. Además, realizar un trabajo de investigación de largo aliento se hace difícil en nuestro país.


- Nosotros sentimos que en la facultad hay una falta de interacción con la realidad. No encontramos el nexo entre los contenidos que se estudian en clase y la economía argentina...

Es importante estudiar aquello que se puede aprender en una clase y también, observar por la ventana y ver qué pasa en el mundo. La riqueza de las observaciones es fenomenal; gran parte del trabajo que uno hace, parte de allí. Hay que abstraer una parte de la realidad y estudiar, parte por parte. Es importante aprender el uso de la abstracción y de modelos. Hay que suspender la credulidad, pero también el escepticismo. Al utilizar un modelo debemos saber hasta qué punto es capaz de representar hechos. Hay gente que se cree todo, aunque las contradicciones se observen cotidianamente...


- ¿Cual es la inserción laboral de los nuevos economistas?

Es difícil la inserción en el mercado laboral para cualquier profesional y no profesional. Con respecto a los economistas, depende cuál sea el objetivo de cada uno. Para quienes quieran escribir artículos generales sobre el sistema económico, no tienen espacio. Quienes tuvieron un modo de razonamiento económico, han tenido un lugar razonablemente amplio. Igualmente hay que encontrarse el lugar, un poco es la “ley de Say”.

UN POCO DE MACRO

- El país parece estar encarando cambios significativos en varios frentes. ¿Cree que verdaderamente estamos viviendo una transformación del modelo económico?

Todo está asociado con enormes cambios de comportamiento. Una de las cosas más impresionantes que ha pasado la Argentina es la crisis de un sistema, de un modo de comportamiento, y de un régimen contractual: el tipo de cambio fijo, asociado con contratos en dólares. Todos los sectores (público, privado, bancario) prometían que iban a “devolver dólares”, lo cual exigía que el nivel de ingreso en dólares fuera más o menos constante. Eso no ocurrió y ese conjunto de promesas se fue al demonio. Era un sistema que en su forma de organización más elemental estaba en problemas. Recordemos que llegó a fallar hasta el mecanismo de transacciones básico.

Es como si vos hubieras abierto la tapa de una economía y dicho: mirá este aparatito que funciona en todos lados, acá resulta que puede no funcionar. Estás en un sistema en el cual directamente te cortan el acceso al medio de pago y después mágicamente se recompone.

La recomposición tiene que ver con la restricción intertemporal de presupuesto. La economía pasó de 9000 dólares per cápita a 3000. Cuando se pasó a 3000 dólares per cápita se hizo bolsa el sistema contractual, lo que contrajo aun más la economía y perjudicó inmensamente a los grupos de menores ingresos. Este es uno de los aprendizajes que deja la crisis: son muy jorobadas para los que están más abajo, porque son los que menos tienen para protegerse.

Creo que lo que pasó fue que el sistema se las arregló para evitar la terminal explosión de la hiperinflación por varias razones. En parte, por un cambio en el comportamiento privado: en la “híper” cuando aumentaban los precios uno iba a comprar más y ahora donde había un aumento se compraba menos. Eso creo que dio un margen unos meses. Fue fundamental.


-¿Qué fue lo que determinó ese cambio de comportamiento?

La experiencia de la estabilidad de precios fue un elemento, no te quepa la menor duda. Además, está la memoria de la “híper”, y todos sabemos lo destructivo que fue. De alguna manera el sistema político tenía claro que si venía la “híper” era el final, por eso uno de los objetivos del gobierno era evitarla.

Fenómenos como la generación de superávit primario del gobierno en medio de la profundísima crisis, y la restricción de la oferta monetaria fueron cruciales. La política económica fue dirigida a evitar la“híper” sea como sea.

Por último, el enorme superávit de la balanza comercial. De faltar dólares te empezaron a sobrar, porque la recesión había reducido las importaciones. Eso generó que el tipo de cambio en algún momento se achatara.

Por otro lado, el consumo había caído tanto que el poder de compra de la exportaciones, o de los dólares que estaban por ahí, en términos de bienes internos era enorme. Entonces en el momento en que aquellos tipos que sacaban los recursos al 10 % del producto perdieron un cachito de miedo (porque el tipo de cambio dejó de subir) y dijeron “gastemos un poquito” la economía rebotó. En algún sentido hubo un mecanismo de rebote implícito en la gran caída y ahora lo que tuvimos fue una afirmación de eso. De una economía que viene de muy abajo y que tiene un potencial de recuperación. Pero esto tiene un límite si no se piensa en el mediano plazo, en términos de demandas fiscales, pobreza, modelo productivo e inserción de la economía en el mundo.


- Y deuda...

No te quepa la menor duda. La deuda te limita, la pregunta es “hasta donde puede y debe uno pagar, mucho, poquito, nada”. Y ahí uno tiene que pensar en términos de costo- beneficio. Tener una economía donde uno paga, cumple y no lo embroman y transmitir certidumbre sobre el sendero fiscal en que uno está, ayuda a la inversión. O sea, que tener un esquema razonablemente específico que te deje tu deuda atrás, vale.

Creo que es un error decir que los pesos que se pagan no se destinan a gasto social, porque presupone que el mismo peso gastado lo tendrías para gasto social si no pagaras. Es más difícil que una economía en default crezca, porque te podés encontrar con que lo que no pagás tampoco lo tenés.


-¿Cual es la magnitud del esfuerzo fiscal que supone el pago de la deuda?

El 3% del producto es 15% de la recaudación, lo que en cualquier lugar del mundo es mucha plata. La Argentina recauda 20 % del producto. Algunos comparan con el superávit de 4,5% de Brasil, pero éste recauda más del 30% del PBI. El 4,5 de Brasil es 15 % de la recaudación. En realidad, el ingreso del sector público no es el producto, sino la recaudación.

Si uno va más allá de lo factible, volvemos al jueguito ese de que se promete lo que no se puede. Si se promete lo que no se puede hay dos posibilidades. O te creen lo que prometiste, y en ese caso te caes en el futuro y es otro planchazo más, que difícilmente tolere la Argentina. O no te creen desde el principio y ahí tampoco va a haber inversión de nuevo.

También una idea es ponerse una cuota factible y pagar todos los meses para que te dejen tranquilo. No fijarse más en el riesgo país, no salir a pedir prestado afuera, y pagar igualmente. Tener la plata reservada, y tomártelo como que estás pagando la cuota a este club internacional, creo que es lo mejor.

Por eso creo que vale la pena apoyarme sobre un esquema que parece factible de alguna manera, no prometas mucho más allá y no te metas en un callejón sin salida.


- ¿Por qué decís que parece factible?

Porque el superávit del 5% está siendo factible, aunque sin dudas es una meta dificultosa. Hay dos cuestiones que tienen que ver con los derechos de exportación, el precio de la soja y el tipo de cambio real. Por un lado, aumenta la recaudación en términos de derechos de exportación, pero en dólares significa un monto menor. Hay siempre un trade-off. Tenemos un superávit primario costoso.

El compromiso debe ser contingente en términos del producto, es difícil decir la cuantía. No tenemos el modelo preciso de crecimiento, hay que reconocer la incertidumbre. Por eso, el compromiso debe ser consistente con la capacidad de pago.

Entrevista:
Leandro Cacioni
Lorena Drewes
Evelin Goldstein


 

El golpe y la FCE: antes, durante y después

“El economista debe ser un filósofo y un reformador social”

La derecha sostiene que recordar el proceso es inconducente. “Es abrir heridas”. Con motivo del 28º aniversario del comienzo de la última dictadura - la dictadura-, se organizó una conferencia en la que se convocó a tres profesores que vivieron distintas épocas de la Universidad para que relataran los cambios que se produjeron y entender cómo se vio afectada. Alejandro Rofman, Saúl Keifman y Andrés Musacchio aceptaron la invitación y nos contaron el antes, el durante y el después de la dictadura en Córdoba 2122. La charla, que comenzó con las exposiciones de los invitados, fue dirigiéndose naturalmente, como guiada por la mano invisible, hacia temas como la profesión del economista, la posición de la carrera dentro de la facultad, la política en los estudiantes y en los profesores (con la mirada de todos los presentes puesta siempre en la anunciada reforma de plan de estudios), y terminó con una propuesta de acción, con un compromiso. Pasen y vean cómo en dos horas la negación de la memoria quedó, una vez más, refutada.

LA UNIVERSIDAD REFORMISTA: ASCENSO Y OCASO

Alejandro Rofman: Luego del ’55 la universidad se organizó bajo los principios de la reforma, que tenían como criterio central la designación de los profesores por concurso de antecedentes. Esto nunca había sido posible en la universidad argentina, en donde los profesores eran designados a dedo por los consejos directivos o el decano. Se instrumentaron las cátedras paralelas, experiencia que luego del ‘83 se hizo en muy limitada proporción, que permitían que, ante la disconformidad, los estudiantes propusieran que se abriese una cátedra con la misma legitimidad que la oficial, a objeto de poder escuchar otra voz, o tener otro método de aprendizaje. Por primera vez se hicieron elecciones abiertas dentro de los tres estamentos universitarios: profesores, graduados y estudiantes, y accedieron a funciones del consejo directivo.

Los egresados jóvenes tenían la posibilidad de hacer cursos de docencia libre: de adscribirse como docentes ad honorem y hacer un aprendizaje de dos años dando clases compartiendo la cátedra con el profesor titular. Se implementaron convenios y muchos alumnos acudieron a Chile, a EEUU y Europa a especializarse; con el compromiso de que cuando terminaran su maestría o su doctorado volvieran acá.

Esta estructura permitía dos cuestiones muy importantes: en primer lugar el ir poblando las cátedras con jóvenes egresados de la casa con una sólida preparación académica en universidades tanto de América Latina como de EEUU o Europa. En segundo lugar, crear nuevas carreras. La carrera de Economía se creó aquí en Buenos Aires a fines de los ’50 y fueron los delegados estudiantiles quienes armaron el plan de estudios, sin experiencia previa pero tratando, en un proceso muy abierto de discusión en el claustro estudiantil, de llevar todas las nuevas orientaciones metodológicas, propositivas y de principios teóricos a las cátedras.

Durante la época del Onganiato, pese a que la Universidad estuvo intervenida, se pudo seguir trabajando. Por supuesto sin el espíritu de antes, pero al menos la mayoría de los profesores pudo seguir dando sus clases y no tuvo limitaciones para expresar sus ideas.

La etapa que comienza en el ’73 está marcada por el predominio dentro de la universidad de la Juventud Universitaria Peronista. Esto abre otro modelo de gestión universitaria que tiene algunos puntos de contacto con lo anterior: se abre un espacio muy rico en creación teórica y trabajo de los estudiantes. Tiene otro perfil porque carece de la legitimidad democrática del período anterior (hasta el 66), pero es todavía mucho más rica en creación colectiva, en búsqueda de nuevas ideas en lo que fue la explosión en América Latina a fines de los ’60 y principios de los ’70: toda una revolución de ideas y de políticas, que trasciende los marcos normales, y entra a tener fuerte presencia en la facultad. Todos los estudiantes, los trotskistas, los camporistas, los Montoneros estaban todo el día en la facultad, porque la facultad era el lugar de la militancia, actividad que tenía un valor altísimo: el aporte de los estudiantes en las luchas tan intensas de aquella época que nunca más existieron.

Eso se cortó bruscamente de una manera insólita para todos nosotros, que habíamos hecho de la universidad nuestro lugar de vida, en octubre del ‘74 con la famosa “Misión Ottalagano”. El ‘74 fue un antecedente del ’76: fue la primera limpieza ideológica de la universidad; desaparecieron todas las formas democráticas. El interregno entre octubre del ‘74 y marzo del ‘76 fue un período de aprendizaje para quienes reprimían la voluntad popular. Con el golpe militar la posibilidad de expresarse se cierra definitivamente.

EL MIEDO Y LA DESTRUCCIÓN CONSUMADOS

Saúl Keifman: El gran cambio que empieza en la universidad se produjo antes del golpe. Cuando yo entré, en marzo de 1976, gran parte del trabajo represivo ya estaba hecho, aunque por supuesto después se fue acentuando: uno se enteraba de profesores que caían presos, u otros que eran cesanteados.

En cuanto a las aulas se había creado un clima en donde la discusión abierta era muy difícil, lo que por supuesto no está aislado de lo que pasó en el resto del país. Muchos alumnos decían “no, de política no queremos hablar”. No había discusiones en los cursos, había muy poca participación de los estudiantes, las materias se dictaban de un modo bastante tradicional, es decir, se dictaban.

La carrera dejó de ser plural: hubo algunos profesores de muy buen nivel que quedaron, por supuesto todos de formación neoclásica (algunos no eran neoclásicos pero se volvieron); que convivían con profesores muy mediocres. Había materias que directamente no se podían cursar.

Sin embargo lo que sí se perdió en la dictadura, y que no se recuperó, fueron algunas cuestiones institucionales que son importantes: los concursos, las cátedras libres.

Se mantuvo el Instituto, pero con muy pocos investigadores de dedicación exclusiva. Y esta es una de las debilidades que tenemos en la carrera que no pudo ser superada: es imposible pensar el una carrera de Economía si no hay un núcleo permanente de profesores con dedicación exclusiva que se dedique a la investigación. Lo que nos falta es una renovación, tenemos una gran dificultad para reclutar profesores investigadores que se dediquen al trabajo académico.

Otra cosa que se destruyó con la dictadura es el pensamiento propio. La UBA tiene una gran tradición de un pensamiento económico que sobre todo se dedicó a analizar la problemática argentina y latinoamericana. Tenemos la idea de que no podemos pensar por nosotros mismos, que la ciencia y la verdad no la podemos alcanzar: hay que ir a buscarlas al exterior. Pero las problemáticas no son las mismas, los problemas del desarrollo están muy mal entendidos en los centros académicos del mundo desarrollado porque ese no es su problema. Esta debilidad que señalaba de la universidad pública, es sin duda una herencia de la dictadura que no fue superada por la democracia, es una de las grandes deudas.

También se ha perdido la creatividad, la efervescencia política, el debate, la motivación; en los alumnos, y también de los graduados. En los alumnos no veo motivación, quizás tenga que ver con que hay mucho desempleo, entonces la cuestión de la salida laboral es algo que angustia mucho, pero ahí hay un problema... Demasiada preocupación por la nota. Qué entra en el examen, qué no. Es algo que realmente nosotros no preguntábamos. No preguntábamos eso.

LA DEMOCRACIA: ESPACIOS RECUPERADOS Y DEUDAS PENDIENTES

Andrés Musacchio: Cuando yo entré a la facultad, la dictadura ya se había ido. Entré en ese momento de gran efervescencia política que fue el periodo de fin de la dictadura, impulso que duró dos o tres años más de una manera clara. Encontrábamos en la vida cotidiana algunas rémoras de la dictadura, nos seguían, o había soplones en la rotonda, pero no pasaba nada, ya no era peligroso. Cuando ese impulso terminó, se produjo una gran desmovilización. La lucha estudiantil se transformó en una escalera hacia la política más vulgar: cómo escalar posiciones hacia la cámara de diputados. Eso lleva a que se pierda por completo el contenido de las luchas estudiantiles.

La desmovilización tiene como contracara una carrera que ha sido encauzada hacia una hiper profesionalización para adaptarla a la salida laboral, principalmente al mercado financiero que es la fuente laboral principal desde la reforma financiera del ’77. Parece ser el gran agujero negro que se chupa a todos los economistas. Esta híper profesionalización esconde una falta de reflexión muy profunda sobre nuestra propia disciplina.

Uno de los elementos centrales que nos han eliminado con la dictadura es el conflicto: en los trabajos anteriores al ’76 me encuentro que la literatura lo tiene como tema principal. Por otro lado, los economistas de mi generación logramos inicialmente un sentido crítico que hoy noto que falta en buena parte de los profesionales y, esto es lo que más me alarma, falta también en los estudiantes. Uno les puede contar cualquier historia en clase que les da lo mismo. Toman nota y reproducen. Eso es un problema grave, que se agrava también con un nivel docente que se ha ido achatando. Ahora ya no por falta de libertad, sino por falta de recursos.

Yo viví esa primera apertura postdemocrática en donde ingresaron todos estos profesores heterodoxos. Teníamos también prefijado el camino neoclásico en casi todos los cursos, pero lográbamos encontrar algún curso en el cual escapar un poco a la visión tradicional: logré armar así buena parte de mi carrera. Pero claro, esto se puede hacer cuando uno entra desde la crítica. Yo sabía antes de empezar mas o menos qué era lo que quería. Y ese sentido crítico que se ha perdido es el que también lleva a que uno ni siquiera se extrañe por este tipo de cosas porque no sabe bien qué es lo que está buscando.

§

LA ACADEMIA Y EL MERCADO

-¿Cómo creen que puede conciliarse una carrera profesionalizada con un buen contenido teórico, si es que existe una buena conciliación entre las dos partes?

S.K.: Los de la carrera de Economía somos una minoría en una facultad donde las carreras mayoritarias son por su naturaleza carreras profesionales. Pero la economía no lo es; la economía pretende ser una ciencia. El papel de los economistas es entonces confuso, porque también tiene mucho que ver con la política. Esto tiene que tener que ver con una buena carrera. Y es imposible tener una buena carrera científica si uno no tiene un núcleo de científicos.

Aunque la carrera por su naturaleza es académica, científica, no todos los economistas tienen que ser economistas académicos, pero a mí me preocupa que la mayoría de los economistas no lo sean. Esto es terrible porque cuando los economistas no son académicos empiezan a trabajar para intereses especiales. Por ejemplo, el poder del sector financiero: dudo de cuál es el grado de seriedad científica que pueden tener muchos de los economistas que trabajan para bancos internacionales. El doctor Rivera dice: “la verdad que los economistas se parecen cada vez más a los abogados”. Y sí, los economistas nos parecemos a los abogados, porque defendemos al interés que paga. Eso es terrible, eso va en contra de la naturaleza de esta profesión, que en su origen era la Economía Política. Cuando yo ingresé esta carrera se llamaba “Licenciatura en Economía Política”. Vino el golpe, le cambiaron el nombre y le sacaron “política”, y quedó así. “Acá no se enseña a hacer política”. La Economía Política es una reflexión sobre la sociedad, el economista en esa reflexión se especializa en un aspecto, pero no lo puede disociar del resto de la sociedad. Olivera una vez dijo: “El economista debe ser un filósofo y un reformador social”. Fijáte qué alejados estamos hoy en día de eso. Esta disciplina perdió todo papel crítico que tenía en un pasado no muy lejano. La época a la que Alejandro se refirió era una época en la que la economía jugaba un papel mucho más crítico. Entonces lo que claramente tiene que predominar es lo otro. Porque si predomina el aspecto profesional, entonces ahí terminamos siendo abogados. Un abogado responde al cliente que mejor paga.

A.M.: El problema me parece que es la híper profesionalización: esa economía extremadamente matemática en donde se pierde de vista el problema, en donde, según Friedman, “hoy nos interesa la segunda derivada y mañana tal vez la tercera, no importa de qué, el tema es la tercera derivada”. Yo creo que eso lejos de profesionalizarnos, nos ha desprofesionalizado: hemos perdido la sustancia de la profesión.

Varios colegas han manejado el país a su antojo a partir de representar ciertos intereses escondidos detrás de esa híper profesionalización, y que no está mal que existan. Todos los economistas tenemos nuestra posición en la sociedad, ninguno habla como científico puro. Pero la supuesta cientifización se usa para ocultar esos intereses. Decir: “Acá no hay intereses. Esto es la ciencia económica. Todo lo demás es una chantada” es la chantada que nos han vendido algunos economistas de los últimos treinta años. Me parece que lo que tenemos que hacer es ir hacia una economía mucho más rigurosa en los problemas que se plantean, y no en el virtuosismo de resolver problemas intrascendentes.

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EL CLAUSTRO DOCENTE

-Se habló de rupturas que no tuvieron vuelta atrás durante la democracia, como la falta de un espíritu crítico, la falta de un debate nacional, de concursos...¿Qué rol les parece que tuvo el claustro docente en la continuidad de esas políticas?

A.R.: Te contesto brevemente con una confesión: desde hace cinco años que no hay reunión de claustro de profesores de economía. No hay discusión, no hay intercambio; eso deteriora los vínculos. No pido un gran debate: esto que estamos discutiendo ahora, discutirlo entre profesores, cómo vamos a enfocar la carrera... La facultad ha retrocedido notoriamente en su capacidad de crear un claustro docente activo, vivo, interesado, comprometido, coordinado. Lo tuvimos. Cuando yo entré en esta casa teníamos reuniones una vez por mes...

S.K.: Yo creo que los docentes hacen lo que pueden. La falta de apoyo, de recursos, de reuniones. Hay muchos profesores que no cobran. Muchísimos. Están enseñando en las sedes y no tienen ninguna cátedra que los ampare. Esto se agravó con la reforma del ’97.

El problema de que somos una minoría, y hay un problema de coordinación. En esto los estudiantes nos pueden ayudar mucho, en recrear un espacio de la carrera, que tiene que ser un espacio de docentes y estudiantes que traten de trabajar de manera colectiva para mejorar la carrera. Hay recursos que podrían usarse mucho mejor, hay muchas cosas que se podrían hacer y no se hacen. No les crean cuando les digan que no hay plata.

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EL CORTO PLAZO

-Así como se comentó que ocurría durante la dictadura, hay materias completas que en la actualidad no cuentan ni con un solo profesor idóneo. Yo quería saber qué les recomiendan a los estudiantes para tratar de contrarrestar esto en el corto plazo, más allá de que responde a un gran problema estructural.

S.K.: A mí me parece que hay muchos mecanismos que se pueden instrumentar. Las encuestas que los grupos estudiantiles están haciendo tendrían que ser institucionalizadas por el Departamento de Economía. Con respecto a la masividad, el problema no es sólo de esta facultad, ni de la UBA. La solución tradicional, que se usa en otras facultades y funciona muy bien, es la división entre las clases teóricas y las prácticas. Para eso no necesitás muchos buenos profesores y comisiones en donde se dé el debate. Por ejemplo, Medicina de noche está vacía ¿por qué no utilizarla?. Lo peor es creer que otra cosa no se puede hacer porque no hay recursos, porque no hay lugar...

A.M: Pero además hay que patalear, hay que enfrentarse.

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“LENTO, PERO VIENE”. EL LARGO PLAZO

- Cuando fue la reforma del ’97 ustedes comentaron que el plan se les presentó cuando ya estaba hecho, ¿creen que en esta próxima reforma se pueda dar algo distinto?

A.R.: Yo me acuerdo que los estudiantes se acordaron un poco tarde. Como viene, hay que tener ya una idea clara de hacia dónde nos queremos dirigir. Valdría la pena que este grupo de animosos estudiantes que han cubierto esta sala y no creí que estuviera tan llena, desde ya se lo pusiese como objetivo a cumplir.

S.K.: Muchas de las pérdidas fueron posibles porque no tenemos una voz. No tenemos una institucionalidad propia y eso tiene que ver mucho con nuestra individualidad. Hay que pensar en un espacio en el que podamos encontrarnos los que estamos interesados en esta carrera: crear un ámbito que tenga que ver con la carrera de Economía, los claustros docentes y estudiantiles. Yo creo que el plan de estudios es una oportunidad muy importante para institucionalizar una voz que participe, pero que no se quede solamente ahí, porque el plan es importante, pero acá hay cosas mucho más graves. El punto crucial es que si no tenemos una entidad, aquellos que nos preocupamos por la carrera poco podemos hacer: lo que falta es la presión de esa entidad, un ámbito de discusión de los problemas, que presione y que actúe. Por nuestro lado los profesores vamos a tratar de hacer algo; ustedes los alumnos tienen que presionar como estudiantes.

A.R.: Nuestra carrera no está organizada como otras. En Filosofía y Letras, donde historiadores, filósofos, licenciados en Letras tienen un objetivo en común, cada carrera tiene una estructura participativa, tiene el claustro de profesores con representantes de estudiantes y graduados. En esta facultad somos evidentemente una minoría, nuestro perfil es distinto: es un buen momento para exigir la organización de la carrera.

Con respecto al plan de estudios, tiene que tener algo que ver con lo que sucede en la Argentina o lo que pretendemos que suceda: construyamos un instrumento de aprendizaje que tenga que ver con las respuestas a las demandas de la sociedad. Entonces, como dice Benedetti, “lento pero viene”, podamos construir entre todos un marco de educación. Cuando aparezca finalmente el debate sobre el plan de estudios todos nos tenemos que poner a debatir. Y si no nos dejan, empujemos la puerta para entrar.

§

EL CENTRO DE ESTUDIANTES

-Yo quería saber qué opinión les merece a los profesores el tema de la falta de democracia en las elecciones, el desfile de patovicas que tuvimos a fin de año.

S.K: A mí me parece un escándalo, la facultad es Santiago del Estero: hubo dos fraudes. No uno, dos.

A.M: Yo vi cómo se construía un centro de estudiantes en la post-democracia con dos características: a espaldas de los alumnos, pero también sin la participación de los alumnos: era un ida y vuelta. Es un sistema que se construyó de manera perversa, pensando en la cámara de diputados. El actor principal, y me parece que este tipo de reuniones puede ser un indicio de un cambio saludable, es el estudiante, que tiene que sacar a quien no lo representa, y tomar la representación de los sectores propios.

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LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA

(intervenciones del pùblico)

- Una necesidad muy fuerte que se está percibiendo en los últimos años es la de tener una actividad conjunta entre docentes y estudiantes. Creo que una de las pérdidas más fuertes es de una organización política, porque no podemos hablar de docentes si no hay presupuesto para esos docentes, y no podemos hablar de estudiantes que estudien, si tienen que trabajar todo el día para venir a la universidad.

- Yo creo que muchos de los docentes no participan porque es una sociedad que es muy individualista. Hay una gran diferencia en la voluntad por enseñar que tienen los docentes del principio de la democracia con los que estaban de periodos anteriores.

- Más allá de los problemas del programa de estudios y qué sé yo, la discusión tiene que ir hacia cómo se recuperan esos espacios de acción política, tanto desde el claustro de docentes como el de estudiantes.


 

Golpe a golpe, verso a verso

El siguiente artículo expresa el profundo disenso y la irritación que nos ha suscitado la editorial del último número de la Gaceta de Económicas1, firmada por el Decano Carlos Degrossi. Queremos resaltar que siendo la Gaceta una publicación institucional, nosotros, los estudiantes, como parte de dicha institución, no nos sentimos para nada identificados con los preceptos que expresa el decano, y consideramos que sus opiniones se encuentran realmente alejadas del espíritu universitario, la vida académica y la realidad por la que transita la facultad hoy en día.

Para dar cuenta de esta afirmación citaremos y comentaremos uno por uno los párrafos de dicha editorial. Veamos:

“Nuestra Facultad se rige por principios democráticos que son normas predispuestas por el estatuto universitario dictado hace mas de cuatro décadas. Hace escaso tiempo tuvimos elecciones de los claustros de graduados y de alumnos lo que llevó a una renovación de los miembros del consejo directivo.”

El estatuto fue dictado hace cuatro décadas, pero ¿se puede decir sir ruborizarse que nuestra Facultad se rige por principios democráticos? De los docentes en actividad tiene derecho a voto cerca de un... 20%!!! Debido a la falta de concursos el voto en el claustro docente es solo privilegio de unos pocos afortunados. Entretanto, el claustro estudiantil, que puede consolarse con la elección de autoridades de la Facultad de manera razonablemente democrática, se vio sometida al proceso eleccionario más turbio que recuerde la UBA en la designación de la conducción gremial de los estudiantes. De este modo, quedando el ejercicio de la democracia bastante restringido en la facultad, pareciera una falta de respeto hacia docentes y alumnos jactarse de dichos principios sin hacer referencia a su situación.

“Es, por tanto, un buen momento para afirmar nuestra convicción en los mecanismos participativos y democráticos que rigen la vida universitaria y momento también oportuno para anunciar algunos proyectos que hacen a la vida de nuestra facultad, pero que sin duda alcanzan el interés general.”

Si la convicción es tal, los alumnos de la carrera de economía tendríamos a bien que se nos brinde lugar en la discusión de las cuestiones que a nuestra carrera refieran –como ser una reforma del plan curricular-, ya que la misma no cuenta con representación alguna en el consejo, al tiempo que posee especificidades ineludibles con respecto a las carreras de mayoritaria representación.

“Es sabido que las carreras universitarias deben evolucionar acompañando a un mundo sometido a rápidas y drásticas modificaciones, es por ello que debemos aprestarnos a cambios curriculares en las distintas disciplinas que se estudian en nuestra facultad.”

Es sabido que el sentido común es de uso científico en nuestra Facultad, pero nosotros estamos convencidos de que no siempre es una buena guía. Es cierto que en carreras de carácter técnico, los cambios legales o formales deben ser acompañados por cambios en los contenidos de las carreras. Sin embargo, el desarrollo científico, que hace al corazón de una universidad, no debería dejarse sorprender por las luminarias de lo manifiesto, y debería, mediante la promoción del conocimiento crítico, ser capaz de interpretar, explicar, criticar esos cambios y no solo acompañarlos.

“La economía internacional cada día más interrelacionada nos obliga a pensar en la situación regional, y así nuestra vinculación con los países del MERCOSUR deberá merecer especial atención.”

Lamentamos disentir, incluso cuando compartamos la conclusión. La vinculación de nuestro país con los del MERCOSUR, y con los de toda América Latina, debió ser siempre objeto de especial atención, ya que con ellos no nos vincula la contingencia de un tratado comercial, sino que nos hermanan siglos de sujeción, problemas similares, miserias compartidas, y lazos culturales en general. Que estas cuestiones fundamentales se borraran de la currícula es consecuencia directa de la dictadura militar que acabó no solo con la vida de miles de personas, sino con el conocimiento crítico, la producción teórica propia y cualquier otra fuente de pensamiento ligado a la realidad concreta de la población argentina y latinoamericana.

“Enfoques, antes llevados a un segundo plano de la formación profesional, comienzan a considerarse imprescindibles. Hoy resulta un imperativo el aceptar la importancia de la formación ética y moral de nuestros graduados. Esta formación que es de gran importancia en todo ser humano adquiere enorme relevancia en las profesiones vinculadas con los negocios, la administración y la economía, tan ligadas todas ellas al bienestar de la población.”

Ante tal afirmación caben dos preguntas y una sugerencia.

Preguntas: -¿Antes no era importante?

-¿Era necesario que haya fraudes en empresas norteamericanas o italianas para llamar la atención sobre la ética y la moral, cuando en Argentina nos encontramos con que tanto los grandes grupos económicos locales como la burguesía internacional viven de contratos con el Estado, privatizaciones y distintos negociados en los que históricamente aparecen coimas – IBM-Banco Nación -, o resultan irregularidades – Correo-Macri -, fraudes, etc?

Sugerencia: Consideramos que resultaría imposible el dictado con seriedad de tales materias en la medida que el CECE siga estando ocupado por un grupo de individuos que retienen sus instalaciones haciendo uso de la violencia, las amenazas, los fraudes electorales, etc, etc, etc. Ningún alumno de económicas estará en condiciones de escuchar sesiones discursivas sobre moral cuando su voluntad no puede manifestarse en las urnas debido a que el CECE lo administra el más fuerte, el más fraudulento, el que está dispuesto a llevar barras bravas a la facultad para amedrentar a la oposición. Es cierto que centro de estudiantes es autónomo y no forma parte del ámbito institucional, pero tampoco las autoridades de la facultad pueden mirar para otro lado cuando en sus propias narices ven que la legalidad y legitimidad se encuentran atropelladas por la violencia, cuando una de las partes detenta el monopolio y la voluntad de violencia, cuando el disenso es acallado a palos.

“La idea de que la economía es una herramienta adecuada si sirve al hombre y por ende a la humanidad, deberá ser uno de los preceptos a privilegiar.”

En la reforma anterior, ¿que se suponía que era? En buena hora se piensa en privilegiar estos preceptos, ya que en la última década el discurso de la ortodoxia neoclásica, auspiciante de los recortes presupuestarios al servicio de la estabilidad macroeconómica, tuvieron difusión casi exclusiva en nuestra casa de estudios.

“La solidaridad y el bien común junto con la concepción de un estado activo y eficiente al servicio de la sociedad, deberán ser objetivos principales a inculcar en nuestro estudiantes.”

Sería bueno preguntar ¿Por qué recién ahora? ¿No sería apropiado mirar para atrás, donde se observará que se vienen impartiendo principios antitéticos con los enunciados, y realizar alguna especie de autocrítica? Si no, la facultad, su orientación, sus objetivos, cambiando al vaivén de la coyuntura política, serán funcionales a la reproducción de las situaciones vigentes e incapaces de observar la realidad con ojos críticos aportando a la construcción del país desde el conocimiento científico profundo.

En segundo término no podemos dejar de llamar la atención sobre el verbo utilizado para referir a la enseñanza de dichos objetivos: inculcar. En primer término, en una Facultad no debería inculcarse nada, ya que de un ámbito de desarrollo del pensamiento se trata. En segundo término, y relacionado con lo que expusimos anteriormente, si los contenidos se inculcan, y no reposan sobre saber científico alguno, no solo no se respeta la esencia universitaria, sino que además queda la comunidad académica a la merced de dictámenes sujetos a cualquier cambio de corriente basados en no más que opiniones.

“Además, y en consonancia con la época actual, en la cual se han vencido las barreras espacio-temporales para acopiar información y conocimiento, hemos comenzado a dictar asignaturas que se internan en el aprender a aprender y el aprender a pensar. Buscamos con estas materias sumar a los resultados de la acumulación informativa-cognitiva de nuestros egresados la capacidad de reflexionar y acumular nuevos conocimientos con la mayor perfección posible.”

Teniendo en cuenta que se considera que el conocimiento se acopia, ante el dictado de materias para aprender a pensar, debemos preguntar, ¿qué se hace en el resto de las materias?, ¿de qué se tratan los cursos universitarios en los que no se aprende a pensar?, ¿es el pensamiento algo que se puede aprender en una materia?

“La lista temática parece un catálogo de los temas que la Argentina debe revisar para consolidar nuestra democracia, con justicia, solidaridad y equidad.”

Simplemente queremos remarcar que consideramos que estas labores deben empezar por casa, por nuestra Facultad.

“Esperamos que la producción de estos contenidos se conviertan además en una importante producción de libros, conferencias, videos, CD, cursos presenciales, cursos en la modalidad de educación a distancia, tanto destinados a nuestros alumnos, como al público interesado en general, así como a las instancias gubernamentales que buscan asociarse al conocimiento que genera la facultad.”

“Si conseguimos volver a la idea de que la educación pertenece a la esfera del ser y no a la del tener, podremos revertir la tendencia actual que busca convertir a la educación superior en un sector más del mercado de bienes y servicios. Una buena universidad es la que ejerce una influencia cultural decisiva en su país”2.

“Para garantizar el mantenimiento y mejoramiento de la calidad académica, pondremos en marcha los proyectos tendientes a perfeccionar la evaluación de la calidad institucional y de la enseñanza que brindamos”

Parece irrespetuoso plantear el perfeccionamiento docente cuando hay un 80% de los mismos no concursados. Esta situación no solo posibilita que accedan al dictado de materias profesores realmente desastrosos, sino que decenas de profesores calificados ante la situación de inestabilidad laboral no pueden ejercer su tarea con dedicación y excelencia.

“Por último, debemos anunciar que nuestro Consejo Directivo acaba de aprobar el llamado a concursos de proyectos arquitectónicos para la construcción de un nuevo edificio...”

Muestra una luz al final del camino que el consejo conozca la palabra concurso. Así esperamos que esta excelente idea se traslade a la forma de designación de docentes en la facultad, que a nuestro juicio resulta más urgente que el decoro arquitectónico de la facultad.

“Por todo ello, como dice el título de este editorial ha llegado la hora de la acción”

Señor decano, los estudiantes, esta vez, nos consideraremos invitados.

Zuremolke

1 La Gaceta de Económicas, Publicación de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Año 4, Número 41, pp. 3.
2 “En la era del dinero”, pp.44, revista Encrucijadas, año 1, N°12, octubre de 2001.